Casilda se casa

La boda de Paula y José en Aldeallana

Lo que parecía un vuelo rutinario hace siete años entre Madrid y París terminó siendo el punto de partida de una historia de amor digna de película. Los dos vivían en París y José volaba cada lunes por un máster. Paula cogió el mismo vuelo. «Siempre digo que nos fichamos en Madrid y hablamos en París porque no íbamos sentados al lado, nos habíamos gustado embarcando y hablamos en el bus que nos llevaba del avión a la terminal porque yo me puse intencionadamente a su lado», señala la novia.

Tuvieron su primera cita a los pocos días y ya no se volvieron a separar. «En agosto de 2023 nació nuestra hija Olivia y en diciembre del año pasado me pidió matrimonio con un anillo de Leandra en el parque del museo Picasso en París, un sitio muy nuestro».

María Nebrera fue la encargada de maquillar y peinar a la novia, así como a su madre, su suegra y su hermana. «Yo quería verme muy guapa, pero natural porque nunca me maquillo y fue exactamente lo que consiguió María, que me hizo unas ondas naturales muy favorecedoras», nos confirma Paula.

Paula siempre tuvo claro que se compraría un vestido de novia hecho. «Me recorrí París con mi madre para probarme vestidos de mis marcas preferidas y me sentí muy favorecida con un vestido de Victoria Beckham, sencillo pero con una caída ideal». Su idea es cortarlo por encima del tobillo para poder reutilizarlo, porque adora darle una segunda vida a todo lo que tiene.

Llevó dos anillos de Leandra. Completó el conjunto con una pieza muy especial: un anillo de su abuela materna cargado de significado. También lució un brazalete de Charlotte Chesnais que tenía desde hacía tiempo.

En cuanto a los pendientes, optó por unos largos de perlas de Jil Sander, y en el segundo agujero llevó unos pequeños pendientes de florecitas con diamantes que le prestó su suegra.

«Para el primer vestido me puse unos de Bottega Veneta que tengo desde hace 5 años y me he puesto sin parar como invitada y que quedaban genial con el vestido. Con el segundo vestido me puse unas alpargatas también de Bottega que ya tenía y cuando me cansé, me cambié a unas bailarinas de Alaïa que llevaba tiempo queriendo y me compré con la excusa de la boda».

En febrero, Paula descubrió un pop-up floral en Zara Home de Rue du Bac con la florista francesa Nina Charles. Inspirada por uno de sus ramos, pidió a Jimena de Marengo una adaptación para su ramo de novia, que resultó original y especial. Como detalle final, su madre le añadió una cinta bordada a mano por Mar Romero con la fecha y sus iniciales

«Queríamos casarnos en la ermita de Aldeallana, dedicada a la Virgen de la Milagrosa, pero al no permitirse bodas allí, lo hicimos en la iglesia románica de Valdeprados. Entré con mi hermano Adriano mientras sonaba Here Comes the Sun y vivimos una ceremonia preciosa, emotiva y divertida, con Olivia en brazos durante el intercambio de alianzas.

«Mi suegra llevaba un vestido muy bonito de Marcos Luengo».

«José estaba guapísimo con un traje que se hizo a medida en Old Jeffrey. Llevaba unos zapatos de Diplomatic y dos detalles que me hizo mucha ilusión regalarle: unos gemelos de Hermès y una corbata vintage, también de Hermès, que encontré en Fadecra».

También sabía que quería llevar dos vestidos, aunque la celebración fuese muy íntima. «Tenía uno de lino con detalles de lana de colores de Chloé de la época de Gabriela Hearst que me había comprado hacía un año en una venta especial y no había estrenado aún y me pareció perfecto como segundo vestido para nuestro plan de campo», señala la novia.

El catering fue obra de El Yugo, que preparó todo a la brasa al aire libre gracias al buen tiempo. El menú, delicioso y diferente, incluyó aperitivos como gildas y gazpacho, cordero asado a la cruz y fresas con nata y chocolate de postre.

Respecto a la música, «al ser una boda íntima sin DJ, mi hermana Ana creó una playlist genial y Jose y yo bailamos improvisadamente Islands in the Stream después de comer, ¡y salió mejor de lo esperado!».

«Elegimos unos conjuntos de aire campestre ideales para mis sobrinos y mi hija, que estaban todos guapísimos. Para las niñas me costó encontrar zapatos iguales en sus tallas, así que al final compramos unas alpargatas clásicas en Casa Hernanz, que les quedaban monísimas» recalca Paula.

Lucía de Pelillos de Ratón, encantadora y profesional, fue la encargada de capturar el espíritu de la boda con fotos preciosas. «Ella y su compañera supieron captar la esencia de la boda y nos sacaron a todos de forma natural, casi como si fueran dos invitadas más».