Casilda se casa

Un vestido de Alejandra Valero para una boda en el campo

De la diseñadora Alejandra Valero me emociona ver que, en todos sus vestidos de novia, consigue dar un toque único y, a la vez, otro que los marca como suyos. Como hacía Miguel Palacio con sus lazos, o como hace Teresa Helbig con sus tejidos de rombos, los vestidos de esta diseñadora tienen siempre algo reconocible: a veces el uso del color beige o el peso especial de ciertos tejidos. Ha conseguido en muy poco tiempo lo que poca gente, crear un sello propio.

Llevaba tiempo persiguiéndola para que me dejara publicar las fotos de esta boda, a pesar de que solo había visto el vestido de novia. Por fin, la semana pasada, me envió las fotos de esta boda tan bonita y sencilla de Pedro y Beatriz. Los novios se conocieron hace siete años en una fiesta que daba una amiga en común. Durante los años de noviazgo han pasado incontables fines de semana en una casa familiar en el campo, cerca de Talavera de la Reina y allí fue donde él le pidió matrimonio y donde se celebró la boda.

Tanto la diseñadora como su marido (podéis ver su boda aquí) son grandes amigos de Pedro y Beatriz, los novios. «A parte de ser mi amiga, de Alejandra siempre me ha encantado su estilo como diseñadora» –explica la novia–. «Considero que tiene muchísimo talento y sabía que con ella iba a acertar seguro, lo tenía claro desde el principio. Llegué al taller con decenas de ideas y detalles que me inspiraban y ella supo poner orden en todo aquello. Me acuerdo la primera vez que me enseñó el boceto, se me puso la piel de gallina». El vestido está elaborado a base de piezas únicas y tejidos ricos en textura.

Le maquilló Jacqueline Reyes, una persona que trabaja por la zona donde se casó y fue un acierto total. «Muchas veces no hay que irse muy lejos para encontrar un persona con talento».

Los pendientes eran unos brillantes isabelinos de la abuela de la novia.

Sobre los zapatos, no encontraba ninguno que le convencieran, pero sabía que debían ser rústicos y planos. «Contacté con Ana Buigues porque encontré su trabajo y me encantó. Me los personalizó 100% y posteriormente añadí unos broches victorianos para darles un toque. Fue un placer trabajar con ella».

La ceremonia se ofició en la Iglesia de la Inmaculada Concepción del siglo XVI en el pueblo de Alcaudete de la Jara. Al novio le encanta la música por lo que en la misa contaron con un cuarteto de cuerda, Enclave Maestoso, que interpretó música sacra.

Al igual que con Jacqueline, para las flores contrataron los servicios de alguien de la zona. La floristería Virquel en Talavera de la Reina se encargó tanto de la decoración floral de la iglesia como del ramo de la novia. «Quería algo silvestre, muy de campo. La decoración de las mesas se componía de santolinas, romero, tomillo limonero… y cama de novia, plantas que compré en un vivero próximo y que ahora están plantadas en mi jardín».

La celebración tuvo lugar en la finca familiar, una antigua labranza. Durante semanas trabajaron sin descanso para que todo estuviera impecable. «Casarse en el campo es muy especial y bonito, pero ¡muy trabajoso! Mi suegra, que tiene un gusto excepcional, nos ayudó con muchos de los detalles. Los meseros que pintó a mano con más de 40 clases de gallinas distintas tuvieron un exitazo», cuenta la novia.

Un gran acierto de la boda fue el catering de El Carmen de Montesión que elaboraron un menú basado en la cocina manchega que causó sensación. Migas, perdiz, compango de gachas, atascaburras….recetas populares interpretadas magistralmente por Iván Cerdeño que cuenta con una estrella Michelin.

Durante el cóctel, tocaron canciones de pop con ese toque tan especial de los instrumentos clásicos. Abrieron el baile con el pasodoble La Entrada de Quintín Esquembre.

Las fotos son de DobleMirada Studio.

Otros posts relacionados:

-La boda de Alejandra y Marc parte 1 y parte 2

-La boda de B&Paul parte 1 y parte 2.

-La boda de María y Guillermo.