Casilda se casa

La boda de Carmen y Pedro en Cabo de Gata

Carmen es directora de Comunicación y RR.PP de la firma de zapatos a medida Jonndo y cofundadora de la firma de coronas VERBENA. Se casó con Pedro, que acaba de lanzar Vernon, una consultora boutique digital especializada en ayudar a crecer a startups y en proyectos de alto rendimiento para grandes empresas. Además es «expert in residence» en Google Campus Madrid. Son una pareja muy especial y creativa, y su boda me encanta porque refleja perfectamente su personalidad.

© Chachacha Photography

Decidieron casarse en el Parque Natural de Cabo de Gata porque para ellos significa calma, diversión y relax. Han pasado varios veranos entre San José, Agua Amarga, Las Negras y la Isleta del Moro y querían enseñarle a la gente que más quieren el entorno (y darles una excusa para que se tomasen unas mini-vacaciones por el puente que había). La boda se celebró el 29 de octubre.

© Eduardo Vinuesa

El vestido de novia lo encontró en Net a Porter y es de Needle and Thread. Le hizo algunos cambios con una modista llamada Irene Fernández Bombín que iba a su casa algunas noches. Compraron telas de diferentes sedas en José María Ruiz y diseñó un cinturón de flores hechas a mano que continuaban en tamaño más pequeño subiendo por la espalda hasta el cuello. También hicieron una cola de varias capas de sedas y flores. «El look en general era barroco pero es que yo soy así. Me flipan los detalles de la alta costura, la artesanía, los looks de Dolce & Gabbana…Me gusta mucho mezclar texturas, tejidos, formas…soy de las de ‘más es más’ pero armónico», explica Carmen.

Llevó unos pendientes y las alianzas de Suárez. Los pendientes eran una maravilla de una colección art decò con diamantes y topacios (y así llevaba «el algo» azul). El anillo de pedida es de Vendôme de finales de los años 20. Fue un acertadísimo regalo sorpresa del novio en un viaje que hicieron a Oporto con la excusa del 30 cumpleaños de Carmen.

© Eduardo Vinuesa

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Le peinó Miguel Ángel, de la peluquería Matiz y una persona de su equipo la maquilló. «La mañana de la boda se me ocurrió otra cosa y lo cambié sobre la marcha….Él alucinaba pero se partía de risa», recuerda Carmen. En la cabeza llevaba una VERBENA y una mantilla antigua de chantilly de su madre.

Tenían clarísimo que querían casarse en la Iglesia de la Almadraba de Monteleva, una ermita muy pequeña que hay en la playa. Dentro de la iglesia estaban testigos y familiares y fuera había pantallas y sillas para que el resto de asistentes pudiesen seguir la ceremonia con vistas al mar. Los pajes, Martín y Julia, llevaban unos trajes en plumeti marfil y terciopelo burdeos.

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En la iglesia había un violinista que interpretó piezas clásicas excepto cuando entró la novia que sonó I don´t want to miss a thing de Aerosmith. «Me gustaba muchísimo el significado de entrar con mi padre y toda la historia que hay detrás con Steven Tyler y su hija Liv Tyler. Con violín suena súper bonita», recuerda Carmen.

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El novio llevaba un chaqué y camisa que se hizo a medida en Tom Black. Los gemelos eran de Suárez, el reloj el Rolex de la pedida, la corbata de Salvatore Ferragamo en tonos burdeos, los calcetines de Missoni y los zapatos de Jonndo. Quería llevar un look elegante pero con un toque un poco más loco y de ahí el estampado del forro del traje, la corbata y los calcetines.

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El sitio de celebración fue una antigua fábrica de crin que hay en la playa de los Genoveses (en San José): La Fábrica de los Genoveses. De camino pararon en una era, que pertenece a la Fábrica, y que tiene unas vistas espectaculares de la playa. Allí hubo un mini cóctel para que los invitados pudiesen disfrutar de las vistas.

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Cuando llegaron a la fábrica hubo una sorpresa que habían preparado los novios: un concierto acústico durante el cóctel de La Bien Querida con Antonna, de Los Punsetes. «Muchos de nuestros amigos son muy fans y nosotros también, así que fue súper divertido, una banda sonora perfecta para un día 10 la verdad», recuerdan.

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Toda la gráfica de la boda la hizo Anto López, que además fue uno de los DJ´s de la boda (suele pinchar en Chachá y en Corazón).  Todo el diseño floral vino de una idea que la novia había visto en un taller de floristas que se había hecho en La Fábrica de Genoveses. «Busqué a Lales Martinez, la encargada de dar ese taller. Le expliqué todo lo que quería y cómo me lo imaginaba y la verdad es que lo entendió fenomenal. Ella ya conocía el espacio y sus posibilidades y eso era clave para poder enganchar las decoraciones verdes que caían del techo. En la parte del baile solo había montones de velas blancas y cortinas de luces».

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Cuando entraron en el comedor hicieron que todo el mundo se levantase a brindar con Runaway de Kanye West. «Queríamos dejar claro que era una celebración y el plan era pasarlo genial». A pesar de casarse en Almería y de ofrecer un menú basado en producto de la zona, hubo muchos guiños a Toro, donde nació la novia.

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«Le di el ramo a mi hermano. Ya se que es atípico, pero me apetecía muchísimo. Él por supuesto no se lo esperaba nada y se emocionó. Sonaba Valerie de Mark Ronson y Amy Winehouse«.

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Para los novios la música era importantísima: «Estuvimos mucho tiempo pensando en todos los momentos y haciendo listas con música que encajase. Contratamos a un DJ de apoyo para que durante el día y los ratos extra del baile ejecutase todo, pero lo importante fue que durante la fiesta, cuatro de nuestros amigos que son DJ´s quisieron pinchar. Estuvieron una hora cada uno». Para el primer baile eligieron a Richard Hawley y la canción Valentine. «No parábamos de escuchar ese disco en la primera casa en la que vivimos juntos y es súper especial».

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De regalo a los invitados les dieron un CD con una recopilación de sus canciones preferidas para hacerles también el viaje de vuelta desde Almería más ameno.

«En general fue un día increíble. Para mí fue una super celebración del amor y además… un súper fiestón».