Casilda se casa

La boda de Sofía y Carlos en Madrid

«Carlos y yo nos conocimos en Madrid hace varios años, coincidimos una noche en un bar y nos fumamos un pitillo como si nos conociéramos de toda la vida, pero ahí se quedó: en un pitillo divertidísimo con ‘el alto del abrigo largo’. Nos reencontramos unos meses después, de esto hace ya casi cuatro años, y desde entonces, hemos sido uña y carne Madrid-Londres, Londres-Madrid. Carlos me pidió que nos casáramos hace unos meses, en Puerto Escondido (México), y no quisimos dejar pasar mucho tiempo hasta poder poner fin a la distancia».

«Como la boda se organizó con muy poco tiempo, el vestido fue diseñado y confeccionado en tres semanas. Lo hizo Castellar Granados. Lo recogí el día de antes de casarnos, pero sabía que estaba en buenas manos. Quería algo sencillo, poco recargado, que me representara, siendo sofisticado a la vez que discreto».

Del maquillaje y peinado se encargó Cynthia de León. «El moño fue una apuesta clara, representaba la figura de las bailarinas de ballet, para mí el referente femenino por excelencia, y un maquillaje natural, porque no estoy muy acostumbrada a maquillarme de diario, Cynthia supo recrearlo al segundo».

«Los zapatos de MIM, marca que cofundé hace más de ocho años. Los diseñé junto con nuestro gran equipo de diseño, una propuesta de tacón de aguja, sin plataforma y en pico, asentando un precedente en la marca al huir del estilo un poco más tosco que le caracteriza, que formará parte de la próxima colección y nueva era que presentaremos muy pronto».

«Nunca he sido de joyas, ni las he tenido ni las he querido, pero los que me conocen supieron dar en el clavo. Los pendientes fueron regalo de mis amigas, de la diseñadora Ynés Suelves, y el anillo fue el regalo de pedida de mis suegros, una reliquia de joya antigua encontrada entre los tesoros de Sevilla».

«El ramo lo montaron entre mis primas y mi hermana mientras nos maquillábamos, logrando la mejor creación con producto local, las flores eran de Margarita se llama mi amor, y en tiempo récord, como todo en esta boda».

«Nos casamos en la iglesia de Santa Bárbara, que nos hacía especial ilusión, porque reservamos con muy poca antelación y aún así todo fue posible. Quisimos ir andando a la iglesia, nada me hacía más ilusión que recorrerme el barrio de Salesas, el que llevaba siendo mi barrio desde hacía diez años, vestida de novia. Es en este mismo barrio, donde Carlos y yo fuimos descubriéndonos el uno al otro, entre las barras de AUAKT, Ficus, Toni 2 y posteriormente los33».

«Carlos llevaba un chaqué hecho a medida en Londres, sus zapatos de confianza y una corbata de su mejor amigo Alejandro».

Lo celebraron en el Real Club de la Puerta de Hierro. «Ambos tenemos familias muy grandes y teníamos poco tiempo. Decidimos celebrarlo en un sitio donde nos sintiéramos como en casa, para mí la terraza más bonita de Madrid, y las mejores personas a cargo de la organización, las mismas que prácticamente nos han visto crecer».

La decoración y las flores fueron de Bimflowers. «María supo entender perfectamente el equilibrio entre el paisaje y la sencillez. Mi cuñada Maca nos prestó manteles de Balakata, marca que cofundó hace varios años, para darle un toque más alegre y desenfadado».

«Con el diseño de la papelería me ayudaron mi tía Almu y mi prima Manu desde Almudena Aguirre Estudio, que tienen un gusto impecable y todo el desarrollo nos lo hicieron desde Gráficas Asociadas en tiempo récord».

El catering fue el de Club Puerta de Hierro.

«Tenía clarísimo que sería Diego de Gilca Sound quién nos haría bailar hasta las mil, y tanto él como Juan Cavero, formaron el mejor dueto para que la pista vibrara de principio a fin».

Las fotografías fueron un trabajo Plataforma. «Sin duda otra de las mejores decisiones. Además del trabajo único que hacen, disfrutar ese día con su equipo es algo que repetiríamos mil veces más».