Anabel Vázquez x Matalascañas

Quién es
Anabel Vázquez en su tarjeta de visita («sí, las tengo y uso», nos recalca) admite “hacer muchas cosas”. Para empezar, es cofundadora de una marca de cosmética que probablemente te sonará, Laconicum. También tiene una faceta redactora que le ha llevado a escribir para medios como Condé Nast Traveler, S Moda, Vanity Fair y Fotogramas. Y, por si no fuera suficiente, colabora con marcas para la creación de contenidos y la ideación de branding y estrategias. «Tengo tendencia a meterme en líos estupendos», bromea. La sensación de viajar y volver a casa es, sin duda, una de sus favoritas.
Qué relación tiene con Matalascañas
«He veraneado en esta playa de Huelva todos los veranos de mi vida, desde que era un pueblo pequeño repleto de alemanes y despistados hasta hoy, cuando es una urbanización tranquila que aún conserva el aire familiar y la arquitectura de los años 70 y 80. Nunca falto a mi semana allí. Durante este tiempo no me maquillo, me paso el día descalza o con una alpargata y me entrego a los paseos y las novelas largas».
1. Algún disco, libro o película para preparar el viaje
«’Leviatán o la ballena’, de Philip Hoare. Sí, es un libro sobre ballenas y, sí, también es fabuloso. Lo recomiendo sin parar. Lo leí hace unos años sobre la arena y cuál fue mi sorpresa, cuando descubrí que esta playa de Huelva aparece en sus páginas. Tendréis que leerlo para ver por qué».

2. Desayuno
«Mi desayuno perfecto es en la calle, salado y leyendo la prensa. En La Bota se cultiva de esa manera desde los inicios de esta playa, allá por los 70. En su terraza pido media con jamón, que no es medio mollete o bollo, es una medida propia. Ahí nos reunimos los pioneros, navegantes del Mayflower de Matalascañas».
3. Aperitivo
«Este momento se puede afrontar desde dos lugares: frente al mar o en el centro del pueblo. Si elegimos la primera opción, nos sentaremos en un taburete en La Barca y pediremos un vino blanco y una tapa de sardinas asadas. Si preferimos la segunda, nos sentaremos en Jamones Charly y pediremos jamón de Jabugo, chacinas o queso. Aquí solo hay calidad extrema. En el pueblo aperitivan los lugareños y en la playa los visitantes. Me considero perteneciente a ambas categorías, porque mi familia veranea en esta playa desde principios de los 70».

4. Comida
«No hay duda. La mejor comida se disfruta con el pelo y el caftán mojados y la piel tirante por el sol. Es en Pedro José, un chiringuito a pie de playa, junto al faro; ahí hay que entregarse a las coquinas, los boquerones, tomates aliñados y, quizás, a un arroz.».

5. Cena
«Los Pepes. Otro lugar histórico de la playa: son mis preferidos. Este está en el paseo marítimo. Cenar gambas y pescado escuchando el murmullo del mar es otro nivel, no descubro nada».

6. Copas
«No tomo copas ni salgo por la noche: prefiero tomar un helado de chocolate de La Ibense, otro clásico, manchándome las manos y quedarme en casa viendo una película o leyendo; soy así de aburrida, me temo. Sí hay un lugar curioso para tomar un cocktail al atardecer: Heidi Banana, un chiringuito rodeado de dunas y fuera de la zona más urbana que te conecta con la naturaleza, que esa lo que uno viene aquí».

7. Hotel
«Kukutana. Este lugar es tan especial que me da miedo revelarlo. Se trata de un cortijo situado en el límite del Coto Doñana que se alquila entera o por habitaciones (tiene 7). Es exquisito, tiene una piscina magnífica y permite disfrutar de Matalascañas y también de su gastronomía y del paisaje que lo rodea, que a ratos parece Kenia y a ratos solo se parece a sí mismo. Una opción junto al mar es el Gran Hotel el Coto, también lindando con Doñana».

8. “Tu plan estrella”
«Dar un paseo por la orilla después de desayunar y darme un baño (o varios) en total soledad y con la playa desierta. Leer sin parar de 7 a 9 de la tarde en la playa. Ir a cenar una noche al Rocío y hacer doscientas fotos y decir por enésima vez: “parece un pueblo del Oeste”».

9. ¿Qué comprar y dónde?
«Jamón y delicias de la sierra de Huelva. Encurtidos y fruta en el mercado de los jueves».
10. Un descubrimiento personal
«Me gustan las liturgias y que cada año sea igual. Encuentro paz en la repetición: el paseo matutino, el aperitivo, la siesta, la lectura en la playa de tarde y la cena en la plaza».

11. Algo que no sepa mucha gente
«Incluso en los fines de semana de julio y agosto puedes caminar cinco minutos a la derecha de “la piedra” (como se llama a los restos de la torre de vigilancia del siglo XVI que yace en la arena de la playa) y no ver a nadie. Hay una playa virgen esperándote».
