Casilda se casa

La boda de Sofía Delgado y Conrado en Madrid

En abril, Sofía Delgado me contaba sus trucos de belleza y cómo estaba preparando una boda durante la incertidumbre de la pandemia. Me decía que ella se imaginaba algo pequeño en casa, con una comida al sol en la que todo el mundo estuviese alegre y relajado. Y, como de lo malo siempre se puede sacar algo bueno, «al final fue una boda más pequeña de lo pensado inicialmente. Pero fue espectacular y todavía no nos lo creemos del todo», me cuenta desde su viaje de novios.

La historia de cómo se conocieron, la cuenta mejor Conrado, el novio. «Teníamos 14 años y, al cabo de los meses de estar ligando, le dije que nunca me iba a enamorar de nadie más. Y, después de varias idas y venidas propias de cada época de la vida, resulta que era verdad y aquí estamos».

El vestido, por supuesto, se lo diseñó ella «y el superequipo de «servidora» que no puedo estarles más agradecida». Sofía cuenta que «tenían miedo por lo indecisa que soy cuando se trata de hacerme algo para mí y, sin embargo, al tener sólo tres semanas, fue facilísimo, divertido y justo lo que me apetecía».

Sofía llevó algo discreto y sencillo, pero de novia, fresco, ligero y con un corte y una tela muy original sin dejar de ser supersobrio como suele ir ella. «Quería un toque clásico, pero jamás aburrido», asegura. Concretamente, un vestido con corte a la cadera, sisa cuadrada y volumen en la falda. Era de organza flocada.

Terminó el look con un velo de tul ilusión con flores de organza hechas y bordadas a mano por Charo Arguña.

Tuvieron que reducir la lista de invitados, pero crearon un enlace desde el que podían seguir la ceremonia en directo. «Animo a todos los novios del mundo a que no teman y, con cabeza por supuesto, mantengan la ilusión porque, sea como sea, será perfecto», afirma Sofía. «Tengo tanto que agradecer a todo el mundo que me ha ayudado a que saliera adelante, no tengo palabras suficientes».

Para el maquillaje, se pusieron en manos de Raquel Serrano de Bobbi Brown. «Brutal y súper fácil entendernos, dio en el clavo a la primera conmigo, mi madre y mi hermana».

No pudo contar con Ruben de Room14 para el peinado, pero «Rebeca Pulido lo bordó». Se inspiró en el moño que lleva Gabrielle Anwar cuando baila el tango con Al Pacino en Esencia de Mujer.

Como joyas, Sofía llevó unos pendientes que le dejó la madre de Conrado. También, el anillo de pedida de Ansorena en oro amarillo y el de Inés Susaeta que le regaló Conrado.

«Descubrí Narciso Rodriguez Pure Musc gracias a ti que lo llevas puesto. Es un aroma muy discreto y femenino que asocio a mujeres fuertes así que me parecía perfecto para este día», afirma Sofía.

Los zapatos fueron «el capricho de la boda». Sofía llevó unos Manolo Blahnik. «El sueño de mi vida era tener unos por ser comodísimos y, sin duda para mí, los más elegantes».  Sofía tenía claro que se casaría con zapatos blancos, pero «fue ver estos y se me pasó la tontería». Además, se ha dado cuenta de que «nos ha venido de perlas lo de organizarlo con tan poco tiempo, me ha hecho ser mucho más resolutiva».

El equipo de Sofía también se encargó de los vestidos de su madre, hermana, abuela, tía, suegra, su cuñada Marta y su prima Mene. «Nos hubiera encantado hacer muchos más, pero era muy poco tiempo por el confinamiento».

Al llevar flores en el velo, Sofía no quería ramo. «Ya os podéis imaginar las caras de mi madre y mi abuela en las pruebas de «ya está la niña que no puede hacer nada normal, como se ha hecho toda la vida». Y, Carlos de Troya, el florista, estaba de acuerdo conmigo, pero, por si acaso, preparó uno.

El ramo llegó a casa de Sofía a media mañana, cuando ya casi tenía convencida a su madre. Sin embargo, «nada más verlo nos chifló, pero no me animé hasta que estuve vestida y vi que el velo lo admitía perfectamente», cuenta la novia.

Conrado se hizo el chaqué gris oscuro en Oteyza, llevó una corbata de Drake’s y zapatos a medida de Diplomatic Brand.

Los niños llevaron unos pantalones de lino verde hoja y unas camisas con cuello mao en Teresa y Leticia.

La ceremonia fue en la Ermita de Nuestra Señora del Buen Camino. «Teníamos miedo de que no cupieran todos los invitados, pero tenía el tamaño perfecto para la boda-COVID». En la iglesia contaron con la música de Alborada. Conrado entró con un pasacalles de Bocherinni, La musica notturna di Madrid, y Sofía con Por siempre vivirá, de Robin Hood, su película Disney favorita.

Después, fueron a celebrarlo a la recién inaugurada La Gaivota, en Aravaca. Dieron con ella, a través de sus amigos de Sierra de la Higuera que se han encargado de la decoración. «Buscaba algo que se pareciera a la casa de mis padres para que ellos no tuvieran tanto trabajo. Fue poner un pie en la celebración y olvidarme de todo. Quería que mis padres estuvieran igual de a gusto». Además, era perfecto porque los invitados fueron andando desde la Iglesia hasta la finca.

«La verdad es que el jardín es tan bonito que no necesitaba mucha decoración», asegura Sofía. «Querían transmitir la sensación de estar cenando en el jardín de casa una noche de verano».

Toda la papelería fue obra de María de Bariba, amiga de Sofía. «Se volcó con nosotros y, además, de las invitaciones, también hizo a mano las minutas y los meseros con citas célebres de los diseñadores más importantes del último siglo».

El aperitivo y la cena lo sirvió Samantha Catering «porque era el único que conocíamos que hubiera organizado una boda allí y eso me daba tranquilidad. Sin embargo, ahora los hubiera elegido mil veces. Piluca y todo su equipo son unos cracks y me siguieron la bola con todos mis caprichos de localización de las mesas, menaje, decoración…».

Llegaron a las mesas mientras sonaba Estando contigo de Marisol, «mis gustos musicales no son muy contemporáneos y el pobre Conrado me compra todo», cuenta Sofía.

En la sobremesa, tocaron los amigos de la tuna del cuñado de Conrado. «Son directores médicos, financieros, “gente seria”… y nos hicieron todo el show como cuando tenían 20 años», recuerda la novia.

Abrieron el baile con Be my baby de The Ronettes «porque era físicamente imposible que mi padre aprendiera a bailar un Valls con tan poco tiempo».

En las copas, pinchó Dj Nano Górriz, «otro crack que nos tuvo bailando a “distancia social recomendada” hasta que cerraron la casa».

Todas las fotos son de Alejandra Ortiz. «Soy la persona menos fotogénica del planeta y ella consigue siempre fotos naturales y divertidas, dónde ya no te importa ni salir fea de lo bonitas que son». Y del vídeo se encargó Ensu.