La boda de Malén y Juan en Puerta de Hierro
Hay un dicho que me ha ayudado en muchos momentos de mi vida: “el hombre propone y Dios dispone”, y pensé en ello cuando Malén me contó todo el proceso para organizar su boda. Le he pedido compartir esta historia con vosotros porque, a pesar de que sus planes se desbarataron muchas veces, Malén y Juan nunca perdieron el foco de lo importante. Su boda me parece un ejemplo para todos.
«Organizar nuestra boda ha sido un tanto difícil, tuvimos que cancelar la celebración planteada en un principio en Sotogrande porque en verano, cuando ya estábamos en plena organización, mi padre se puso muy enfermo. Hablamos con el Club Puerta de Hierro y justo habían cancelado una boda esa misma fecha (pienso que fue el cielo cuidándonos). A las dos semanas mi padre se puso más grave, así que decidimos mantener la fecha pero hacer una ceremonia con una cena súper íntima: solo testigos sin parejas, 58 personas. Nos pareció la mejor forma de casarnos, intentando asegurar que mi padre estuviese ese día y si no llegaba, queríamos vivir lo que fuera ya casados. Finalmente, mi padre pudo estar con nosotros ese día y falleció poco después de la boda».
«Juan y yo nos conocimos cruzando la calle hace dos años. Era sábado en diciembre, plena maratón de comidas y cenas navideñas. Tenía resaca acumulada y la idea era pasar la tarde en un lugar tranquilo con amigas y meternos en la cama. Nos cruzamos en la calle con el chico con el que estaba saliendo mi amiga, que es de los mejores amigos de Juan. Nos preguntaron si nos uníamos a tomar una copa y no tuvieron que insistir mucho. Juan empezó a ligar conmigo, increíble porque yo iba vestida como una amish, pero terminé saliendo. Aquí viene mi parte favorita de la historia: el martes siguiente nos encontramos en el seminario de Madrid porque él tiene un amigo que es seminarista y mi hermano también lo es. Para mí eso fue una señal clarísima, además mi hermano me informó que Juan no había ido en la vida, vamos que no podía ser casualidad según yo. Luego surgió un viaje de esquí la semana siguiente y a la vuelta de Navidad ya estábamos juntos, hasta hoy».
La ceremonia fue en la Ermita de Puerta de Hierro.
«Para la peluquería y el maquillaje lo tenía todo organizado para el sur, así que cuando empezamos a cambiar planes, le pregunté a Sonso, que es la peluquera del hospital y a esas alturas del partido ya de la familia, si ella me podía arreglar y lo consiguió.
El tocado es de Mimoki, gracias a Ana María que se ocupó de adaptarse y de que cualquier detalle que me hiciese dudar fuese inmediatamente arreglado».
Aquilea, se encargó tanto de la decoración floral como del ramo. «Estaba hecho de una barbaridad de nardos, flor que hubo en toda la ceremonia gracias a unas personas muy especiales que lo hicieron posible».
«Los zapatos son de Flordeasoka, la tienda de mi cuñada Inés».
«Los pendientes que llevé son diseño de mi amiga Constanza Balmaseda. El anillo de oro es el de pedida, lo hizo José Onieva y al pedirme matrimonio Juan me regaló uno de Ansorena».
«No había Dj, no tenía sentido. Además, el altavoz se lo llevaron sin querer en el coche donde se llevaron a mi padre, que se tuvo que volver a la cama después de dejarme en el altar, pero vino un mariachi que fue regalo de mis hermanos y mi prima. Luego hubo un grupo de música regalo de una amiga maravillosa y conseguimos animarnos y bailar todos. Me encanta que en verdad todo el mundo quiso alegrarme el día, porque yo tenía pavor de que fuera triste. Fue maravilloso para los dos ver a tanta gente ayudando a que fuera tan alegre».
«La boda ha implicado tanta emoción que, a día de hoy, veo las fotos y me emociono».
Pulcro image, se encargó de la fotografía. «Se adaptó a todos los cambios».
«Pequeño detalle: los sacerdotes son tíos míos y un amigo de la familia de Juan, más dos seminaristas ya involucrados en la historia… imbatible».