La boda de Pipi Hormaechea y Quique en Pontevedra
La fotógrafa Pipi Hormaechea ya nos adelantó cómo conoció a Quique hace ocho años «gracias a un taxi», cuando me descubría sus Trucos de belleza preboda. Resumiendo, «él se dejó el móvil en uno que compartimos de vuelta a casa junto con un amigo suyo y mi prima; cuando llegué a casa, me di cuenta de que había un móvil en el suelo y, al día siguiente, llamé al contacto “mamá” para poder devolverlo», cuenta la novia. Esa misma tarde fue a recogerlo e invitó a cenar a Pipi «por las molestias».
Ella es archiconocida por sus fotones para firmas de moda, muchas de ellas dentro del sector de las bodas. «Lo que me ha permitido rodearme de profesionales a los que admiro tanto y con los que ya he compartido muchas experiencias a lo largo de los años. Y, una de las cosas más bonitas que me llevo, es haberme puesto en sus manos», confiesa Pipi.
La noche anterior, celebraron la preboda en el Parador de Baiona, donde invitaron a sus amigos a una copa al atardecer.
Ni Pipi ni Quique son de Galicia, pero la novia va con sus padres desde pequeña a hacer «el viaje del norte» y ha vivido con él momentos muy importantes.
Para este día tan especial, la novia decidió utilizar el perfume For Her de Narciso Rodriguez. Como nos decía en sus trucos preboda: «Narciso lo reservo para los días que me apetece sentirme “guapa”, tiene algo que asocio a la feminidad y que me encanta. No sabría explicarlo mejor y, por supuesto, será mi olor el día de mi boda».
Pipi habla de su «no-vestido» de novia que «estuvo a punto de ser pantalón hasta un mes antes de la boda». Desde el primer momento, tuvo en mente la idea de una gabardina larga, pero, a la vez, tenía otras tantas muy dispersas. «No hay nada como ponerse en manos de alguien que te conoce y quiere, y eso es lo que más he disfrutado de mi vestido. Cada cita con Claudia Llagostera, Mónica Calles y Victoria de By Luneville era como estar en familia porque, además de mi madre y hermanas, quienes me aconsejaban y opinaban eran amigas», cuenta Pipi.
Al final, decidieron hacer el diseño con una base color crema, del mismo tono que las botas de Flor de Asoka. En la espalda, para conseguir la forma de gabardina la, tela se cruzaba con unos broches y caía por los lados haciendo como de túnica. Además, By Luneville hizo unos bordados en los hombros siguiendo los dibujos de la tela con apliques en tono oro viejo como los pendientes de Pipi para dar luz al vestido.
Para maquillar y el peinar, vino desde Madrid Rebecca Martín. «Tenemos mucha confianza y me maquilló con productos de Elisabeth Arden que son mis básicos del día a día», cuenta la novia. Además, vino con ella Jen Barreiro para maquillar a las hermanas de Pipi.
En el pelo llevó una cadena cruzada de Suma Cruz con pequeños detalles de perlas y piedras. «Me encantó llevar algo de una firma que sigo y admiro desde hace muchísimo tiempo», reconoce la novia. Fue un regalo de las amigas del colegio de Pipi.
Como joya, Pipi llevó el anillo que le regaló la familia de Quique en la pedida. Es un anillo lanzadera estilo art-decó de Bárcena Joyas. Y unos pendientes, regalo de su padre unos meses antes, «son una pieza única francesa del finales del siglo XVIII y me enamoré de ellos en Suecia, donde los vi en el escaparate de una joyería-anticuario.
El ramo de Pipi fue un regalo de Inés Urquijo, que fue hasta Galicia con su equipo para hacer todas las flores de la boda. «Me lo dio estando yo en toalla, saliendo de la ducha horas antes de la boda y me dio un abrazo que no olvidaré. Estaba nerviosísima y ella tiene una paz dentro que contagia», cuenta la novia.
La ceremonia fue en Santa María de Oia, una iglesia del siglo XII integrada en el monasterio que lleva el mismo nombre y que tiene la peculiaridad de que es el único en Europa Occidental tan cerca del mar.
En la puerta, los niños de arras entregaron un cuadernito que contaba la historia de la iglesia, del coro y servía de misal para seguir la celebración. «Llevaba en la portada un dibujo que hice en acuarela del monasterio y los trazos de mi abuela». Como no podía ser de otra forma, fueron vestidos de Atelier la Nonna, la firma de arras y ceremonia que fundó Pipi con su madre en el año 2017.
Eligieron El Coro Marín de Lastres formado por más de treinta hombres pescadores y sus hijos. «Después de despedir la misa con la Salve Marinera, Quique y yo salimos juntos, pero sin ningún tipo de música. Se hizo un silencio durante todo el pasillo hasta que llegamos a la puerta y el coro empezó a cantar muy fuerte Viento del Norte.
«Conocimos al conductor de La Chistera que Salió del Coche gracias a otros novios de nuestro cursillo prematrimonial. Arturo me llevó con mi padre siendo testigo de los nervios y, después, nos preparó un detallazo para el trayecto hasta el Pazo con música Iván Ferreiro y una cesta-picnic con Estrella Galicia para nosotros», recuerda Pipi.
La celebración posterior fue en el Pazo de Touza, «Rosa y Nuria consiguieron que los preparativos a distancia pareciesen pan comido. Les estaremos agradecidos siempre». El catering lo sirvió Nuria Cervera Chefs. Para la decoración, contaron con Inés Urquijo y su equipo, «a quienes pedí meter el verde de Galicia dentro del comedor, la carpa y la iglesia».
Además conté con la empresa En 2 Detalles para algunas cosas de decoración del comedor. Todas las sillas de bambú, los bajo platos y las copas talladas dieron el toque de campo que queríamos en el interior del comedor.
Pipi abrió el baile con su padre y después bailó con Quique la canción Take this Waltz de Leonard Cohen. Para terminar, Alex de Tocata «puso música al baile, tuvimos que alargar y alargar la salida de los autobuses porque no podíamos parar de bailar». Cerraron la fiesta con Turnedo de Iván Ferreiro, la canción de los novios que se convirtió en el himno del fin de semana.
Todas las fotos son Pablo Gómez Ogando con Assiah Alcázar, «no son fotógrafos de boda, pero tienen un ojo muy sensible y nada cursi ni posado que era justo lo que buscaba», reconoce la novia. El vídeo lo hizo Iván Varela Suárez.