Casilda se casa

La boda de Carlota y Álvaro en Comillas

Carlota y Álvaro se conocen de veranear en el mismo sitio, pero su historia no comenzó hasta hace tres años. Él subió a un cumpleaños a Madrid y pasaron todo el fin de semana juntos. A principios de este año, después de estar yendo y viniendo entre Sevilla y Madrid, Carlota decidió emprender y se mudó a Sevilla. Álvaro le pidió matrimonio el día de Reyes, un día muy importante para él y su familia.

Tanto el maquillaje como el peinado lo hizo Veronica de Muah novias.

«Tenía claro que mi vestido tenía que ser de Navascués. No quería un vestido demasiado tradicional ni completamente blanco, buscaba algo ligero y con un toque romántico. Nos inspiramos en varios diseños de Valentino y gracias a Cristina y a su equipo conseguimos transformar esas ideas en el vestido perfecto».

«Llevé unos pendientes de mi madre y el anillo de pedida que me regalaron mis suegros de Javier Gómez Zuluaga».

Los zapatos eran de Flor de Asoka.

Los niños fueron vestidos de M&H con zapatos de Sveti Stefan, la marca de la cuñada de Carlota.

Álvaro eligió un chaqué de Galán y zapatos de Berwick.

«Llevé un ramo de hortensias de La Sastrería de las Flores».

La celebración fue en La Portilla, en Comillas.

«Pusimos una carpa de Siluka. Nos dieron mucha tranquilidad en un día tan importante y, desde el primer momento, el trato fue impecable. Fue lo más comentado por los invitados».

«Las flores también fueron de La Sastrería de las Flores. Irene entendió lo que queríamos desde el primer momento y disfrutamos mucho montando todo los días previos».

Los meseros, las minutas y el seating plan los hizo Carlota, la novia.

«El catering lo hizo Raúl Herrera del Club Estrada de Comillas. Decidimos incluir un puesto de ostras y otro de callos, un guiño a mi padre y hermanos que son muy aficionados».

La canción del baile fue Strangers in the Night de Frank Sinatra, cantada por Pablo Chiris. Luego tocó su grupo Paul and the Wolves y, para la fiesta, el DJ Jose Manuel Pavón.

«El fotógrafo fue Ignacio Piñar de Pulcro e hizo también fotos con cámara analógica. Queríamos que la boda fuese pequeña y familiar y que los proveedores se sintiesen uno más y disfrutasen junto a nosotros de todo el proceso. Creo que lo conseguimos».