Casilda se casa

La boda de Carlota y Jacobo en Madriguera (Riaza)

Carlota y Jacobo se conocían de toda la vida, pero su historia empezó en un aperitivo con sus mejores amigos casados entre sí, Leti y Montiel. El Día de Reyes de 2022 oficializaron su noviazgo y este 2025 han celebrado su boda en Madriguera, Riaza.

«Nunca me imaginé vestida de novia, el blanco no es mi fuerte, pero una vez me lo pidió Jacobo supe que Teresa Helbig era mi favorita», asegura la novia. «No fuimos a más diseñadores porque dentro del mundo boda me parece la más divertida y diferente. Fui con mi madre y mi hermana y vimos un único modelo del que nos enamoramos y a partir de ahí fuimos construyéndolo con el equipo Helbig: Tere, Leyre, Laura y Manuela son increíbles. Mi madre también llevó un vestido Helbig y mi hermana, un referente de moda para mí, eligió a Marcos Luengo», añade. «Mi suegra y mi cuñada confiaron en Pilar Serra, con la que mi cuñada se hizo su vestido de novia».

«Nunca voy en tacones y tenía clarísimo que quería ir cómoda. Encontramos de repente el zapato perfecto: unas bailarinas tipo ballet de Carolina Herrera. Para la fiesta para darle un toque de color me cambie a unas Sveti Stefan, que soy fan numero uno de su marca».

«En cuanto al maquillaje, no suelo arreglarme muchísimo, pero desde siempre el equipo de Bobbi Brown es el favorito en casa. Nos conocen perfectamente y el trabajo de Carmen y Myriam fue brutal. Me sentí muy yo y súper natural. Para el peinado le pedimos a Marta Manso, que es parte de la familia casi desde hace 15 años, que nos ayudara en un día tan especial. Nos peinó a las cinco mujeres de casa, una máquina».

«En la segunda prueba decidimos que al vestido había que ponerle un velo a modo de chal y mi madre me prestó el broche que había llevado también mi hermana Celia en su boda. Para los pendientes, dudamos muchísimo y, al final, en Joyería Pérez diseñaron los que más favorecían del mundo. Me hacia ilusión comprarme unos para la boda con la idea de que los hereden nuestras futuras hijas», confiesa la novia.

«En mi casa los tocados son obligatorios. El equipo de Conchitta nos hizo tres en tiempo récord para mi madre, mi hermana y para mí en el baile. Además, todas mis amigas llevaban pamelazas y sombreros espectaculares, me hizo mucha ilusión».

«Jacobo llevaba un chaqué de su abuelo materno, del que ha heredado piezas espectaculares, de esas que ya no se hacen y como a él le gustan. Decidimos coserle en la solapa la insignia del Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid, de la que forma parte, en recuerdo de su padre, Álvaro, que estuvo muy presente en un día tan especial».

La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia de San Pedro. «Siempre hablamos de casarnos en un sitio que tuviera “sentido” y decidimos que era perfecto donde solemos ir los fines de semana. Madriguera, un pueblo rojo de la provincia de Segovia donde mis padres tienen una casa y donde Jacobo guarda su moto, regalo de nuestra pedida. Todo el pueblo se volcó con nosotros para que estuviera espectacular», cuentan los novios.

«A la salida de la iglesia cogimos “caracol”, un defender antiguo que compramos y camperizamos después de un viaje que hicimos a Escocia. Nos hizo mucha ilusión porque es nuestro coche de escapada de findes, que alquilamos de vez en cuando a amigos que tienen la misma afición».

Para la celebración escogieron el Molino de la Ferrería. «Alejandro y Mónica, los dueños, nos dejaron ponerlo todo como nos lo imaginábamos. Siempre soñamos con comprarlo e irnos a vivir ahí para explotarlo como hotel o restaurante. Mis amigas más íntimas durmieron allí y fueron las primeras en descubrir todo».

La decoración y las flores estuvieron a cargo de Marengo. «Para Jimena no tengo palabras, tiene un gustazo. Sabía que para un sitio así mas rústico lo iba a bordar y así fue. Todo verde, todo rústico. Nos ayudó en todo y hasta me dejó mil ramos para mi ultima prueba de vestido».

La papelería es de Mero Pil Pil. «María fue la primera con que hablamos porque es la mejor haciendo esto, pero a las semanas fuimos a visitar la Fundación A LA PAR y no pudimos evitar hacer las invitaciones, misales y meseros con ellos. Su trabajo es impecable y la labor que hacen es alucinante. María nos hizo unos sacos a mano brutales para el seating, me encapriché con eso y lo hizo realidad, es una pedazo de artista. Además, me hizo un cuadro ideal para mi amiga Cris dedicado a su hija que llegara en breves».

El catering fue de La Boheme. «Nos encanta comer y, una vez empezamos a hablar con Pascu, nos chifló. Al contarle nuestra idea de dar lentejas, resultó que los platos de cuchara son su especialidad. Nos sorprendió en todo, parece que es lo que llevan haciendo toda la vida. Su equipo, Elena y Nacho, entre otros, nos cuidaron a lo largo de todo el proceso, y nos aguantaron con nuestras peticiones tan “raras” para una boda: quesos de postre, puesto de ibéricos… El broche final fue brutal, sus smashed burgers (Boogie burgers). Al menos 20 invitados nos preguntaron donde encargarlas para pasar la resaca del domingo».

«Para la organización, en todo momento nos ayudó Gloria Zunzunegui. Resultó un acierto. Cuando el tiempo no acompañaba, ella y BC Carpas cambiaron el espacio en solo dos días».

La música estuvo a cargo del coro Molto Vivace. «Mi suegra Myriam tiene un gustazo para la música y les conocía. Ella y mi padre eligieron con ellos una música espectacular, hasta cantaron el himno de la Almudena en recuerdo de mi abuela. Fue imposible no emocionarnos».

Las fotografías las hizo Pelayo, de Plata.forma. «Desde hacía tiempo flipaba con sus fotos. Efectivamente, fue un aciertazo. Para el vídeo, también quisimos que nos ayudara Lath Studio, una empresa que ha montado un amigo mío. Son los mejores, el equipo y el resultado son brutales».