La boda de Bárbara y Gonzalo en Menorca
A pesar de haber estudiado en el mismo colegio y universidad, Bárbara y Gonzalo, los novios de esta boda en Menorca, se conocieron en el trabajo. «Tuvimos la suerte de estar destinados ambos un tiempo en Atenas y disfrutar al máximo de nuestra etapa de novios», me cuenta Bárbara.
Los dos son de Madrid, pero Gonzalo es un enamorado del mar, la vela y Menorca donde pasa todos los veranos con su familia. «Me contagió el vicio desde el primer momento y para nosotros es sinónimo de desconexión y disfrute». Por eso decidieron casarse en la isla en una boda que organizaron en solo cuatro meses porque era la fecha que encajaba para la ermita, finca y catering que tenían en mente. «Una de las cosas que la pandemia nos ha enseñado (o reafirmado) es valorar lo realmente importante cuando decides casarte: nosotros y el significado de esa decisión que estamos tomando juntos», afirma la novia.
Los días antes de la boda, los novios, padres y hermanos de ambas familias se hospedaron en la finca Son Formet donde fue la celebración. Todos se prepararon allí, Maite de Princep Stil y Moni de Roisso se encargaron de maquillar y peinar a la novia. «Tienen una delicadeza especial y juntas trabajan maravillosamente bien», asegura Bárbara.
El vestido de novia era un diseño de Flor Fuertes, «tiene una sensibilidad especial y congeniamos desde el primer minuto». Era un traje sencillo de crepe de seda con escote de solapa cuadrado y llevaba una «capa-cola» de bambula. El velo era la pieza más especial, hecho con «la tela de Flor», rústica y de un tono algo más roto que el resto del vestido.
Los zapatos eran los típicos destalonados bicolor de Chanel.
Bárbara llevó como joyas el anillo que le regaló Gonzalo cuando le pidió que se casara con él y los pendientes que le regalaron los padres de él en la pedida. Todas las piezas estaban diseñadas por Gonzalo, con ayuda de su madre y hermana y Javier Gómez Zuloaga (629 289 105 / 915 595 556).
Tanto el ramo como la decoración floral fue obra de Jordi Ferran.
Gonzalo encargó un chaqué tres piezas gris marengo a Tomás Zapatero y llevó el reloj Longines que le regalaron los padres de Bárbara en la pedida.
La celebración religiosa fue en la Ermita de Nuestra Señora de Gracia en Mahón (del s.XV), patrona de la ciudad. Está llena de motivos relacionados con la navegación porque era el lugar de oración de los familiares de marineros. Les acompañó un cuarteto de cuerda de la isla.
Durante el cóctel tocó la banda Paolo and the Peas y, antes de la comida, disfrutaron del «jaleo menorquín», un espectáculo de caballos típico de las fiestas de la isla.
Aunque Menorca logísticamente añadía complejidad a la organización desde Madrid, los novios contaron con la ayuda de Carlos Sintes de S’Algar. «Sin él, no habría sido posible porque, además de ofrecernos un servicio de catering estupendo, coordinó desde el principio a todos los proveedores para facilitarnos la vida desde la distancia», recuerda Bárbara.
Bárbara y su padre abrieron el baile con Edelweiss de la película “Sonrisas y lágrimas”.
Todas las fotos son de Plataforma.
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