La boda de Mariana y Dibu en Segovia
Cuando me mandaron las fotos de la boda de Mariana, me acordé de su hermana Casilda que se casó con un vestido de Intropia hace unos años. Mariana y su novio, Dibu, empezaron a salir hace siete años y se conocieron porque era el hermano mayor de su mejor amiga. Se casaron hace unas semanas en una boda pequeña que decidieron celebrar en una casa privada de Segovia y como Dibu, que es diseñador de interiores y de producto de Estudio Moss, «tiene un ojo privilegiado y mucho rollo en todo lo que hace, se encargó de varios detalles especiales», me cuenta la novia.
Raquel Serrano de Bobbi Brown maquilló a la novia y Soledad Taboada se encargó del peinado. «Las dos son la pera, lo hicieron todo fácil y con muchísimo cariño».
Casilda, hermana de la novia, se encargó del arco de flores, los centros y el ramo de Mariana. A este último le dio un toque personal: la medalla de Hijas de María de su abuela. Contó con la ayuda de Marta Etxebarría para conseguir las flores, «tiene una huerta preciosa y fue simpatiquísima».
El vestido de novia de Mariana estaba compuesto por tres piezas que fueron juntando en casa y, cuando lo tuvieron claro, le pidieron a Carmen J Sánchez que lo confeccionara. La tela blanca perteneció a su tía Isabela que la compró hace años y al final no utilizó; el verde era un antiguo vestido de su tía abuela Margarita que transformaron en chaleco, «de por sí era una joya y queríamos usarlo. Tuvimos la suerte de que encajó genial con el blanco de mi tía que solo tuvimos que achicar»; y la capa la hicieron con varias capas de tul.
Mariana llevó unos pendientes que le regalaron en la pedida y el anillo con el que Dibu le pidió que se casara con él. Ambas joyas eran de Pilar de la Vega. «Me encanta lo que tiene y es encantadora», reconoce Mariana.
Casilda, la hermana de la novia, llevaba un conjunto hecho a medida por Poydel.
Las niñas de las arras iban vestidas con «reliquias» que encontraron por casa, unos faldones del rastro y enaguas antiguas que arreglaron un poco.
Los zapatos eran el modelo Margot de Flordeasoka que remataron en color plateado.
Para la decoración de la Iglesia, contaron con la ayuda de Marta Azpeitia, que trajo plantas y unos centros. Del resto de la decoración se encargó Estudio Moss, «siempre supimos que iba a ser Dibu quien le diese el toque especial a la boda». Además de ocuparse de la decoración general, su padre y él hicieron a mano unos reclinatorios preciosos con las iniciales de los novios con ramas, y se ocuparon de iluminar la iglesia con velas. «¡Y menos mal, porque saltó la luz!», recuerda Mariana. Pusieron varias estructuras de hierro como el arco, los árboles y candelabros.
A la salida de la iglesia, el primo de la novia y su cuñado subieron a tocar las campanas con las personas del pueblo.
La celebración continuó en una finca privada y Catering Varona se ocupó de servir la comida en formato cóctel. «Marisa siempre empeñada en dar gusto. Cocina fenomenal y es un encanto de mujer», asegura Mariana.
De recena hicieron una hoguera en la que el que quisiera salado tenía chorizos y al que le fuera más el dulce tenía nubes. Además, uno de los mejores amigos del novio les regaló unos fuegos artificiales.
El baile fue improvisado: «No teníamos pensado bailar el vals, pero en mi familia se negaron a que no hubiese y, en el último momento, acabamos bailando un pasodoble todos a la vez».
De las fotos se encargó Ale Flo, amiga de la novia, de Flotographya. «Nadie mejor que ella para hacer nuestras fotos. Lo hizo con especial cariño, muy natural y tiene un toque muy personal». También se unieron a ella Isabel Solano López de Letona, amiga de los padres de Mariana, y su hermana Casilda a la que le encanta la fotografía y quiso hacer algunas fotos también.
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