La boda de Celia y Jorge en Dehesa de Valbueno (Guadalajara)
Celia Cuervo es periodista en Harper´s Bazaar y, en cuanto supe que se casaba, quise que fuese una de mis «novias NARS» para que contara con el talento de José Belmonte en este día tan especial. Sobre todo sabiendo que la organización de esta boda ha sido «una carrera de obstáculos»: Jorge y ella se comprometieron en agosto de 2019, han tenido que posponer la fecha tres veces y no han parado de intentarlo «hasta que hemos podido hacerlo con la seguridad de que no estábamos haciendo nada mal, ni poniendo a nadie en peligro», asegura.
Después de doce años juntos, eligieron la fecha definitiva «a la desesperada porque no había sábados libres hasta finales de año» y, finalmente, se casaron el 30 de julio en lo que denominaron La boda imposible. «Exactamente doce años después de vernos por primera vez porque, a veces, el mundo se desmorona, pero otras veces el destino juega de las suyas y hace magia».
Como os decía, para el maquillaje contó con José Belmonte, «trabajando en moda y habiéndolo visto en acción, fue un sueño tenerle conmigo para esta aventura», asegura Celia. «¡No me había visto tan guapa en mi vida! Hizo magia. Además, tenía 50 minutos en coche desde mi casa a la finca, con el calor de finales de julio, y el maquillaje de NARS permaneció intacto todo el día». Mientras se preparaba, Celia llevaba una bata de Iturri Enea, regalo de su cuñada, y un camisón de La Perla.
«Me encantó el vestido de Celia, me recordaba a Katherine Hepburn, en Historias de Filadelfia«, recuerda José que eligió un «maquillaje natural con toques sofisticados». Preparó la piel de la novia con Aqua Gel Luminous Mask y luego aplicó Pure Radiant Tinted Moisturizer de NARS.
Para marcar suavemente los huesos de la cara, lo hizo con Sunkissed Bronzing Cream Laguna y un poco de colorete coral. «Los labios perfilados muy naturales y con un toque de color e hidratación”. Sombreó los ojos en tonos beiges satinados, dorados y bronces de la paleta Summer Solstice; terminó con eyeliner y la máscara de pestañas Climax Extreme «para abrir mucho la mirada». Del peinado se encargó Bosco Montesinos. Celia quería llevarlo suelto, «pero con forma y bonito, y acertó de pleno».
Los zapatos se los regalaron su amigas por su 30 cumpleaños. «Siempre había querido tener los Slingback de Chanel y sabían que en mi boda no quería llevar zapato blanco, así que me dieron la sorpresa entre todas», cuenta Celia.
Como joyas, Celia llevó el anillo de pedida que había diseñado Jorge, el novio, junto a Nadia Shelbaya. Además, llevó la alianza de su madre en el meñique y unos pendientes Art Déco de oro, ónix y diamantes que eran de su abuela.
Para el vestido de novia, «dudé mucho entre si hacer un vestido desde cero o comprarme una pieza de marca de esas que no podría permitirme en ningún otro momento de mi vida». Finalmente, ganó la primera opción por la ilusión que le hacía tener algo hecho por y para ella. Celia llevaba años siguiendo la pista a Castellar Granados y fue a verla. «Congeniamos muy bien, entendió perfectamente lo que no quería y condensó bien las mil y una referencias que le hice llegar», recuerda la novia.
Celia quería que fuera satén y algo especial siendo fiel a su estilo y mis gustos. La novia y su madre se enamoraron de la asimetría del vestido. «Me ha ido sorprendiendo y lo he vivido diferente antes y después de la pandemia. Me sentí comodísima y feliz y, sobre todo, completamente yo».
Jorge, el novio, dio con Dani, el sastre de la sección a medida de una de las tiendas de Massimo Dutti en Madrid. Le contó lo que quería y crearon juntos un traje de doble botonadura de lana scabal y una camisa de algodón. Los mocasines eran de Gucci y el pañuelo al cuello (en lugar de la corbata) era un carré de seda de Hermès. También llevó la cadena de oro de su abuelo, un sello de oro con el que Celia le pidió matrimonio una segunda vez y un reloj de los años 50 que le regaló su hermano esa misma mañana.
Celia y Jorge se casaron unas semanas antes en el ayuntamiento y este día de celebración prepararon una ceremonia con sus amigos como maestros de ceremonia en la Dehesa de Valbueno. Las alianzas las hizo Celia Gayo de Migayo. «La encontramos por casualidad en Instagram, se llamaba Celia y con apellido de ave». Fundió oro de algunas piezas familiares importantes y les dio una nueva vida jugando con el fuego.
Los niños iban vestidos con camisa y bermudas de lino de Zara Kids y zapatillas Victoria blancas.
El ramo de flores era de margaritas y lo ejecutó Bourgignon.
El catering lo sirvió Samantha Catering.
Toda la imagen gráfica de la boda corrió a cargo de Gonzalo Muiño, amigo de los novios. Para las invitaciones, hizo tres diseños de trazos diferentes que, al juntarlos, dibujaban las caras de los novios y la de su perra, Phoebe. Siguiendo el mismo estilo, crearon el protocolo de mesas y los meseros.
Para la decoración contaron con la ayuda de Sara de Cordero Atelier.
Celia, no tenía pensado llevar dos vestidos de novia, pero su amiga Alejandra Oria, diseñadora que os presenté hace unos meses después del confinamiento, le regaló un diseño de su primera colección al que había puesto su nombre. «Lo hicimos midi para que pudiera bailar y fue perfecto»
El Dj fue Juan, de La Fiebre. Celia y Jorge hicieron listas con todas las canciones que han sido especiales para ellos . Abrieron el baile con Something, de Los Beatles que Gonzalo Borman mezcló con Don’t Start Now para abrir la fiesta.
Todas las fotos son de Dos más en la mesa, «decidimos contar con ellos gracias a Casilda se casa y no lo dudamos ni medio segundo. Tenían que ser ellos», asegura Celia.