Casilda se casa

La boda de Joaquina y Adrián en Baeza (Jaén)

Llevo tiempo queriendo publicar esta boda y después de conocer la historia de Joaquina y Adrián, más, porque es emocionantísima. La primera vez que los novios se vieron fue en la cafetería de la empresa en la que ambos trabajaban; se miraron, pero «con lo grande que era la empresa pensé que no le volvería a ver en años», me cuenta Joaquina, la novia. Sin embargo, unos meses después, se cruzaron en la feria de Sevilla, él le pidió su teléfono, pero «como soy la única Joaquina en la empresa, no se lo di con la esperanza de que fuera ágil y me escribiera un correo. Al volver, a las 9:01, del lunes ahí estaba su mensaje».

Desde entonces se vieron todos los días en la oficina, empezaron a salir a cenar, a bailar, a comer bocadillos de La Garriga, a montar en moto por Madrid, a ir al cine y a la ópera. «No había dado en mi vida nunca con alguien de mi edad que le gustara la ópera y fue algo que me confesó el primer día que fuimos a cenar. Me llevó a ver Madame Butterfly al Teatro Real que es la obra favorita de mi abuela», continúa la novia.

Decidieron casarse en Jaen, en Baeza, un lugar con mucha importancia para la familia de la novia.

El vestido fue un diseño de Sofía Delgado, Joaquina lo tuvo claro nada más conocerla. «Quería algo sencillo y, juntas, fuimos cambiando el boceto hasta hacer el vestido perfecto. Llevaba mi nombre».

Lo que más destaca de esta novia es la corona de Suma Cruz, «de las cosas más bonitas que he visto». Estaba hecha con un collar antiguo de la abuela de Joaquina que, en un primer momento, iba a ir como peineta para sujetar el velo. «Susana y Paloma, de Suma me dijeron que me dejara llevar, probó el collar en la frente y supimos que tenía que ir ahí. Era el toque perfecto a toda la sencillez que quería transmitir».

Del maquillaje y la peluquería se encargó Mª Paz de Oui Novias que «dio en el clavo porque no me suelo pintar nunca y me daba mucho miedo sentirme rara o poco yo».

Como joyas, llevó el anillo con el que Adrián le pidió matrimonio (de la colección de Orion de Suárez) y el anillo que le regaló en la pedida.

Tanto el ramo como las flores de la Iglesia y del castillo son de Viveros Alcázar (en Baeza). «Quería llevar flores blancas y me decanté por unas rosas silvestres blancas que vi cuando fui al vivero. No me apetecía un ramo perfectamente montado y cogimos varios tallos atados con una cuerda y una medalla, regalo de mi amiga Andrea», cuenta Joaquina.

Joaquina quería ir más tapada en la Iglesia así que llevó una capa en torno al cuello. «Me parecía especial quitármela para la fiesta y la transparencia de la gasa con el cuerpo base resultó perfecto; dulce, pero sexy».

«Desde el principio tenía claro que quería unas alpargatas porque me parecía esencial llevar algo cómodo, pero bonito. Yo no suelo llevar tacones y, además, al estar en el campo me pareció la mejor idea». Eligió unas de Castañer.

Joaquina siempre había pensado que se casaría en en la Catedral de Baeza, donde se casaron sus padres. Pero Adrián quería algo más acogedor y fueron a visitar la Iglesia de El Salvador en Baeza. «Es la más bonita del mundo, sin exagerar… está llena de luz, tiene unos ventanales inmensos que dan a un patio interior lleno de ruinas».

«Quedó una ceremonia preciosa gracias a la música de grupo Vivace«. Joaquina entró una cancion de Benito Cabrera que le había enseñado Adrián cuando eran novios.

La celebración posterior fue en el Castillo de Canena que pertenece al abuelo de la novia y está lleno de recuerdos para ella.

Adrián, el novio, alquiló el chaqué en Guzmán; se hizo la camisa a medida en Jade con sus iniciales y Joaquina le regaló una corbata de Lester y unos gemelos con forma de pesetas antiguas de una tienda de Sevilla.

Durante el cóctel, tocaron Los D´Orlando, grupo latino de música en directo que la novia conoció gracias a un post que publiqué en el blog. «¡Qué buena gente, qué gozada… animaron muchísimo y fue el cóctel más divertido en el que he estado en mi vida».

Eligieron el Catering Delicias de Jaén porque «Eduardo, el dueño, conoce a mi familia desde hace mucho tiempo y trabaja con nuestro aceite, Castillo de Canena. Pusimos varios aperitivos que llevaban combinaciones del aceite y el menú giró entorno a él también». Regalaron a los invitados unas botellas de aceite con un dibujo que encargaron a Elena Yañez.

«Queríamos hacer un guiño a la ópera, así que elegimos nosotros los meseros» que encargaron, junto con las invitaciones, sobres y el sitting, en Imprenta Torres de Baeza. «Es un gusto trabajar con personas que están tan pendientes de los detalles», afirma Joaquina.

Para la organización contaron con la ayuda de Beatriz Diaz Valenzuela «la persona más ágil y eficiente que conozco. Se plantó la primera el día de la boda para coordinar las flores, los bancos, la tarima… para que yo solo me ocupara de disfrutar», destaca Joaquina.

Contrataron a HispaMusic de Sevilla que puso música de fondo en la cena y animó la fiesta final.

Las fotos son de Alejandra Ortiz y el vídeo de Pablo Bernal, amigo de la novia.

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