Casilda se casa

La boda de Ana y Gonzalo en Sanxenxo

A Ana y a Gonzalo les presentó un amigo en común hace unos cuantos años en plena feria de Jerez. «Pero realmente no tuvimos contacto hasta que una tarde nos encontramos en la esquina de Velázquez con Ayala. Le saludé y estuvimos hablando un ratito», recuerda la novia. Una fiesta organizada por sus amigos y amigas les hizo reencontrarse de nuevo, esta vez en Sevilla. «Pasamos todo el fin de semana juntos y ahí empezó todo. Diez meses después me pidió matrimonio en la misma esquina en la que nos encontramos por primera vez», cuenta Ana emocionada. Gonzalo recreó aquel primer paseo juntos hasta pedirle que se casara con ella a la misma hora que se encontraron. Una unión que finalmente tuvo lugar el pasado 5 de octubre de 2024, en Sanxenxo.

Para prepararse Ana escogió un camisón y bata de Namur y unas bailarinas Double Lace, de Sveti Stefan.

El vestido es obra de Miguel Marinero. «Mi madre se hizo allí el vestido que llevó en la boda de mi hermana y siempre me ha encantado su estilo asimétrico y cómo juega con las formas. Todo el proceso fue super fácil y divertidísimo», asegura la novia. «Le conté que quería algo moderno pero elegante, ligeramente regio y sin mucha floritura. Captó la idea al instante. Además, le dije que quería una tela que encajase con el entorno en el que nos casábamos (Galicia) y me sacó una seda rústica espectacular».

El maquillaje y peinado estuvieron a cargo de Moi Freire. «Llegué a él gracias a mi amiga Inés Botella, fundadora de Anoei, es su maquillador de confianza. Es espectacular. Tenía clarísimo lo que quería: un moño bailarina a media altura, pero con un toque moderno, y un maquillaje favorecedor no muy recargado. Lo clavó», asegura.

«Sobre las joyas, me encantaba la idea de llevar algo regalado por cada parte de la familia, un poco a modo tradición. Llevé el anillo que me regaló la familia de Gonzalo en la pedida, otro cruzado de brillantes que me regalaron mis padres y las alianzas fueron un detalle de mi hermana y su marido. Los pendientes también fueron muy especiales porque los diseñé con mi madre y decidí darle un toque diferente al vestido con un broche antiguo estilo art deco», explica la novia.

La ceremonia tuvo lugar en el Monasterio de San Xoan de Poio. «Lo veíamos siempre desde la ría cuando navegábamos y me encantaba», rememora. «Al casarnos en un entorno un poco rústico no me veía mucho con sandalias o tacones de aguja, por eso opté por unas cuñas de la marca italiana Vibi Venezia, de satén color vainilla. Encajaban a la perfección con el estilo del traje y el entorno y estuve comodísima todo el día».

Para las flores de la iglesia y la celebración trabajaron con Elena Suárez y su equipo.

«La cola del traje era desmontable y la hicimos de organza de doble capa. Medía cuatro metros. El velo era de gasa de doble capa también y ligeramente más largo que la cola».

El novio llevó chaqué, chaleco y camisa de Suitz. «Eligió un estilo clásico, pero con levita gris marengo combinado con chaleco color blanco roto, camisa azul cielo y corbata azul marino de fulham. Lo conjuntó con unos gemelos de Pedro Durán que le regalaron sus abuelos por sus 18 y el reloj que le regaló mi familia por la pedida».

Celebraron la preboda en el club náutico de Sanxenxo y, tras la ceremonia religiosa, se trasladaron al Pazo da Buzaca para el banquete y la fiesta. «Gonzalo es gallego y ha veraneado desde pequeño en Sanxenxo, por lo que le hacía muchísima ilusión casarse allí. Cuando fuimos a visitarlo, vimos la casa familiar del pazo hecha de piedra con un aire tan acogedor, los hórreos, la mini capilla y las vistas desde lo alto al bosque de eucaliptos… Simplemente me enamoré», confiesa Ana.

«El ramo lo hice con Elena Suárez. Quería algo desenfadado y con un poco de caída. Usamos tonos blancos y verdes, con dalias combinado con flores y brotes salvajes de la zona», cuenta.

La decoración y las flores las diseñó Iria Casteleiro, como wedding planer y decoradora. «Optamos por una decoración del comedor en tonos caldero», explica.

Las invitaciones y misales los hicieron con la Fundación Aladina. Los meseros y sitting plan lo hicimos con Markar by areynolds. «Quedaron preciosos y encajaban perfectamente con el estilo gallego que buscábamos».

Para el catering optaron por Pepe Vieira. «Uno de los principales motivos por los que elegimos el Pazo da Buzaca. Le dábamos mucha importancia a que en nuestra boda se comiese muy bien y más con el gran producto que hay en Galicia. Sabíamos que con Pepe Vieira no íbamos a fallar y así fue. Lo invitados no paran de decirnos lo bien que comieron ese día».

La música la puso Dj Alberto Garal. «También trabajamos con Grupo Insieme para el conjunto de la Iglesia, gaiteros que recibieron en la entrada del pazo a los invitados y el grupo cubano para amenizar el cocktail. En el baile de los novios bailamos Andante, Andante, de ABBA, un guiño a mi abuela que falleció un mes antes de la boda. Fue muy especial poder dedicarle ese momento».

La fotografía y vídeo estuvieron a cargo de Rosa Taboada. «Fue un gusto trabajar con ella desde el primer momento. A pesar de todo lo que llovió, consiguieron captar cada momento, el resultado ha sido increíble».