Casilda se casa

La boda de Patricia y Jorge en el Pazo de Sergude

Patricia y Jorge estudiaron Medicina en Pamplona y, a pesar de estar en la misma clase, no se conocían porque eran más de 200 alumnos. En el cuarto año de carrera, coincidieron en unas prácticas. Seis años después, Jorge le pidió que se casara con él en Santander donde viven actualmente.

«Fue el verano pasado en la playa de Los Locos. Él es de Marbella y creo que se imaginaba una puesta de sol perfecta sobre el mar, pero no contó con el tiempo del norte y la realidad fue que diluviaba… Aún así me lo pidió con la lluvia y el viento y nos reímos mucho. El anillo estaba diseñado por él e iba dentro de una cajita de música con una canción de nuestro concierto preferido». Lo hizo un amigo de los novios de Madrid.

Mientras Patricia se preparaba, llevó un vestido lencero de Rouje «que tenía súper fichado, porque me recuerda al estilo de Florence and the Machine que me flipa» y no se veía con bata y camisón.

Además del anillo de pedida, Patricia llevó unos pendientes antiguos de la familia de su suegra y una tiara hecha a mano por las chicas de Marucca, en Sevilla, que compró por internet.

A Patricia siempre le ha atraído la moda, «todas las temporadas me estudio los desfiles de mis marcas preferidas, y siempre había pensado en diseñarme mi propio vestido», cuenta la novia. Sin embargo, debido a su trabajo como cirujana, decidió buscar una diseñadora en la que pudiera confiar. Gracias a Instagram, Patricia conocía el trabajo de Castellar Granados y fue a verla. «Después de acumular mil recortes, la única inspiración que llevé fue un vestido sencillísimo de cuello cerrado, manga larga y cortado al bies que llevó Lindsey Wixson a los premios Marie Claire en 2016».

Sabela Sanmartín se encargó del maquillaje y el pelo de la novia. «Yo a diario no me maquillo y siempre llevo el pelo suelto al natural. Sabela me ganó cuando me dijo que podía secarme el pelo al aire esa mañana». Patricia quería una versión menos princesa de Amanda Seyfried en la gala MET de 2018.

La novia quería llevar el pelo suelto, poca cola y sin velo ni encajes. «Cuando me presentó el boceto, me enamoré tanto que el vestido final es idéntico a aquel primer dibujo. Castellar es maravillosa, muy perfeccionista y con una visión muy arquitectónica del cuerpo y de lo que quiere conseguir. Me encantó el proceso, todo fue facilísimo con ella», recuerda Patricia.

Del ramo y la decoración de la iglesia se encargaron Ai Carmiña, de Coruña. «Ánxela y Elena son las mejores, les pedí anémonas para el ramo y las encargaron a Guatemala porque no era época en Europa». Patricia llevó un ramo sencillo con anémonas de centro negro sin arreglar.

Jorge, el novio, llevaba un chaqué a medida de Garayo, en Santander, y chaleco de Man 1924. Los gemelos eran el escudo de Medicina en oro, regalo de su abuela Geo, y llevaba un reloj muy especial: el Rolex de acero y oro de su difunto abuelo.

La ceremonia fue en la Iglesia de San Xoán Bautista de Xornes por su encanto y proximidad, ya que está enfrente del Pazo de Sergude donde fue la celebración posterior. Ofició la misa Don Álvaro, un sacerdote de Marbella amigo del novio y contaron con Cantabile, una escolanía compuesta por veinte niños «que lo hicieron fenomenal, ¡súper recomendables!», recuerda Patricia.

Cuenta Patricia que tenía claro desde el principio que, para los zapatos, «quería algo minimalista en color negro». Se decantó por las míticas Nudist de Stuart Weitzman.

A la salida, fueron en un Volkswagen escarabajo del año 63.

«Escogimos el Pazo de Sergude con su propio catering que es espectacular. Fui a verlo con una amiga antes de saber que me casaba. Era diciembre, llovía a cántaros y estaba todo vacío; y en ese momento vi clarísimo que quería casarme allí», recuerda la novia. Sirvieron un menú homenaje a Galicia a base de productos del mar y de ternera gallega. Durante el aperitivo, contaron con la musica en directo de Young Forest, «a los dos nos encanta el folk y fue lo primero que contratamos».

De toda la papelería de la boda se encargó la propia novia que, mientras estudiaba en la universidad, creó un pequeño negocio de retratos por encargo que mantiene a través de Instagram. Se inspiró en la ilustradora Happy Menocal para las invitaciones y los meseros.

Patricia reconoce que «todos los espacios del Pazo de Sergude son preciosos, pero, sin duda, su comedor en medio del bosque es lo que hizo que los invitados alucinaran».

Además, abrieron el baile con la misma banda en directo que tocaron la canción Whagon Wheel. Patricia se quitó la tiara y se puso unos pendientes de Uterqüe.

En la fiesta final pinchó DJ Roberto de R Música que «mantuvo la pista de baile llena hasta el final y prácticamente hubo que echar a la gente», recuerda Patricia.

Todas las fotos son de Liven Photography.

Otros posts relacionados:

– La boda de Teresa y Borja en el Pazo de Sergude

– Una boda en La Coruña

– La boda de Andrea y Álvaro en Coruña II

Otros artículos relacionados: