Casilda se casa

Lo que sí y lo que no me gusta (en una boda) VII

El año 2020 no tuvo piedad con las bodas que tuvieron que posponerse (repetidas veces), incluso se cancelaron. Pero desde la decepción, ha surgido una inesperada tendencia con la que yo siempre he soñado: las «microbodas». Es momento de olvidar todas tus expectativas y poner a trabajar la creatividad para conseguir una boda íntima memorable contra todo pronóstico.

Desde que escribí el último post de esta serie(en clave beauty), las cosas han cambiado mucho gracias, en parte, a esta tendencia y a una herramienta que arrasa con todo: Instagram. Comencemos con que la sección que más éxito tiene, aunque en todas las ocasiones hay alguna lectora que se enfada –normalmente acusándome de snob–.  Yo vuelvo a la carga porque me divierte y porque observo que, gracias a Dios, todo el mundo sigue haciendo lo que le da la gana en su boda sin importarle tanto mi opinión. Como debe ser.

LO QUE SÍ
– La música en directo todo el tiempo y al volumen adecuado. Para eso, La Repera es lo mejor: se adaptan al evento, escogen a los mejores músicos para cada tipo de celebración y consiguen crear un ambiente que nadie olvide. Siempre sí.

– Las microbodas: un vestido de algodón en una ermita en la montaña, una mesa con todos tus amigos y bailar hasta el amanecer.

– Las parejas en las que uno de los dos no se lo acaba de creer.

– Novios y/o invitados con un chaleco original como los de Castle of the Forest Sauvage.

– Poner en valor los pequeños detalles. Encargar unos meseros bordados en papel a Mar Romero Sobrino o una la vajilla pintada a mano personalizada para la mesa de los novios.

– Proyectores para que en las paredes se vean las películas favoritas de los novios mientras todo el mundo baila.

©Birdie

– Las bodas que no olvidan los detalles familiares. Como soplar unas velas si es el cumpleaños de alguien o que algún familiar toque una canción en directo porque siempre lo hace en las reuniones de Navidad. No hay que perder de vista que una boda es una fiesta familiar «por muy estirados que seamos todos» o por muchos invitados que haya.

– Optar por accesorios con historia y artesanales como los anillos de inspiración griega de Via Arcana que son mi última obsesión.

– Los retratos de familia con algunos miembros sentados.

©Dos más en la mesa

– Me gusta la gente agradecida en una boda de modo trasversal: los invitados con los novios y los novios con los invitados. Unos deben agradecer haber sido invitados y otros agradecer a los invitados su presencia y, a veces, el esfuerzo por acudir.

– Los ramos XXL. Creo firmemente que un ramo bonito salva a una novia sosa.

– Las sorpresas en las bodas. A veces los novios han contado tanto de los preparativos de su boda que los invitados se saben el evento de memoria.

– Que la novia utilice un perfume sutil. Mi último descubrimiento es White Tea de Elizabeth Arden. Es cálida, potente, sencilla y me recuerda a los pequeños placeres de la vida (sábanas limpias, el mar, el olor de un libro…).

©Nicola Arcenas

– Apostar por la fiesta de toda la vida. El DJ de la discoteca Marchica en Formigal, el kebab de tu pueblo de veraneo;  si te gustan en tu vida diaria ¿por qué no contar con ellos en tu boda?

©Cass Bird

– Regalar el libro de bodas de A-tipica (Ediciones El Viso). Más de 30 años de experiencia en unas imágenes inolvidables.

– Decorar con langostas y las rayas en general. Me encantan esos dos motivos.

– Las cámaras analógicas. Me gusta el aire retro de estas fotos que pueden hacer los propios invitados (como en la boda de Mariana), aunque cada vez más profesionales como Olea Photo apuestan por ello.

– Abrir el baile con Love is in the Air

– Retomar los viajes de novios nacionales como hacían nuestros abuelos. Estuve en el hotel  Es Racó D´artà de Mallorca y lo elegiría como destino con los ojos cerrados.

©frecklesnur

LO QUE NO

– Las novias que se dejan «aturullar» por los demás (normalmente suegras y madres). Las que empiezan con «quiero una mesa con macarrones» y una «boda diferente» y acaban celebrando la misma boda estándar.

– Los bajo platos de mimbre. Me cansan

– La boda patrocinada, retransmitida, etc. Las cuquibodas. Todo tan mono, tan igual, las mismas fincas, los mismos caterings… Que me hace sentir ese deja vu insoportable.

– Los proveedores que se aprovechan del momento boda.

– Las pedidas que se transforman en un show y dejan escapar el momento íntimo.

– Las sandalias doradas o plateadas demasiado metalizadas. Prefiero que tengan un tono desgastado, antiguo.

– Las novias que se lían mucho para ser diferentes. Las novias que acaban disfrazadas y se olvidan su estilo personal.

– Los gemelos fantasía. Las invitadas con medias color carne. Ya lo sabéis, pero yo sigo comentándolo.

– Los comentarios negativos sobre la celebración. Los invitados que se creen que están en Tripadvisor y olvidan que están en la boda de alguien a quien se supone que aprecian.

– La canción It’s raining men. No la soporto.

– El momento incómodo de los novios bailando entrando en el comedor. Siempre se alarga.

 Pasarse de experiencias culinarias. El sushi malo, los tacos fríos… Esa obsesión por los puestos y la innovación mal resuelta en el cóctel. Mejor un buen jamón.

– Los cubiertos y recipientes de madera en el aperitivo. Me da grima.

– Las perlas, las coletas tirabuzón y los zapatos «tochos».

– Las fotos de las alianzas.

– Los discursos. Por cada 20 malos hay uno bueno. No creo de verdad que sea necesario. Escribe una carta.

– Que a veces no entendáis la diferencia entre inspiración y aspiración y os creáis que quiero que os caséis en ropa interior y con ramos o sombreros más grandes que Madrid.