Lo que sí y lo que no me gusta (en clave beauty)
En enero de 2020 cumplí 12 años escribiendo el blog y tengo que reconocer que la sección que más éxito tiene es siempre esta. Aunque en todas las ocasiones hay alguna lectora que se enfada, yo vuelvo a la carga porque siempre nos divertimos y todo el mundo sigue haciendo lo que le da la gana en su boda sin darle tanta relevancia a mi opinión. Como debe ser.
Lo más importante, y esto lo diré siempre, es que cada uno elija lo que sí y lo que no le gusta en SU boda.
Esta vez me centro en la parte del maquillaje y el peinado de la novia porque es donde creo que hay más tela para cortar; basándome en la experiencia de muchas de mis amigas y con la ayuda de profesionales como Ana Reyna o Álvaro Talayero que más de una vez me han maquillado. También creo que la belleza es algo tan subjetivo como «lo que sí y lo que no me gusta a mí en una boda». Comencemos.
LO QUE SÍ
– Hacer lo que te apetezca. Clásicos como: «si llevas las uñas burdeos, te arrepentirás» o, «¿dónde se ha visto una novia con piercings?» pueden hacer mucho daño. Es importante escuchar, por supuesto, a las abuelas; suegras y madres, pero no hay que olvidar que, ese día, la opinión más importante es la tuya. Tu te conoces mejor que nadie.
– Confiar en profesionales. No es el día para apostar por maquilladores aficionados. Ese día necesitas un maquillaje con una base (sobre todo) a prueba de bombas (besos, nervios, fotos). Es mejor que los amateurs vayan practicando con invitadas hasta que tengan una buena formación y tú apuestes por un profesional experimentado. No es ninguna tontería.
– Cerrar una prueba de maquillaje que puedas aprovechar, por ejemplo, para el día de la pedida. Lo más importante es elegir un estilo al que estés más o menos acostumbrada. ¿Por qué dar un giro de 180 grados a tu look justo el día de tu boda? Un consejo: si en la prueba te sientes disfrazada, descarta.
– Los labios siempre hidratados. Soy adicta al Laguna Lip Oil de Nars que, además de hidratar, tiene un toque de color.
– La luz lo es todo. Colorete suave y mucha luminosidad. Hace unos meses os contaba las cinco claves para conseguir una piel jugosa con más o menos antelación. Un maquillador profesional sabrá conseguirlo.
– La base de maquillaje siempre del mismo tono de la piel, en esto insisten mucho los maquilladores porque no se pueden maquillar mucho el escote ya que el traje se mancha. ¡Importante! Que sea fluida para que no marque las arrugas (no olvidemos que es un maquillaje que mucha gente va a ver muy de cerca).
– Pactarlo todo previamente para que no os llevéis disgustos: la publicación de las fotos en RRSS; la hora de llegada, el precio… A veces damos por supuesto cosas y es mejor dejar todo atado y bien atado. También con el maquillaje y la peluquería. No es la primera vez que escucho que el maquillador cuelga una foto de la novia en redes sociales antes de la boda y descubre el vestido antes que nadie.
– Máscara de pestañas waterproof. Es un día de muchas emociones y no querrás parecer un panda. La última que he probado ha sido Hypnôse Drama de Lancôme y, después de tres baños en el mar con ella puesta, puedo decir que aguanta bien.
– Las uñas cortas, por favor. Es mejor dejar el look Rosalía para otra ocasión y en My Little Momó las bordan.
LO QUE NO
– Tomar el sol días previos a la boda. Pueden salirte rojeces, manchas y ya sabéis que, a la larga, es malo. Para la que le guste el tono bronceado están los polvos de sol que consiguen un moreno natural. Sabéis que tengo un crush y son los Laguna de Nars que, ahora también, los podéis encontrar en mate sin brillos y en nuevos tonos para dar en el clavo.
– Un peinado artificial. Mi máxima siempre que me piden consejo: el pelo puede cargarse tu look y la naturalidad siempre gana. Me sorprende ver el afán por crear recogidos historiados, que añaden años; o esos efectos despeinados que resultan francamente muy despeinados; o cardados muy altos; o esos dos mechones/pelillos sueltos peinados con tenacilla para «el efecto natural» que nada tiene de natural; o pelos engominados y recogidos muy tirantes. Hacen que no reconozcan a las novias ni sus novios.
– Los blanqueamientos de dientes nucleares. No queremos que la dentadura parezca un piano.
– Usar pestañas postizas si nunca has usado. Cuidadito. A los maquilladores les encanta el efecto, pero mejor probar en la pedida o en una prueba de maquillaje.
– La novia reina de la noche. Es difícil encajar bien algo tan duro como unos ojos ahumados, unas sombras irisadas o unos labios rojos salvo que sea tu maquillaje habitual.
– Forzar ponerse una diadema, tiara o tocado cuando no te queda bien por la forma de tu cabeza o con el estilo de tu traje, por imposición familiar («¿cómo no vas a llevar la tiara de la abuela?») o por moda. No hay nada más triste que una novia tensa o disfrazada.
Pero si te encaja, en la próxima subasta de Ansorena que se celebra el 23 de julio, he encontrado esta maravilla.
– Los brillos en la frente que, al mirar las fotos, solo puedes fijarte en ellos. Un buen maquillador sabe como evitarlos. Volvemos al tema de antes: profesionalidad.
– Las cejas artificiales. Ni se te ocurra plantearte el microblading, tintes o depilación unos días antes porque puedes lamentarlo toda tu vida. Recuerda: que el maquillador se limite a rellenar y difumine. Es de las cosas que más disfraza a una novia y le cambia la expresión.
– Que os dejéis llevar por una tendencia pasajera por culpa de Instagram, Pinterest o la falta de sentido común. Si quieres que tus fotos pasen la prueba del tiempo, y no sentir vergüenza propia –o ajena– cuando las veas en unos años, piénsatelo bien antes de rendirte al peinado de tal famosa que a ti te queda fatal, a un tocado exagerado si normalmente eres una persona discreta… Intentar potenciar todo lo bueno que tengas en su justa medida y no querer ser la más original y pasarte. Pon cabeza.