La boda de María y Nacho en Jávea
María y Nacho se casaron hace unas semanas en Jávea donde se conocieron en 2007 cuando, una noche de verano él se acercó y le dijo: «¿me das tu teléfono? Me he enamorado de tu sonrisa». Esa frase no se me va a olvidar nunca», recuerda la novia entre risas.
Debido a la diferencia de edad, se llevan 10 años, han estado temporadas separados; por ejemplo, cuando María se fue a Alemania a estudiar, «pero nunca hemos dejado de estar enamorados el uno del otro. Nuestra relación ha sido y es algo muy auténtico, y me siento muy orgullosa de nosotros y de lo que hemos luchado por estar donde estamos hoy», explica.
Tuve la suerte de asistir a la boda que fue divertidísima. Conozco a María desde hace unos años por mi amiga Mer y hemos compartido muchos planes por su blog Goutdhestia desde donde cuenta fenomenal todo lo que hay que saber de restaurantes.
Se casaron en Jávea e intentaron contactar con proveedores de la zona. Para el maquillaje y pelo, María se fió de una de mis recomendaciones: Kuki Giménez y Miguel, de Valencia. «Súper profesionales, familiares y divertidos. Fue una odisea colocarme para ir desde casa a la iglesia descapotada, casi les da un infarto cuando vieron el coche preparado al salir de casa sin que yo les hubiese avisado».
La novia eligió Pure Musc de Narciso Rodríguez. Súper acertado para una boda mediterránea por su olor y frescura.
Para el vestido, María fue con una idea bastante clara a Inés Martin Alcalde: quería ir muy sencilla y no se veía de blanco. «Yo quería algo tipo tela envejecida y satén de seda; que no fuera camisero ni hippie, más bien vintage y atemporal».
«Inés me trajo un satén gris perla que me hizo dudar, porque en mi casa no entendían que me casase de gris. Resultó que luego no había y nos pasamos, Inés y yo, un mes persiguiendo al proveedor para conseguirla, ya no me veía con otra tela». Al final se hicieron con ella a finales de abril e Inés tuvo que elaborar el vestido en solo un mes.
Los zapatos eran de Celine, estilo años 20, como el vestido, «me gustaba la combinación de oro y plata, muy vintage».
Como joyas llevó la sortija que le regaló Nacho cuando le pidió matrimonio. Un anillo de oro blanco engastado con zafiros y diamante central, diseñado por él, inspirado en Jávea y hecho por Javier Gomez Zuluoaga. Ale Ortiz, la fotógrafa, hizo unos bodegones muy bonitos con utensilios de cocina para hacer un guiño a su blog de restaurantes.
También llevó los pendientes que le regalaron sus suegros, de oro blanco con aguamarina y brillantes, «inspirados, según mi suegra, en mis ojos. Además, se parecían muchísimo a unos de mi abuela que yo quería ponerme y que nunca encontramos. Y lo más importante, los gemelos de mi suegro (sorpresa para Nacho) que estaba ingresado con una cardiopatía grave y no pudo venir a la boda. Así que, en vez de botones en las mangas, decidí llevarlos».
«Retransmitimos la boda en directo a mi suegro y le llamé durante todo el camino a la iglesia por facetime para que fuese el primero en verme de novia».
«A los niños los quería llevar como campesinos antiguos, de campo; vestidos, pero dejados. Se ocupó mi hermana prácticamente de todo, pidió los petos online a una tienda de Reino Unido que nos gusta y que se llama Freya Lillie. Las camisas se las encargamos a mi madrina de Coletas Aravaca y mi madre cosió las capotas vichy la noche anterior».
El ramo fue un regalo de su amiga Marta y lo hizo El Taller de Lucía. «Nos reímos mucho porque yo no me veía con ramo de novia, nunca me han gustado. Quería algo distinto y buscamos diferentes materiales y texturas para hacerlo. Al final, acorde con el vestido, Lucía me lo hizo uno con plumas de pavo real beige y negras y abanicos de bambú».
La ceremonia se celebró en la Iglesia de San Bartolomé, en el casco antiguo de Jávea. «Nos gustó su sobriedad y que estuviese en el centro del pueblo, al lado del mercado. Es auténtica».
La celebración posterior fue en casa de unos amigos de los padres de María, en Finca La Mezquida, y la novia se encargó de organizar y elegir cuidadosamente cada uno de los proveedores. «Me apetecía crear un ambiente de cena de verano mediterránea, romántica y relajada». En el aperitivo, Son Cremita puso la música.
«Además, Celia, me ayudó a conseguir todo el menaje que quería. Alquilamos cada servilleta, cada vaso y cada mantel a distintos proveedores». De la papelería se encargó Pils Ferrer.
Chitina para las flores y la decoración y la iluminación fue obra de María, la novia, con ayuda de Sebas de Cenval Music.
Quike Av y Drums on Live (sorpresa de María para el novio) siguieron la fiesta. «Unos cracks que animaron mucho la fiesta».
Todas las fotos son de Alejandra Ortiz. María la conoce desde hace tiempo y, «su estilo fotográfico, nada cursi, me encanta. Además, a Nacho no le gustan las fotos y ella capta muy bien momentos improvisados, que para mí son los más valiosos y naturales». Y el vídeo de Carlos Cortés.
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