La boda de Ana y Gonzalo en Sanxenxo

A Ana y a Gonzalo les presentó un amigo en común hace unos cuantos años en plena feria de Jerez. «Pero realmente no tuvimos contacto hasta que una tarde nos encontramos en la esquina de Velázquez con Ayala. Le saludé y estuvimos hablando un ratito», recuerda la novia. Una fiesta organizada por sus amigos y amigas les hizo reencontrarse de nuevo, esta vez en Sevilla. «Pasamos todo el fin de semana juntos y ahí empezó todo. Diez meses después me pidió matrimonio en la misma esquina en la que nos encontramos por primera vez», cuenta Ana emocionada. Gonzalo recreó aquel primer paseo juntos hasta pedirle que se casara con ella a la misma hora que se encontraron. Una unión que finalmente tuvo lugar el pasado 5 de octubre de 2024, en Sanxenxo.

Para prepararse Ana escogió un camisón y bata de Namur y unas bailarinas Double Lace, de Sveti Stefan.


El maquillaje y peinado estuvieron a cargo de Moi Freire. «Llegué a él gracias a mi amiga Inés Botella, fundadora de Anoei, es su maquillador de confianza. Es espectacular. Tenía clarísimo lo que quería: un moño bailarina a media altura, pero con un toque moderno, y un maquillaje favorecedor no muy recargado. Lo clavó», asegura.






Para las flores de la iglesia y la celebración trabajaron con Elena Suárez y su equipo.




El novio llevó chaqué, chaleco y camisa de Suitz. «Eligió un estilo clásico, pero con levita gris marengo combinado con chaleco color blanco roto, camisa azul cielo y corbata azul marino de fulham. Lo conjuntó con unos gemelos de Pedro Durán que le regalaron sus abuelos por sus 18 y el reloj que le regaló mi familia por la pedida».

Celebraron la preboda en el club náutico de Sanxenxo y, tras la ceremonia religiosa, se trasladaron al Pazo da Buzaca para el banquete y la fiesta. «Gonzalo es gallego y ha veraneado desde pequeño en Sanxenxo, por lo que le hacía muchísima ilusión casarse allí. Cuando fuimos a visitarlo, vimos la casa familiar del pazo hecha de piedra con un aire tan acogedor, los hórreos, la mini capilla y las vistas desde lo alto al bosque de eucaliptos… Simplemente me enamoré», confiesa Ana.


«El ramo lo hice con Elena Suárez. Quería algo desenfadado y con un poco de caída. Usamos tonos blancos y verdes, con dalias combinado con flores y brotes salvajes de la zona», cuenta.

La decoración y las flores las diseñó Iria Casteleiro, como wedding planer y decoradora. «Optamos por una decoración del comedor en tonos caldero», explica.








La fotografía y vídeo estuvieron a cargo de Rosa Taboada. «Fue un gusto trabajar con ella desde el primer momento. A pesar de todo lo que llovió, consiguieron captar cada momento, el resultado ha sido increíble».