La boda de Ana y Javi en Villaviciosa (Asturias)
«Javi y yo además de estar locos de amor somos mejores amigos así que no nos podía apetecer más una fiesta con toda nuestra gente para celebrarlo. Todavía tenemos agujetas en las mejillas de reír y en todo el cuerpo de bailar ¡fue magia!», me cuenta desde su viaje de novios. Les he conocido por Cecilia, de Días de Vino y Rosas que sabe cuando una boda me va a enamorar, y me puso en contacto con ellos. Son asturianos y aunque viven en Coruña, decidieron casarse en Villaviciosa.
De lo que más me gusta de esta boda es el look tan sencillo –y a la vez cool y a la vez tan atemporal– de la novia. «Los dos intentamos ir muy como somos. Mi vestido lo tuve claro desde el día que Javi me pidió que me casase con él y pensé que necesitaba encontrar alguien que le gustase tanto como a mí y le pudiera dar un twist y hacer mi vestido de novia. Entonces vi la publicación en Casilda se casa del primer vestido de Flor Fuertes, y pensé… ¡es ella! Nos tomamos un café y empezó la aventura. Entendió perfectamente lo que me apetecía y así de bonito quedó», explica Ana.
Para la preparación la novia llevó una bata de Namur, una firma de la que os he hablado mucho porque es espectacular.
«Como el vestido era muy sencillo, yo para los pendientes, soy de o no llevo nada o llevo el pendiente en mayúsculas. Encontré en una tienda de París, vintage, unos pendientes de Yves Saint Laurent. En cuanto los vi me enamoré y lo tuve clarísimo. Con las sandalias fue algo parecido, necesitaba encontrar algo especial, que me pudiera poner mil veces más. Me flipa lo que hace Maryam Nassir Zadeh, y cuando vi ese color turquesa, no lo pensé dos veces»
«Siempre llevo moñito, así soy yo y no podía ser diferente el día de mi boda. Bárbara de Barbareando captó mi esencia el primer día que entré en su peluquería. Lo mismo intenté con el maquillaje, a cargo del equipo de Reyes Tabarés, algo sencillo».
«Mi flor favorita desde que tengo uso de razón, siempre ha sido la margarita. Quería un ramo que pudiera haber cogido yo misma esa mañana y Pando Floristas lo hizo realidad».
Fue una boda de 160 invitados. Eligieron La Casona de Amandi, que les enamoró nada más conocerla porque les permitía hacer y deshacer lo que quisieran.
«Javi es un tío diferente, tiene una onda especial», me cuenta la novia. «No se me ocurre nadie mejor que él para llevar un traje-mono, porque le encantan y le pegaba todo hacerlo estilo traje para el día de su boda». Para ello contó con sus amigas las diseñadoras María y Mónica Cordera. El traje iba únicamente acompañado con un pañuelo de Gucci, que fue un regalo muy especial.
Hicieron una ceremonia por lo civil, cuyos protagonistas fueron 12 de sus amigos, que hicieron llorar a toda la boda.
Después hubo un cóctel con un concierto de música country y soul a cargo de un grupo que se llama John Paperback & The Railroad Sinners y mojitos y daikiris mientras se hacía de noche. Los cócteles y la barra libre estuvo a cargo de El Ciervo Negro.
La cena fue a cargo del Catering Manzano, en una carpa transparente con mesa corrida.
El baile lo abrieron con «You never can tell» de Chuck Berry, «a Javi y a mi nos encantó creernos Mia Wallace y Vincent Vega», recuerda la novia.
Por último las fotos son de Días de Vino y Rosas. «Cecilia nos ha hecho fotos un millón de veces, pero no nos cansamos de su trabajo, qué manera de captar instantes, de retratar la magia… y el video lo hizo Itziar Orbegozo».