La boda de Laura y Jaime en Cantabria
Laura siempre tuvo claro que quería casarse en invierno. Ella es de Santander y su novio de Segovia así que se decidieron por Puente Viesgo, el pueblo de los abuelos de la novia en Cantabria. La iglesia fue San Miguel, a donde iba con ellos de pequeña: románica pequeñita y preciosa.
Lo siguiente que la novia tenía claro era sobre el vestido: «no quería parecer una niña de comunión en grande. «Fui a ver a la diseñadora Inés Martín Alcalde y por la empatía y las ganas de hacer algo especial pero sin perder de vista mi estilo… tenía que ser ella. Recuerdo que me probó una especie de batín en terciopelo hueso y a partir de ahí empezó a fluir todo… el moodboard que yo le llevé incluía fotos desde Isabel la Católica hasta Rhené (la hermana de Beyoncé). Ella lo integró todo hasta ser una combinación perfecta vestido-batín elegante y no demasiado soft, pero si sofisticado, con el chaleco que forma parte de mi armario a menudo y que integraba la cola y todo con un punto antique que no me podía chiflar más por el resto de elementos (iglesia, finca…). Si tengo que destacar algo del trabajo de Inés es la escucha (importante esto para no ser un copy-paste con el que la diseñadora está cómoda y tú seas una más) y el talento creativo que tiene, adaptándolo más o menos rompedor a cada una (porque yo tenía mis limitaciones minimalistas y sacarme de ahí era un reto)», continúa.
Los zapatos, en terciopelo verde inglés, color favorito de la novia son de Hannibal Laguna y fueron un regalo de sus amigas, una tradición que tienen entre ellas.
El maquillaje y peinado de la novia fueron obra de su amigo y compañero de trabajo Fernando Gómez de La Paz. Como le conoce en el día a día conocía perfectamente su estilo y había poco margen de error. Es el director creativo y de formación de Kérastase y ShuUemura.
Desde el primer día entró en escena el velo con encaje. «Siempre me imaginé con un velo estilo años 20. Finalmente quedó sobrepuesto a modo de capucha para darle el punto invernal», explica Laura.
Durante la ceremonia, sonó una escolanía de niños. Fue un regalo de los padres de la novia y cantaron una selección preciosa de canciones entre las que había villancicos.
Para la recepción de invitados en la finca («el novio puso ese requisito, salir el primero de la iglesia y recibir a todos allí», me explica Laura y es un gesto que me encanta), se marcharon en el Mini de la novia.
El novio llevaba full equip de Tom Black, gemelos de Loewe, de su padre. Y el reloj, Longiness regalo de pedida. «Además, el tío llevaba puesta una sonrisa que contagiaba sin quererlo –recuerda Laura emocionada–menos mal que estuvo él porque, en honor a la verdad, ha sido el wedding planner «.
El hermano de la novia les regaló un grupo de gaiteros que amenizaron el recibimiento y el aperitivo.
Tampoco hubo dudas acerca de la finca donde lo celebrarían. Visitaron Hostería de Castañeda, una casona montañesa con una torre del siglo X y no miraron más. Cumplía el requisito indispensable de la novia: tenía chimenea en el salón principal y se podía usar.
La decoración fue «el todo» en términos de ambiente. La hizo entera Búcaro que además de «proveedores» eran invitados y Cristian se implicó muchísimo para que todo fuese perfecto: millones de velas, abetos en la iglesia llenos de luces, poinsetias y el tartan de los manteles que combinaron con azul noche para no cargar demasiado el ambiente. «Una vez más, qué importante es la escucha, la empatía y el punto profesional de una empresa», explica la novia.
Los meseros eran pueblos de Cantabria todo impreso en verde inglés y con motivos de piñas, pino y ciervos.Durante el banquete sonó una selección de villancicos años 60 que no podían dar un ambiente más propio y mágico, ya en el salón lleno de velas colgando de las vigas y con la chimenea
Entraron en el comedor con la canción You & Me de The Wannadies y para el baile de apertura eligieron My Girl de The Temptations.
La música de la fiesta fue a cargo de los sevillanos SmartSound, «con la fiesta no se juega, es vital y no nos defraudó. Valor seguro». Antes de él, unos amigos de los novios, Los Clientes de la Noche, hicieron un mini concierto en el jardín a modo de transición entre baile y fiesta.
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