La boda de Rocío y Víctor en Tarazona (Zaragoza)
Víctor y Rocío se conocen desde la universidad, se casaron en Tarazona (Zaragoza) y cada detalle de su boda fue único. Empezando por el vestido que «para hacerme a la idea de cómo lo quería, creé una carpeta en el móvil en la que iba guardando pantallazos de telas; texturas; dibujos y diseños que me gustaban», cuenta la novia. «Me di cuenta de que la mayoría eran diseños de Alejandra Valero así que me puse en contacto con ella». Rocío tenía claro que el vestido tenía que ser de plumeti y que quería ir velada.
«Quería un vestido ambientado en la pelicula Orgullo y Prejuicio, pero también con toques de los años 60/70, Alejandra tuvo mucha paciencia conmigo», cuenta Rocío. Alejandra Valero hizo un vestido con unas mangas convertibles recogidas para la ceremonia y acampanadas para la fiesta y utilizó tul de plumeti y trozos de telas de diferentes estilos para la espalda. «Puedo decir que, de todos lo preparativos, lo que más disfruté fue el vestido», asegura la novia. Los niños iban vestidos de Teresa&Leticia, tías del novio.
Rocío contó con su peluquera de toda la vida, María de la Peluquería Eclipse en Tarazona que «se desplazó hasta mi casa con todo su equipo. Quería un moño bajo al que añadimos unas trenzas a los lados para soltarme el pelo en el baile». Para sujetarlo, utilizó las peinetas típicas del traje tradicional de Aragón. Del maquillaje se encargó Álvaro Talayero que consiguió el look natural que buscaba la novia.
La ceremonia fue en el Monasterio de Veruela. Rocío siempre había querido casarse ahí «tanto por el paro antes de llegar a la iglesia como por el entorno que es mágico y está lleno de historia».
El hermano y los primos de Rocío tocaron y cantaron en directo la canción The Wind de Cat Stevens. Y, durante la ceremonia, contaron con las voces del barítono Antonio Leyva y la soprano Elena Salvatierra.
Las únicas joyas que llevó la novia fueron el anillo de pedida que le regaló Víctor y unos pendientes de Frivolité, «una tienda ideal de completos tradicionales y antiguos de Zaragoza».
Toda la decoración floral fue obra de la Floristería Aznar que siguió el estilo campestre que buscaba la novio. El ramo también seguía esa línea y Rocío lo sujetó con la medida y una medalla de la Virgen del Pilar, regalo de su hermana y su amiga María.
La celebración posterior fue en la finca de la familia de la novia, Torre de Leyva. «Es una suerte haber podido celebrarlo en mi casa, en la ciudad donde he vivido siempre y tengo tantos buenos recuerdos».
Víctor llevaba un chaqué y camisa de Tom Black y corbata de Dr. Mutton.
Durante el cóctel, como sorpresa, los padres de Rocío encargaron una actuación de cante y baile tradicionales de Aragón. «Me emocioné muchísimo ya que uno de ellos había sido mi profesor de canto cuando yo era pequeña. No me pudo hacer mas ilusión», recuerda la novia.
El catering lo sirvió el equipo de Maher.
«Lo más importante de la boda para nosotros era la música», cuenta Rocío. En las familias de los novios, siempre ha estado muy presente y ambas están llenas de músicos con grupos amateur como The Honey Matches o Modesty Blaise; y otros que incluso lo hacen de forma profesional como Valparadiso, Mon Vázquez y Diego, primo de Víctor, que es el batería de Rosario Flores.
Juntaron a todos en salas de ensayo y crearon una lista de canciones. Tras la cena, Rocío y Víctor dieron un concierto de varias horas, «fue un subidón, los invitadas no paraban de cantar y bailar. Como broche final, nos subimos a cantar todos juntos Hey Jude de los Beatles».
Para el resto de la noche contaron con Arturo Paniagua. «Nos quedamos hasta que se hizo de día con baño en la piscina, novios incluidos, para terminar», recuerda Rocío.
Las fotos son de Ana Maristany y Jaime Erice y el vídeo de Carlos Aparicio.
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