Casilda se casa

La boda de Andrea y Jordi en Santa Clotilde

Hace poco os hablé de Santa Clotilde, un nuevo emplazamiento para bodas y celebraciones (a partir de 2023) en Costa Brava que es un sueño. Es la casa familiar de Andrea, la novia de este artículo, y por su entorno parece que estás en la costa de Italia. Este lugar tan especial quiere alojar un número reducido de eventos «y así preservar la exclusividad del espacio». Andrea y Jordi se conocieron en una fiesta hace siete años y se acaban de casar aquí.

Andrea tuvo la suerte de contar con su prima Vicky Brea para que se encargara del maquillaje y peinado. «Al conocerme tan bien, me dejé asesorar por ella».

Los zapatos eran de Flor de Asoka que en Barcelona están a la venta en The Muse Collective.

Lo único que Andrea tenía claro sobre su vestido de novia era que fuese clásico, de manga larga, elegante y sencillo a la vez. «Fui un día a The Muse Collective a probarme cosas sin intención de salir de allí con nada decidido porque aún me faltaban sitios por mirar».

Sin embargo, Andrea salió con las medidas cogidas gracias a la complicidad que tuvo con Laura y el resto del equipo. «Me dieron muchísima tranquilidad, todo lo que me aconsejaban coincidía con lo que tenía en mente». Escogió una falda satinada de la colección que combinó con un top hecho a medida de georgette, cruzado por la espalda y mangas con volante en el puño.

Llevó un broche Art Déco de su abuela para sujetar la lazada de la cintura. A partir de él, Joaquim Nadal (el joyero de su abuela que trabaja en un pequeño taller en el barrio de Gracia) diseñó unos pendientes que combinasen.

Berta de Flors Rabassa se encargó del ramo de flores de la novia y de la decoración de la iglesia.

La ceremonia religiosa fue en la Ermita de Santa Cristina. «Parece de cuento, está delante del mar, es muy pequeña y pertenece a la cofradía de pescadores. En su interior, hay barcos de madera colgando del techo». Los padres de Andrea también se casaron allí.

Jordi entró a la ermita con la canción de I see fire de Ed Sheeran y Andrea entró con Hallelujah, ambas cantadas a capela.

Jordi y el padre de Andrea se hicieron el traje a medida en Santa Eulalia. Los gemelos del novio eran de su abuelo y el reloj era un Breitling Navitimer que le regalaron los padres de la novia en la pedida.

Santa Clotilde es uno de los sitios más especiales para los novios y su familia. En el año 1914 el bisabuelo de Andrea se enamoró de los terrenos y creó un jardín frente al mar. «Inició el proyecto sin paisajista, inspirándose en los jardines italianos de la época como el de Villa d’Este». El nombre de la casa es en honor a su primera mujer que murió muy joven y a quien le quiso dedicar los jardines.

La casa se construyó veintidós años más tarde y, «para nosotros, Santa Clotilde, siempre ha sido la casa familiar en la que nos hemos reunido toda la familia y pasado los veranos juntos», recuerda Andrea.

El catering lo sirvió Aspic. «Quisimos que fuese acorde a la influencia italiana y la ubicación tan próxima al mar». Ofrecieron tres bufés: uno de pasta italiana y embutidos, otro de tagliata que cortaban al momento en la barbacoa y otro de marisco. Terminaron con un plato único que fue rape a la brasa con verduras.

La música era una parte muy importante para los novios. «Queríamos que nos acompañase y envolviese durante toda la boda». Santa Clotilde cuenta con una sala con instrumentos donde el piano es el protagonista y lo colocaron en una zona muy visible del aperitivo. Contaron con la pianista Irene Moreno y el violinista Joan Valls en directo.

Todas las flores que decoraron Santa Clotilde son de Espacio Flores que pertenece a Covadonga Eguilior, amiga de la familia. Andrea tiene un estudio de interiorismo y quiso encargarse personalmente de esta parte. «Además de estar directamente relacionado con mi profesión, me apasiona y es un proceso que he disfrutado muchísimo. Como  Santa Clotilde, por sí sola, ya tiene muchísima fuerza intenté decorar como lo hubiese hecho mi abuela».

Las mesas imperiales estaban rodeadas por dos grandes cipreses y utilizaron la iluminación para separar las diferentes zonas. Los días antes de la boda, contaron con la ayuda de Barbara Martín para gestionar los montajes de todos los proveedores.

Eligió en Options todo aquello que había visto verano tras verano en casa: manteles de lino blancos; cubertería de plata; cristalería antigua tallada y platos vintage en tonos verdes y azules.

El regalo para los invitados fue una botella de aceite de oliva con una etiqueta diseñada por Andrea con el dibujo de Santa Clotilde y la fecha de la boda. La familia de Jordi es originaria de Garriguella (un pueblo del Alt Empordà) donde tienen campos de olivos.

Las invitaciones, el seating y todas las señalizaciones fueron obra de Ana Navarro de Tinta Gris. La minuta y los nombres de los invitados que iban en las mesas los hizo a mano María de Mero Pil Pil.

A pesar de que Andrea pidió que no hubiese discursos, «mi hermana pequeña se aventuró a preparar uno precioso que nos dejó a todos boquiabiertos. Nos hizo reír y llorar», recuerda la novia.

Al acabar la cena, «mi padre nos dedicó la canción Alfonsina y el mar en el piano».

Para el vals, quisieron innovar y Andrea y Jordi bailaron junto con siete parejas de amigos íntimos con los que estuvieron dando clases. La prima de la novia tocó en directo la canción Waltz in A Minor de Chopin.

Para la fiesta, contaron con Dj Janse y de la iluminación se encargó Alex Permanyer.

Todas las fotos son de Velvet Hush. «Fueron discretos, profesionales, resolutivos y muy sensibles. Estamos muy felices de haberlos elegido».