Todo vuelve
[3 mayo, 2013. Escribí este post –tan sencillo–en el blog My Little Pleaschhures. Por aquel entonces, estaba triste por otro tipo de virus del que ahora me río. Leerlo ahora por casualidad me ha recordado a los tiempos que corren. Esperemos que, como aquella vez, todo vuelva]
Y sin saber por qué misteriosa razón, un día vuelves a reírte otra vez con esa risa;
vuelves a empezar otra lista de reproducción;
vuelves a tener ganas de leer cuando creías que ninguna novela iba a gustarte tanto como La conjura de los Necios;
y vuelves a estar morena.
Vuelven las las terrazas y las noches de llegar a casa con los zapatos en la mano;
y vuelves a empezar el collage de tu pared.
Vuelven los viajes de bikini y de llenar el maletero de trastos.
Vuelves a comer cochinillo en La Granja a pesar del empacho de aquel día;
vuelves a ese garito al que habías jurado no pisar;
vuelven los festivales y vuelves a comprar entradas en el último momento.
Vuelves a estar a gusto.
Vuelves a escuchar esa canción y cosas que creías que no ibas a poder olvidar, ni siquiera acuden a tu mente.
Vuelves a ponerte una camisa XXL.
Vuelves a encontrarte comiendo pizza por Malasaña sin importar la hora que es;
y a sacar tus Converse roídas que guardaste asegurando no volver a usar.
Vuelves a agradecer que no pasasen cosas que en su momento deseabas con los ojos cerrados;
y vuelves a apostarlo todo a una carta.
Vuelves a recordar aquello que decía tu amiga: «que nunca es demasiado tarde, ni demasiado pronto y que nadie sabe qué pasará mañana y que tal vez eso sea lo que hace todo tan interesante…»
Y, a riesgo de parecer Paulo Coelho, piensas que todo vuelve y lo hace transformado en algo mejor.
Todas las fotos son de Quentin de Briey.
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