El vestido de novia de Flor Fuertes I
Desde hace unos meses, tenía gran expectación por el vestido de novia de la diseñadora de vestidos de novia Flor Fuertes. Sobre todo, después de hacer fotos en su estudio los días previos a la boda, ¿os acordáis? Fue para la sección #casildaforher ‘Los trucos preboda de Flor Fuertes’. Ahí me contó muchos detalles de lo que sería su boda, hablamos del aroma de For Her de Narciso Rodriguez que le encantaba, de las flores de Inés Urquijo que decorarían su boda y de las invitaciones de Savia Craft. Del vestido no dijo ni pío y, aunque estuvo trabajando en él (como puede verse en las fotos), no lo quiso enseñar. Ahora, por fin puedo mostraros en exclusiva –y desde aquí quiero dar las gracias a Flor por tanta generosidad conmigo– uno de los vestidos de novia que más me ha emocionado por ser de verdad original y a la vez tener un toque clásico.
En su caso, el proceso de creación del vestido fue curioso. «Tenía varias cosas claras: quería mangas que pudiera remangarme, quería que fuese asimétrico y camillero. Pero sobre todo quería algo con lo que estuviera cómoda», explica Flor. Inspirándose en una camisa que tenía y que se pone muchísimo, evolucionó la idea a un vestido camisero «desestructurado».
«No le di demasiadas vueltas, me hice una toile y sobre eso, delante del espejo, fui dándole la forma. Para la tela, directamente escogí un popelín de seda, para darle ese toque de camisa, y para el forro un satén de seda muy fino… quería que fuera un vestido liviano», explica.
Lo acompañó de unos pendientes que le regalaron sus padres para la boda.
Los zapatos, fue lo único que adquirió con antelación a tener nada para la boda. «Me encantaron las flores de tul y además eran comodísimos, fue lo primero que elegí». Eran unas sandalias de Chanel.
La novia se ocupó de maquillar a parte de sus invitadas y también a ella misma, como hace en su día a día.
La peinó María, de Tête á Tête Hairstyle. «Hicimos una prueba antes de la boda, decidimos el moño bajo… quería algo sencillo. Ella es súper natural así que me fíe totalmente y el resultado me encantó.
Además de los pendientes llevaba una sortija de su abuela y los anillos que lleva a diario de Sansoeurs. En el cuello una gargantilla regalo de sus amigas.
El velo era un retal de una seda rústica que había comprado en India y que tenía guardado desde hacía tiempo. Se lo llevó a Ávila sin saber si se lo iba a poner y allí en el último momento decidió cortarlo y ponérselo.
El ramo se lo hizo Inés Urquijo, «tenía confianza total. Ella decidió todo y mi cuñada me lo trajo antes de entrar en la iglesia ¡no había visto nada y me encantó!», confiesa Flor.
CONTINUARÁ…
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