La boda de Marta y Esteban en Finca Aldeallana I
Marta es la fundadora de Culto, una marca de complementos que verá la luz en las próximas semanas. «Dos de los proyectos más importantes de mi vida se han juntado el mismo año, algo que para muchos es una locura y a mí me parece maravilloso», confiesa la novia. Ella y Esteban se conocieron en el trabajo y se casaron el pasado mes de septiembre en Finca Aldeallana, en Segovia.
Para prepararse, Marta llevó un kimono rojo de flores de Namur Collection y Eva Escolano se encargó de maquillarla y peinarla.
El vestido de Marta fue un regalo de su madre y lo diseñó Laura Ponte. «Siempre tuve claro que quería un vestido diferente y cuando vi que Laura había empezado a dedicarse a esto, supe que tenía que ir a visitarla», cuenta la novia. En la primer cita, la diseñadora le enseñó lo que llama “sus juguetes”, piezas antiguas, especiales y diferentes. «Yo me enamoré de una de esas piezas, que es de la que salen la cola de mi vestido y todos los detalles de pedrería. Laura la compró en París en un anticuario».
En cuanto al diseño, Marta sabía que quería llevar un body de tul de seda con cuello alto, «el resto lo fuimos creando juntas durante todas las pruebas. Si algo echo de menos, son las horas que dedicábamos a las pruebas», recuerda.
«Laura tiene un equipo excepcional, pero Cris se merece una mención especial. El esfuerzo y la dedicación que ponen a cada una de sus novias, no tiene precio… Y cuándo me dieron la noticia de que venían a vestirme el día de la boda, me hizo muchísima ilusión», recuerda Marta.
La novia llevó primero las sandalias Mimi de Jimmy Choo, regalo de Maca, su suegra. Y, para el baile, se las cambió por unas de esparto con plataforma de Castañer, regalo de la familia, hechas con la misma tela del vestido.
Como joyas, la novia llevó el anillo de pedida que diseñaron Esteban y Carlota, hermana de Marta, inspirado en la época Art Decó. Y unos pendientes de CO YN que le regalaron sus amigas.
Esteban llevaba un chaqué a medida de Cherrypickers hecho en un tejido azul príncipe de gales; unos gemelos de plata, regalo de su madre; y el reloj de pedida, un IWC Pilot.
La ceremonia fue en la Iglesia de Santo Tomás de Canterbury, en Vegas de Matute. «Desde el primer momento nos pareció muy especial, tiene muchísimo colorido y un encanto muy especial», cuenta Marta. Victoria Cubo se encargó del protocolo para que todo saliera perfecto y contaron con el Coro Las Veredas, elegido por los novios para dar una sorpresa a sus padres.
De toda la decoración floral se encargó Maite de Balbina Brunia. Marta cuenta que Maite tiene algo muy especial que les enamoró. «Trabajó muchísimo la idea para que encajara a la perfección tanto en la iglesia como en la finca y creo que el resultado lo dice todo».
Todas las fotos son de Alejandra Ortiz, que «es especialista en captar los mejores momentos» y el vídeo de 2Brothers.
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