La boda de Paula Jolan en León
Roberto y Paula se conocieron hace 12 años a través de amigos comunes. «Siempre tuvimos claro que nos casaríamos en Diciembre. A los dos nos gusta más el invierno y las Navidades son una época especial para ambos, así que elegimos la fecha más cercana posible que cayó en sábado 17 , una semana antes de Nochebuena», explica la novia.
El vestido era un diseño de Paula, que tiene una pequeña tienda multimarca en León, llamada Paula Jolan, donde compatibiliza diseño y costura a medida desde hace varios años bajo la firma Pôlet by Paula Jolan. «Hasta este año no había hecho ningún vestido de novia pero una amiga me lo pidió y cuando me quise dar cuenta estábamos en octubre y me vi haciendo el cuarto vestido de novia… ¡el mío!».
Era de inspiración victoriana con toques aniñados inspirados en un cuento. De un guipur muy cerrado pero forrado con dos capas de tul de seda que matizaban el tejido y dejaban que se viera. Tenía doble manga, la de guipur iba pegada al brazo y la de tul terminaba antes del puño y era una manga abullonada; la falda de tul iba abierta por los lados dejando ver el guipur de debajo. El cuello era subido en forma de mini gola. La espalda iba adornada con una fila de botones más grandes de lo normal que a Paula le recordaban a los vestidos de cuando era niña, forrados en terciopelo. «Complementé el vestido con un fajín y una de las prendas que más me gustan para mi día a día, un chaleco ambos de terciopelo. Aquello le daba al vestido un aire zarista que me encantó. En León en invierno hace frío y hay que abrigarse, y esa fue la mejor excusa para diseñar lo único que en el fondo siempre supe que llevaría el día de mi boda: una capa con capucha».
La novia empezó su día peinándose y maquillándose con su madre y algunas amigas en Fernando Arias. Del maquillaje, hicieron destacar los labios en un color uva, el escogido fue Oh lady, de Mac. Un color oscuro e invernal que aportaba el toque lúgubre que la novia buscaba. La manicura también iba en ese color.
Como complementos llevaba los Tango de Valentino. «Siempre he estado cegada por esos zapatos así que estaba claro que tenían que ser», asegura Paula.
El ramo iba en tonos pastel, llevaba brunia, rosas, rosas de pitimini y anémonas blancas de corona negra. «Con todo lo que tenía entre manos lo dejé para última hora y la florista se las vió y se las deseó para conseguir las anémonas así que le estoy muy agradecida a Yolanda de Aqua floristas».
Llevó además unos pendientes isabelinos de una de sus tatarabuelas y por supuesto el anillo de pedida, una lanzadera del mismo estilo.
Se casaron en León, en la Iglesia de Santa María del Camino, más conocida como la Iglesia del Mercado y escogieron una hora temprana para poder aprovechar todo el día. «Quisimos que ese día fuera lo más largo posible y aún así se nos hizo corto», recuerdan los novios.
Tanto la decoración de la iglesia como de la celebración corrieron a cargo de Clara Arias. Ella es la mejor amiga de la novia y es decoradora, y aunque en ese momento se encontraba en un impasse profesional, finalmente tuvieron la suerte de que pudo sacar tiempo de donde no lo tenía para hacerlo por ellos. La entrada a la iglesia tenía una guirnalda navideña preciosa en la puerta y todo el paseo hasta el altar lo adornó con faroles, pino navideño y muchas velas, que con la alfombra persa le daba un ambiente muy acogedor y entrañable.
Los trajes de las niñas también son un diseño de Paula, la novia. Toda la estética de la boda era muy de cuento así que las niñas tenían que completarlo. Los vestidos eran tobilleros con enaguas, puntillas y cuadros de vichy en blanco y negro. Encima llevaban unas capitas rojas. Además portaban unas cestas de paja en la mano y lo que más ilusión les hacía a ellas… ¡zapatos de tacón!
Paula entró en la iglesia con la canción Somewhere over the rainbow en versión instrumental tocada por un piano y dos violines. Casi toda la música de la ceremonia la seleccionó Roberto, el novio que es músico. Todos los temas tenían un significado para ellos y fueron momentos muy emotivos. Desde el Hallelujah de Leonard Cohen (que Roberto la ha cantado en las bodas de todos sus amigos así que en la suya tenía que sonar como homenaje a todos ellos); «Los ludlows» de Leyendas de Pasión, el canon de Pachelbel o Whatever de Oasis … todos fueron interpretados por los chicos de AEventum que además de ser grandes músicos son amigos de los novios y así todo quedó en casa.
El novio escogió un chaqué gris con estampado príncipie de gales hecho a medida con una corbata de estampado cashmere multicolor. Encima del chaqué se puso un abrigo de corte chesterfield de lana azul marino con solapas de terciopelo negro. «Era el hombre más guapo sobre la faz de la tierra. Al menos para mí», recuerda la novia.
Los cascanueces que había a la entrada de los salones de la boda estaban hechos con globos por el genial Eduardo Lazo siguiendo la estética de cuento de la boda.
La celebración fue en el Hotel Conde Luna y contaron con Mucha Miga, especialistas en decoración de mesas. Todo el cóctel tenía un rollo muy de navidad victoriana.
En casa de la novia, coleccionan juguetes antiguos y como no hay nada más navideño que un juguete, Clara diseñó una temática especial para encajarlos como centro de mesa sobre los manteles de cuadros escoceses. Todas las mesas eran diferentes.
La recena y la fiesta fueron en Nimú Azotea, el restaurante de la azotea del hotel que tiene unas vistas espectaculares de la ciudad. Allí les esperaban buena música, buenas copas, mucho baile, muchas risas y una mesa de dulces navideños preciosa, hecha también por Mucha Miga.
Roberto, el novio, es músico, su nombre artístico es Rob DeLion. Por eso la novia quiso preparar un escenario especial para él, algo que recordara toda su vida. Para eso contaron con Nonia Villa, que además de ser la propietaria de Mucha Miga junto con su marido, es artista y convirtió el escenario en un juguete más, haciendo que pareciera un teatro infantil antiguo. Desde la invitación, los novios crearon un cuento propio de un oso y una princesa escrito por la abuela materna de la novia que ha dedicado parte de su vida a escribir cuentos infantiles y poesía. Lo tituló «Un cuento para un día» y el escenario llevaba ese título escrito en su parte central.
Además de disfrutar el novio del escenario tocando algunos temas, su antigua formación The Shakers (entre los que se encuentran el pintor Carlos Álvarez Las Heras o el cantante Pedro Luengo) le dio una sorpresa tocando uno de las canciones de antaño. Hacía años que no se juntaban y tocaban juntos, por lo que fue un momento especial para el novio.
Las fotos las hizo Mary Wilson, era su primera boda pero lo bordó. El vídeo es obra de Juan Marigorta de Estudios Tripolares .
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