Lo que me gusta y lo que no en una boda IV
Esto no es importante. Esto no es definitivo. Esto es únicamente lo que me gusta a mí y lo que no en una boda. No me tomeis en serio. Esto va de divertirse y de inspirarse algo. Así que, por favor, que nadie se ofenda.
LO QUE Sí ME GUSTA DE UNA BODA
-Las novias, como mi amiga Elena, que anuncian su boda con sólo cinco meses de antelación. Las novias que tienen clara la parte estética que les interesa de su boda y que no se complican más de la cuenta. Las novias como Loreto, a la que conocí trabajando en Vogue, que me escribió el otro día este mensaje: «Me caso. Estoy muy emocionada y también muy perdida, no sé nada y me da igual todo. Sólo quiero casarme».
-Me gustan las bodas fuera de la temporada de bodas. Las bodas en diciembre o en febrero pueden ser, también, muy inspiradoras.
-Me encantan las historias de amor geniales. Como la de Paola y Pablo entre México y Madrid, o la de Jaime y Teresa, que ella pensaba que él le estaba gastando una broma, cuando en realidad le estaba pidiendo que se casara con ella, hasta el punto de que llegaron a enfadarse. Historias para poder contarle siempre a gente como a mí, que me encanta escucharlas.
-Me gustaría una boda decorada entera con estrellas de Elena Suárez& Co.
-Me gustan los novios que vuelven del viaje y se encuentran la nevera llena gracias a una madre o una suegra detallistas y con llaves del piso.
-Los novios que escriben cartas. A su familia para que la lean cuando ellos estén de viaje de novios, o el novio a la familia de la novia para que la lean en voz alta el día de antes de la boda, como hizo mi cuñado. Son detalles que no se olvidan.
-La gente como mi amiga Ale que, cada vez que me ve, me hace un repaso de las novias que más le han gustado en el blog. De momento ganan en su ranking: Ale Valero, Marta con su vestido hippie de Peredero Quirós y Ana Reyna con su vestido de piqué.
-Las sandalias de doble tira de Jimmy Choo que han dejado de producirse y que llevó Patricia en su boda en Oviedo. Las queremos de vuelta.
-Me gusta el servicio a domicilio de uñas My Little Go, del centro My Little Momó. Está pensado para las que no tengan tiempo para pasar la tarde antes de la boda haciéndose las uñas en su salón de la calle Lagasca, 3. Ese plan que ya he recomendado muchas veces.
-Los caterings pequeños, perfectos para el día de la pedida, como Gourmetillo, el de Cristina Oria o The Good Food Company, que además pueden dejarte su casa con un gran comedor y jardín, por si en casa de la novia no cabéis.
-El baile de Leonardo Di Caprio en la película El Lobo de Wall Street. Me caso con el que lo haga igual y eso que desconfío de los hombres que bailan mucho.
-Los viajes de novios que monta gente como Mundo Expedición personalizados y adecuados a cada tipo de pareja. Nada me parece más horrible que acabar en un viaje organizado con otras parejas tipo Imserso. Además adecúan todo el viaje a tu presupuesto.
-Los mensajes de pánico de mi amiga Marta antes de cada boda: «¿Llevas raya? ¿Llevas orquillas? Voy vestida como un troll». Luego siempre es mentira y a los cinco minutos se olvida de todas esas cosas.
-La invitada hippie de la boda. Siempre hay una y me suele caer fenomenal.
-Los padres de las novias. Siempre viven todo de una forma muy especial, ya lo he dicho en más de una ocasión.
LO QUE NO ME GUSTA DE UNA BODA
-Decir el mundo bodil.
-Los estudios de fotógrafos, espacios de coworking de bodas o talleres de vestidos de novias con aspecto cutre. Cuando vas a desembolsar cantidades de cuatro cifras en algo, me parece lo mínimo que el espacio acompañe a la idea. No me vale disfrazarlo todo de hippie-chic.
-El country-chic que todo lo invade. Ha estado bien el momento cartelito de madera, las bicis y los fardos de paja, pero si siempre has sido menos de campo que las amapolas, no montes una boda campestre.
-Tener que confirmar ocho meses antes de una boda si se va a asistir con acompañante o sin él. Como dice Bu Arena en Twitter: ese salto de fe.
-Las invitadas que asisten a una pedida con un vestido de gasa largo y blanco. Ya sé que no es la boda, y reconozco que tengo una visión que nadie más comparte… pero a ver, por si acaso: el color blanco, en todo lo que tenga que ver con una boda, debería estar vetado para cualquier invitada. Hay millones de colores en la paleta.
-Los coches de novia decorados.
-Los invitados que persiguen a los camareros con ansiedad durante el cóctel. La ansiedad en general: una boda va de pasárselo bien.
-El momento en que los novios entran en el salón a ritmo de un temazo nocturno cuando todo el mundo está sentado. Me da muchísima vergüenza ajena cuando se hace larga la canción y tienen que seguir bailando forzados. Bueno en realidad el momento en general me espeluzna, para qué os voy a engañar.
-Gente que dice: Nuestra boda estuvo llena de detallitos DIY.
-Gente que dice: No es que lo diga yo, Casilda, es que todo el mundo que asistió a nuestra boda nos dijo que fue la boda más divertida en la que había estado. Siento deciros que todo el mundo dice eso en todas las bodas, se llama educación.
-Dar distintos postres a hombres y a mujeres. Ya lo decía en Twitter Holden Caulfied, El Guardián.
-Las tartas de precioso fondant e incomible sabor. Lo del tema de las tartas sigo sin verlo en las bodas.
-Los ramos con rafia. Bajo ningún concepto. Ni un poquito.
-Los fotógrafos malos/ aficionados que cobran lo mismo que los fotógrafos buenos/consagrados/ profesionales. No es que no me guste, es que me indigno al nivel de montar una asociación de víctimas de fotógrafos pésimos.
-La seda salvaje. En cualquiera de sus variantes.
-Las novias con patillas. Parece broma pero no lo es. Y con patillas me refiero a patillas grandes, porque todo el mundo tiene un poco de pelo encima de la oreja, pero cuando es mucho, el laser o la decoloración pueden ser una fácil solución. (Aclaro: no penseis que es un comentario cruel, se que para muchas es un problema pero me parece antiestético).
-Que manteen a la novia. Me da pánico.
-Las bodas performance. No se dónde leí: «si al final del día estas casado con la persona que quieres es que todo ha salido bien, lo demás es secundario». Está todo dicho.
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