Casilda se casa

La boda de Liz y Celso en Madrid

Celso es de Madrid y Liz es de Vitoria, se conocieron trabajando en Jobandtalent hace más de siete años y se casaron el pasado 24 de junio. «Siempre habíamos hablado de que si algún día nos casábamos en Madrid y no en Vitoria sería en la iglesia del Pilar (el colegio en el que estudió Celso) y en la casa familiar de sus abuelos en Ciudalcampo. Siempre nos atrajo la idea de celebrarlo en un sitio tan especial y personal», recuerda la novia.

El vestido de novia lo diseñó Inés Martín Alcalde. «Me encanta esta diseñadora, el estilazo que tiene, sus diseños tan románticos y esas telas que tiene en el taller que son maravillosas. No fue fácil, yo no me veía de novia y no tenía nada claro cómo quería que fuese mi vestido, solo sabía que tenía que encontrar encajes antiguos que me enamorasen. Con la ayuda de la creatividad de Inés y de la mano de Rosa, su jefa de taller, que es una artista, consiguieron hacer un vestido en el que me sentí muy «yo». Era sencillo, en georgette de seda con incrustaciones antiguas, escote en pico y cierre con botones también antiguos. Las mangas eran abullonadas y se ajustaban con unos pequeños lazos de terciopelo. A la falda le añadieron una segunda capa abierta de la que salía la cola. Lo combinó con unas sandalias de Jimmy Choo en color crudo, unos discretos pendientes de diamantes que le prestó su tía Verónica y el anillo de pedida que diseñó Celso, el novio, cuando vivía en Mexico. Las alianzas las diseñó Javier Gómez Zuloaga (629 289 105 / 915 595 556) y fueron regalo de Patri, una amiga de la novia.

La novia llevó ese día el perfume For Her de Narciso Rodríguez.

Para el maquillaje la novia confió en Arantxa Losa, recomendada por su hermana Carmen. Desde un primer momento supo captar lo que buscaba. En cuanto al peinado, tenía clarísimo que quería que fuese Marieta Hairstyle quien se encargase. Entre las dos crearon la #coletaLiz, que así fue como nombraron al peinado tras diseñarlo juntas.

«Celso iba muy guapo. Quiso sorprenderme y no me dijo cómo iba a ir vestido. Me encantó la idea de que él también me sorprendiese a mí. Llevaba un chaqué azul marino de Hackett con un chaleco y una corbata muy originales de Pugil«.

El ramo que llevó era de Sally Hambleton, fue regalo de su amiga Gloria.

De las flores de la ceremonia y de la celebración se encargó Verde Pimienta. «Luis, de Verde Pimienta, es un encanto y puso todo su empeño para que todo quedará perfecto. En la ceremonia pusimos grandes hortensias blancas, mi flor favorita», confiesa Liz

Incluso antes de concretar fecha y sitio para la boda ya tenían cerradas las fotos. «Teníamos muy claro que queríamos que fuese Alejandra Ortiz quien se encargará de las fotos. Hacen unas fotos preciosas y muy naturales».

Al llegar al cóctel les sorprendieron con el Aurresku de honor, un baile tradicional vasco. «Como nos casamos en Madrid, mi madre quiso que tuviese un pedacito de mi tierra y me hizo mucha ilusión», recuerda Liz.

El cóctel y la cena lo celebraron en la casa familiar de Celso en Ciudalcampo. El jardín estaba precioso, lleno de detalles, luces, flores, y una preciosa jaima. Todo organizado y decorado con muchísimo cariño por Laura y Lara de Petite Mafalda. Ellas diseñaron las minutas y el seating plan utilizando el diseño de flores que había escogido meses antes para diseñar las invitaciones y la web.

Del catering se encargó VS Catering. «Ina y Vicky de VS, se entregaron al máximo y tanto la comida como el servicio, fueron impecables».

El ramo se lo dio a su amigo Ander que es como un hermano para la novia. «Ha vivido muy de cerca nuestra relación desde el principio. Sentía que tenía que ser para él».

El equipo de Mickey Pavón fue quién se encargó de animar la noche.

La novia me confiesa que le ha hecho mucha ilusión volver a recordar el que fue sin duda el día más feliz y divertido de su vida. «Lo disfruté de principio a fin. Fue increíble estar rodeados de todos nuestros amigos y familiares en un día tan especial. Siempre me ha hecho ilusión la idea de casarme pero nunca imaginé que fuera tan divertido. Ahora, cada vez que alguien me dice que se casa, me alegro el doble y solo espero que lo disfrute tanto como lo hice yo».