La boda de Leticia y Mikel en Vizcaya
A Leticia y Mikel los presentaron en una fiesta popular que se celebra en agosto en el Puerto Viejo (Getxo) y donde es tradición uno de los días vestir en pijama. «Yo con un pijama de Garfield y él con un pijama rosa horrible y, como era de esperar, no surgió ninguna chispa». Pero volvieron de vacaciones y acabaron trabajando en el mismo equipo. «Él iba a ser mi jefe, y entre horas y horas de trabajo, surgió», cuenta la novia. Se casaron en Vizcaya el pasado mes de septiembre.
Para el maquillaje y el peinado confió en Estibaliz Souto. «Lo que más me importaba era ser yo como cualquier fin de semana que tengo evento. Me peinó con una coleta baja y un pañuelo de la gama del vestido que hicieron a mano en un taller en la Calle Cervantes». Leticia eligió el pintalabios Rouge Allure Velvet de Chanel en color nude.
«Los zapatos los encontré de casualidad paseando por Bilbao. Los vi en el escaparate de Farrutx y pensé “los encontré”».
Como joyas, llevé unos pendientes de Suarez, de la colección de Amuletos de Frida, que le regaló de su hermana Virginia. Y el anillo de Inés Susaeta con el que Mikel le pidió en Bali que se casara con él.
«Para los grandes eventos, es mi tía Conchi quien me hace los vestidos, pero esta vez no quería darle mucho trabajo porque tenía que hacer los trajes de mi hermana, mi madre, mi prima…». Por recomendación de su amiga Pilar, fue a ver a Castellar Granados. «Y no sé cómo explicároslo bien, pero me sentí tan bien escuchada, le vi tan profesional, me entendió lo que no quería llevar y cual era mi rollo… que supe que tenía que ser ella», asegura Leticia.
«No soy de esas novias que saben desde hace años cómo quieren su vestido. Podía haber ido de mil maneras diferentes: con pantalón, de beige, con vestido midi, con mucha cola, con abrigo… Y ella me ayudó a decidir». Finalmente, Castellar diseñó un vestido en crepe de lana color nude con jaretas, vainicas y vivos ondas. «El color nude fue porque el blanco no me favorecía nada, así que buscamos un tono más subido».
Leticia y Mikel se dieron cuenta de que necesitaban ayuda para organizar la boda «porque por el trabajo de ambos y las aficiones de alguno (surf), no nos iban a dejar mucho tiempo para la fase de ejecución. Teníamos ideas pero no tiempo para ejecutarlas». Contaron con Itziar Ortuondo «que nos ha descargado de tanto trabajo que hemos podido disfrutar de nuestros viajes, nuestro tiempo libre y del año en general».
Se casaron en una ceremonia civil organizada en un pequeño bosque que hay en una finca colindante al Jardín de Barretaguren. Sin embargo, el acto oficial fue el día anterior en el juzgado de Getxo. «Firmamos a la una e hicimos una comida con los padres y hermanos» a la que Leticia llevó un traje chaqueta pantalón blanco «que en realidad era como siempre había querido casarme».
Al día siguiente «queríamos hacer una ceremonia/celebración más personal e íntima con nuestros amigos y familiares. Como maestra de ceremonias tuvimos a mi amiga Pilar (una maravilla de persona). Y luego leyeron Jorge e Iraide (amigos nuestros) y Vir y Jon (nuestros queridos hermanos). No te puedo explicar lo bonito que lo hicieron, las lecturas fueron preciosas, muy personales, muy trabajadas, muy especiales, con toques de humor y también de lágrima. Creo que no pudimos elegir a mejores locutores», cuenta la novia.
Contaron con un cuarteto en el que tocaban el hermano de Mikel, su mujer, un primo y una amiga.
Mikel iba con un traje de tres piezas de Man 1924, en gris oscuro.
El ramo fue idea de Elena Suárez&Co después de que la novia le enviara una foto.
Para la decoración, Itziar Ortuondo, junto con los novios, combinó el mobiliario del Jardín de Barretaguren con el de Cashmere. La decoración floral la hizo Elena Suarez&Co. «Creó un pequeño bosque en el comedor que quedó espectacular. Además, decoró las mesas con centros de verde corridos». El seating plan era de inspiración otoñal con calabazas, musgo, hojas otoñales… Y las minutas eran un diseño de Vanana Prints.
El catering lo sirvió Brass que preparó un cóctel largo con pintxos modernos y clásicos y luego una comida.
El vestido de noche, fue un regalo de la tía de la novia que empezó cuando quedaban solo tres meses para la boda. «Le daba pena que no llevará algo hecho por nosotras. Era un vestido de seda satén en color champagne, con una pequeña cola y corte midi. Quisimos utilizar la tela de vestido de mi abuela en satén pero estaba muy estropeada y no nos daba para todo el vestido, así que nos fuimos en busca de una similar pero nueva», recuerda Leticia.
Para la fiesta, la obsesión de Leticia era el rojo porque «me gusta mucho la fotografía y quería teñir la carpa de la fiesta como las típicas salas antiguas de revelado de fotos. Además, le daba un toque como de fiesta clandestina o las fiestas de los años de la Belle Epoque en el Moulin Rouge». Zuriñe, Penny Lane Dj, se encargó de la música.
Las fotos son de Fran Llano.
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