La boda de María y Alberto en Mallorca

Se conocieron a finales de 2018 en el trabajo, pero no fue hasta comienzos de 2019 cuando tuvieron su primera cita. La conexión fue inmediata, y desde entonces, han sido inseparables. En noviembre de 2023, él le pidió matrimonio en su lugar favorito del mundo: la finca de los abuelos de ella, en Fornalutx (Mallorca). Año y medio después, en ese mismo escenario tendría lugar su boda.

“Durante un viaje de trabajo, encontré en la tienda Stella Dallas, en Brooklyn, un vestido vintage de 1910 que me enamoró al instante por su tejido, que me recordó al encaje de Camariñas y tenía un aire isleño muy especial. Pude adaptarlo gracias a Ana, la mujer del padre de Alber, y a mi amiga Carlota, que supieron ver enseguida cómo transformarlo. Con la ayuda de Marisa, una costurera especializada de La Coruña, logramos darle forma y vida”.


“Para el pelo y maquillaje conté con Moises Freire quien entendió perfectamente lo que buscaba: un rostro natural y el pelo secado al aire, tal y como suelo llevarlo siempre aquí en verano”.



“En cuanto al calzado, tenía claro que quería ir plana para estar cómoda. Encontré estos Dries Van Noten un mes antes de la boda y me encantó llevar un toque verde. Respecto a las joyas, el collar es de Montse Esteve que me lo prestaron, los pendientes son de Maria Tash y el anillo es de Leandra”


“Alber confió en el sastre Juanjo Rig para crear un traje que tenía claro desde el principio: cruzado, con solapa ancha y corbata monocromática. Eligió una lana 150’s de Loro Piana y un pantalón con pliegues frontales para un aire más sartorial. Completó el look con una camisa mil rayas candela y cuello blanco, inspirada en el Nueva York de los años 90″.





“La ceremonia fue en la parroquia San Juan Bautista de Deià. Siempre supimos que si algún día nos casábamos lo celebraríamos allí, en lo alto del pueblo, con vistas al mar”.












La celebración tuvo lugar en la finca familiar en Fornalutx. “Rodeada de las montañas de la sierra de Tramuntana y con vistas al valle de Sóller, de donde es mi familia, señala la novia. La logística para organizar algo así en este enclave no fue fácil, pero contamos con la ayuda de Clara Brunet y su equipo, quienes superaron todas nuestras expectativas”.



“El catering corrió a cargo de la chef Marga Coll de Miceli. Fiel a la cocina tradicional mallorquina, nos sorprendió con un menú muy de la tierra y productos de temporada basado en la compra del mercado”.






“De la decoración de las mesas y el ramo se encargó Aina de Studio Cardo. Buscábamos algo sencillo y en armonía con el entorno, puesto que ya contábamos de por sí con muchos naranjos a nuestro alrededor”.


“Para el postre, elegimos una ensaimada XL acompañada de helado de almendras”.





“Uno de los momentos más divertidos fue cuando nuestro amigo Paco Colombas, de Panela Productions, nos sorprendió con una charanga junto a los músicos de Isla Paradiso para llevarnos bailando hasta la pista”.














“La música final la puso el DJ Iñigo Ristori, a quien descubrimos en la boda de unos amigos y supimos que queríamos para la nuestra. Hizo que no dejáramos de bailar hasta el cierre, con un emotivo “Don’t Look Back in Anger” de Oasis que unió a todos en un gran abrazo colectivo”.

Foto realizada por los invitados
“Las fotos nos las hicieron Alfredo y Clara de Dos más en la mesa. Lo hicieron todo súper fácil y agradable. Repetiríamos sin dudarlo”.