El rosa puede no ser tan malo
Hasta hace unos meses, vestir de rosa y no resultar cursi (sobre todo siendo rubia) me parecía una cosa absolutamente imposible. En mi imaginario particular, el rosa era la Reina Letizia con ese sombrero mal encajado en la boda de Kate Middleton, ñoñería (a pesar de que hago un blog donde el rosa podría decirse que tiene un papel relevante) y ‘madrina de boda’. No era para mí. Entonces me topé con este look de Kate Bosworth -con ese pisado tan Fortuny, de Jil Sander, y esos zapatos minimal, todo tan arquitectónico- y se me empezó a quitar la idea de la cabeza.
Justo después empecé a ver tendencia en todas partes. En los desfiles de Balenciaga, Céline, Rochas o Valentino de primavera verano 2017 aparecía un vestido color rosa que me hacía suspirar. Si tengo que elegir, me quedo con su tonalidad más clara: maquillaje o cuarzo. Todavía no se si me atreveré con él, pero aquí os dejo unas cuantas ideas para vestir de invitada que demuestran que el rosa puede no ser tan malo.
-Un vestido túnica de Valentino. Imagino que lo viste una Florence Welch, personaje casildístico donde los haya, descalza y bailando en una boda.
-Con un lazo negro, de Sophie and Lucie.
-Un vestido safari de Mango.
-El combo perfecto, según Rochas. ¿Rosa y mostaza? Desde ahora, siempre si.
-El vestido-para-todo, de Uterqüe.
-Lazos en Chloé. En esa belleza que fue su último desfile.
-Plumas en Prada.
-Minimal en Valentino
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