Casilda se casa

La boda de Mariana y Álvaro en Algarve

Mariana y Álvaro se cruzaron de casualidad en un Brunch Electronik en Barcelona. Entre bromas y sonrisas, abandonaron a sus amigos y terminaron cenando en el restaurante favorito de él. Desde ese día supieron que lo suyo no se podía terminar nunca y, el año pasado, Álvaro le pidió matrimonio en el mismo lugar en el que se conocieron con un anillo que terminaron por definir juntos en un viaje a la India.

«Siempre voy tan natural que quería el mínimo maquillaje posible. Consideré hacérmelo yo, pero al final delegué la tarea en Marta, la maquilladora que conocí unos días antes de la boda. Para el peinado, suelto y con algún detalle, confié en María João, la peluquera del pueblo que me ha visto crecer y peinaba a mi abuela».

«Tenía muy claro que quería un vestido hecho a mano y que pudiera evolucionar a lo largo de la fiesta. Núria Malè aceptó la misión de escribir la historia de mi vestido y, gracias a ella, conocí a la costurera Rosa Rubio. La espalda incluía bordados significativos: una amapola en homenaje a Poppy, su perro desde hace 18 años, el corazón de Viana con unas iniciales familiares, un “te quiero” en portugués y en catalán y nueve estrellas que representan los años que Álvaro y yo llevamos juntos».

Álvaro llevó un traje cruzado beige de espiga de seda y lino hecho a medida en la sastrería Señor, unas alpargatas catalanas blancas y marrones, un reloj dorado de Hamilton Ventura y unos gemelos de bambú y oro blanco de su abuelo.

Mariana llegó a la ceremonia junto a su padre en uno de los coches clásicos de su colección, un Kharman Ghia Blanco de 1960.

La ceremonia tuvo lugar en una finca en Algarve. «Distribuimos abanicos de mimbre hechos en Portugal porque pensamos que sería un regalo útil para los invitados», aclara la novia.

De la música se encargaron fadistas y guitarristas de la Associação de Fado do Algarve: «Entré con Fado A Bia da Mouraria de Carminho y, al final de la ceremonia, nuestra amiga Bia cantó con la fadista la canción Rosa Albardeira de letra de João Monge».

«Tomás, nuestro niño de arras, llevó una camisa tradicional con el bordado de Viana y unas alpargatas catalanas».

«El ramo fue de claveles, flor que simboliza la revolución en Portugal y también la libertad. Para mí la boda era justo eso, un acto de total libertad y de poder casarme con quien más quiero».

«Para la ceremonia quise llevar velo porque era la única oportunidad que tenía de ponerme el toque más romántico que una novia puede tener».

«El velo tenía bordado a cada lado el nombre de mis abuelas y decidimos añadir el punto cadeneta mallorquín en una clara referencia al mundo Mediterráneo que tanto define nuestra forma de ser».

Las mesas del cocktail tenían hojas de higuera y algarroba, manteles familiares bordados a mano y claveles blancos. Los menús llevaban ilustraciones de fauna y flora del Algarve.

De la animación se encargó Bendito Relío, un grupo de tres jóvenes sevillanos que Mariana descubrió por Instagram.

«Para el cóctel tenía el vestido de base estructurado, pero con un corte de escote tipo medieval y spaghetti straps».

Encontrus hizo el catering y construyó un menú muy portugués. Toda la papelería llevaba caligrafía diseñada por Mariana, la novia.

«Para la cena, como a Álvaro y a mí nos encanta la Bossa Nova creamos una playlist solo de música brasileña». De la iluminación se encargó Max Milá.

«Para el pastel elegimos mi postre favorito: ovos moles, un dulce típico del norte de Portugal relleno de yema de huevo y azúcar en formato de motivos marítimos».

En la fiesta, Mariana llevó el vestido inicial con unos shorts blancos de seda salvaje por debajo. Lo combinó con unas macro sandalias gladiadoras que hizo por encargo durante su despedida de soltera en Marrakech.

«Para la fiesta contamos con nuestro gran amigo Mister Bempo. Álvaro y yo abrimos la pista de baile con la canción Il mio canto libero de Lucio Battisti transicionada con la versión de Loving Arms de Fred Again y fue el inicio más épico que podíamos pedir para  toda una noche de baile».

«Queríamos unas fotos naturales y desenfadadas y cuando descubrí A Film Love no lo dudé ni un segundo». Del vídeo se encargó Fabi Photography.