Casilda se casa

La boda de Rocío y Carlos en Valdemorillo (Madrid)

Rocío y Carlos se conocieron hace seis años en Navacerrada durante una fiesta de verano en casa de unos amigos en común. «Desde el primer minuto nos fijamos el uno en el otro y no dejamos de mirarnos. Nos presentaron ese día y… hasta hoy», me cuenta Rocío, la novia. Carlos le pidió que se casara con él el verano pasado y, a pesar de que la pandemia les tuvo en vilo hasta el último momento, pudieron casarse en la fecha inicial que tenían pensada.

Rocío seguía el trabajo de la firma Romancera desde hace tiempo y siempre tuvo claro que su taller sería de los primeros que visitaría. «Fui a ver a Tamara con una foto de inspiración estilo años 20. Al salir de allí, supe que ese era mi sitio»

El vestido era sofisticado y elegante. Marcaron y le dieron protagonismo al cuello. Rocío no quería nada aniñado y el resultado final fue una pieza armónica y equilibrada en la que usaron gran variedad de tejidos sin que ninguno sobresaliera sobre otro. «Ha sido un regalo trabajar con ellas, era como estar en familia y creo que nunca tendré palabras suficientes de agradecimiento para el equipo tan maravilloso, cariñoso y entrañable que forman. Son unas artistas, todo lo han hecho fácil y el proceso ha sido tan mágico que lo recordaré siempre con una mezcla de nostalgia y felicidad. Las elegiría una y mil veces».

Para los zapatos, Rocío quería algo cerrado y acabó comprándolos en Zara por casualidad. Tamara le dio una entretela perchada de algodón que llevó a un zapatero de la calle Vallehermoso para que se los forrara. Meses antes de la boda Rocío encontró unos pendientes estilo Art Déco de los años 40 en la cuenta de Instagram de una joyería de Barcelona, El Taxador, especializada en joyas vintage, «el trato fue excepcional». Fueron un regalo de su madrina. Además, llevaba unas horquillas hechas a mano en latón con esmaltado de nácar de la firma sevillana Petrïta. El anillo que llevaba era con el que Carlos le pidió que se casara con él de Ansorena.

De todos los arreglos florales se encargó María de Be Water Flores, hermana de una íntima amiga de Rocío. Para el ramo mezcló varias flores blancas con moras, escabiosas y clematis dándole un toque especial. «No lo solté en toda la noche», dice Rocío.

Ángela Blanco y Cynthia de León maquillaron y peinaron a la novia.

Para la ceremonia religiosa escogieron la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Valdemorillo y contaron con Alborada para la música.

Carlos llevó un chaqué azul de Sastrería Jajoan y una corbata de Lester. Los gemelos se los regalaron sus abuelos por su primera comunión y también llevaba el reloj de pedida.

Su ilusión era celebrar la boda en casa de sus abuelos, donde habían pasado numerosos veranos, fines de semana y donde guardaban miles de recuerdos. «Lo más bonito, emotivo y especial de la boda fue poder recibir a todos nuestros invitados en la casa familiar de mis abuelos maternos».

La celebración fue muy familiar y para la decoración contaron con la ayuda y el cariño de la gente que conocían, dispuestos a ayudar en lo que hiciera falta. Así pasaron mucho rato juntos: «Fuimos jardineros, pintores, floristas, electricistas, artesanos…», me cuenta la novia.

Para el mobiliario contaron con EventOH! y para la iluminación con Luces de cuentoAna Cano, como Wedding Planner, contactó con los proveedores y coordinó todo. Rocío asegura que «tiene el don de hacer las cosas muy fáciles».

Toda la papelería fue trabajo de su amiga Andrea de Be Water Color.

Cosa de Dos animó el cóctel: «divertidísimo» me cuenta la novia.

Ana Rey se encargó del catering. Consistía en un cóctel con plato de refuerzo: los mayores lo tomaron sentados y a los jóvenes se les pasó servido. Todos quedaron encantados «fue un éxito, algo desenfadado, divertido y nada pretencioso, justo lo que buscábamos».

La música de la fiesta, para la que Rocío se cambió de zapatos por unas alpargatas, la puso Son Top Fiesta, a los que conocieron a través de la boda de unos amigos.

Las fotos son de VelvetHush, son «un reflejo de la realidad», con el apoyo de Bárbara Lanzat y del vídeo se encargó The Bright Side Weddings.