La boda de Andrea y Nacho en Guadalajara
«Nacho y yo nos conocimos por unos amigos en común. Fue en septiembre de 2020, tras la pandemia, desde entonces empezamos a quedar. Fue un proceso de meses, yo había terminado una relación recientemente y no me veía capaz de empezar otra. Acabé llegando a la conclusión de que no somos nadie para establecer tiempos, nunca hay tiempos correctos, las cosas vienen cuando vienen y si lo forzamos, lo más probable es que lo acabemos perdiendo. Nacho es la persona más positiva, entregada y con más sentido del humor que he conocido nunca, todo se lo tomaba bien, respetando mis tiempos, sin forzar nada, sin esperar nada, simplemente estando y disfrutando de lo que había. Empezamos a salir, a los dos años nos prometimos y hasta ahora».
«Todo el proceso de la boda en general me ha encantado, pero el diseño del vestido ha sido lo más especial. Mi prima Alejandra y mi madrina Concha son las fundadoras de Alejandra Valero Atelier. Tengo una relación muy estrecha con ambas y dejarlo en sus manos y poder vivir este momento a su lado ha sido uno de los mayores regalos. Además de conocer mis gustos, saben lo que me sienta bien y lo que no».
«Mi vestido estaba formado por tres piezas. Esto es algo que me gusta mucho de las creaciones de Concha y Ale, todo es atemporal y la calidad es brutal. Cuentan con un equipo maravilloso al que he cogido mucho cariño y de verdad, no es porque les quiera mucho, que también, pero las recomendaría a cada novia».
«También ellas se encargaron del velo, que forma parte de su colección de edición limitada de novias que han lanzado este año. Era maravilloso todo bordado y lo que más me gusta es que sé que pasará a ser una pieza clave en la familia que podremos pasar de generación en generación».
«Diseñaron el vestido de mi madre que no podía estar más impresionante y sentirse más ella. Llevaba un vestido midi de organza de seda bordado en color nude».
La novia llevó unos zapatos de diseño de Franjul. «Me volví loca, no encontraba nada que me gustara. Soy un poco hippie, me paso el día en sandalias planas y si hay algo que tenía claro es que para la boda quería ir como voy todos los días. Los diseñe yo misma dos meses antes de la boda en Franjul. Nunca habían hecho este tipo de sandalias, pero les hice un dibujo de lo que quería y lo hicieron tal cual. Eran súper yo y comodísimos».
«De toda la papelería me he encargado yo, desde el concepto hasta el diseño e incluso la producción de algunas piezas como el seating y los meseros. Tengo una empresa de organización de eventos, Andrea’s World y me ha encantado organizar esta parte» nos cuenta la novia.
Le permitieron vestirse y maquillarse junto a su familia en el Monasterio de Lupiana en Guadalajara donde luego fue la celebración.
Pusieron un bodegón con pastillas de jabón de Jabones Pardo en los baños. «Es la fábrica de jabones de la familia de mi íntima amiga Miri. Es una antigua empresa familiar que ha ido pasando de generación en generación y se nota muchísimo el cariño que ponen en cada una de sus producciones».
El ramo es del Taller de Lucía. «Lucía entendió perfectamente lo que buscaba, tanto, que no me preocupé por el ramo, no lo vi hasta el momento de salir a la iglesia. El verano pasado le pedí a mi abuela que me enseñase a bordar para poder hacer el lazo del ramo, nos pasábamos las tardes en Galicia bordando juntas. El día de la boda le colgué al ramo unas medallas que nos habían regalado mis mejores amigas. Una de ellas era de la virgen de Covadonga, a la que Nacho y yo tenemos muchísimo cariño y la otra era con la virgen de Santa Ana».
«Todas las joyas fueron vintage. Los pendientes eran unos pendientes isabelinos que encontré en Ignacio Torres y que me regalaron mis amigas de la universidad. Además, los he hecho desmontables para poder ponérmelos en el día a día».
La pulsera que lleva es de Joyas Sardinero. «Fue el regalo que me hicieron mis suegros en la pedida, quería algo para poder llevar todos los días».
«Nacho estaba guapísimo. Se hizo un chaqué a medida en Toque de Sastre. Llevaba unos zapatos clásicos de Berwick y una camisa con sus iniciales bordadas. La corbata la compro en Fulham que es una de sus marcas favoritas, lo viste mucho en el día a día. Los gemelos que llevaba eran de Aguayo y el reloj que llevaba era un IWC, que fue el regalo de pedida de mis padres».
Se casaron en la iglesia de San Pedro Apóstol de Lupiana. «Está muy cerca del monasterio y nos pareció importante priorizar la comodidad de nuestros invitados».
«En cuanto a los niños de arras, de las niñas se encargaron Ale y Concha, iban vestidas de cuento. Llevaban un vestido largo bordado de flores con detalles de tul y puntillas voladas. Para los trajes de los niños contamos con Ussía. Paloma, la dueña, es íntima amiga de mi suegra. Me apetecía algo desenfadado y les pusimos unas guayaberas de lino natural con unos pantalones cortitos en rosa antiguo».
«Me puse un broche en la cabeza que me dejó mi padrino, el hermano gemelo de mi padre. Es una joya antigua familiar y quería llevar algo prestado, reconozco que soy un poco supersticiosa» nos cuenta Andrea, la novia.
La celebración fue en el Monasterio de Lupiana en Guadalajara. «Tenía claro que quería casarme por la noche, al aire libre y me apetecía mucho un sitio antiguo que tuviese un rollo decadente. Cuando lo vi lo tuve claro. Tardamos muy poco en cerrarlo, reunía todo lo que quería. Además, eran muy flexibles con todo, no tenían exclusividad con ningún proveedor, que para mí era fundamental».
Le encargaron toda la decoración floral a El Taller de Lucía. «Fue todo un acierto, entendió rapidísimo lo que quería y ha sido un proceso super fácil».
El catering lo preparó Samantha. «Es amiga de mi familia y suele hacer todos los eventos en casa. Siempre es un acierto. Hay que saber donde poner el peso de la boda y para mí es ahí, en la música y la comida, al final la gente de lo que se acuerda es de lo bien que ha comido y lo bien que se lo ha pasado, con Samantha esto primero está asegurado».
«Tenía súper claro que quería un cóctel divertido. La boda pasa súper rápido y quería disfrutar de cada minuto a tope. No podía dejarlo en mejores manos que las de Irene Santos. En cuanto le conté que me casaba le dije que no había nada que me hiciese más ilusión que cantase en la boda».
Para la música y la iluminación contamos con PartySon. «El trabajo de Alfonso y su equipo es de otro mundo, claramente juegan en otra liga. Además, me apetecía dar alguna sorpresa en el baile y contratamos a Miguel Sueiras. Me flipó que no sigue un guión. Es increíble su profesionalidad, lo recomiendo muchísimo».
Las fotografías de la boda las ha hecho Retrato De Un Instante. «Si hay algo que tuve muy muy claro desde el principio fue que quería dejar las fotos en manos de Paco Marín. Creo que fue el primer proveedor que cerré».