Casilda se casa

La boda de María y Javier en Lasmargas

María Hoyos siempre ha trabajado en moda, primero en Zara y ahora en Balenciaga desde París. Se casó con Javier el pasado 23 de julio (un año después de lo previsto) en Segovia, en Finca Lasmargas. La organizaron a distancia desde la capital francesa con ayuda de Eva y María de Bodas Colorín que se encargaron de traer un poco de la isla de Formentera, donde veranea desde pequeña la novia. «Nos pareció buena idea tener ayuda, tuvimos que mover la boda dos veces por el Covid y, gracias a ellas, fue un poco más fácil».

María y Javier se conocen desde hace muchos años porque eran vecinos. «Coincidíamos de vez en cuando y nos hicimos amigos, pero no empezamos a salir hasta mucho más tarde» después de que él le invitara a cenar hace once años. Han pasado muchos de ellos a distancia. Fue en París donde Javier le pidió que se casara con él después de una cena en Chez Julien, «me di la vuelta para hacer una foto a unos músicos en la calle y, de repente, sacó un anillo Art déco con forma de flor que había comprado en un anticuario».

María llevó varias joyas. Un solitario de Barcena que le regalaron sus suegros en la pedida y el anillo con el que Javier le pidió que se casara con él. Además, la novia llevaba una pulsera de Cartier que María siempre había querido y Javier la dejó por sorpresa la mañana de la boda en su habitación. Los pendientes eran de Gold and Roses, un regalo muy especial de su madre.

Del maquillaje y peinado de María se encargó Inés Castaños, «una crack profesionalmente y encantadora», que ya había maquillado a la novia para la pedida. María llevaba una bata y camisón de seda de Zara Home.

El vestido de novia de María fue un regalo de su hermano Luis, «no imaginas la ilusión que me hizo cuando me lo dijo después de contarle que nos casábamos», asegura la novia.

El diseño de su vestido era una de las cosas que más ilusión le hacía porque siempre ha trabajado en moda y María quería conseguir algo especial. Fue al taller de Laura Ponte y le encantó. María no se veía como una «novia tradicional» y buscaba algo sencillo, pero con un toque distinto. Propuso a Laura que fuese asimétrico con una manga grande; sencillo; sin cortes; de una sola pieza y, juntas, durante las pruebas le dieron forma. Laura sacó un tejido de seda con brillo que tenía guardado al que añadieron una hebilla antigua para que cerrara el vestido y de la cual salía una especie de «cola».

Los zapatos de Gianvito Rossi fueron un regalo del padre de María las navidades pasadas. «Buscaba unas sandalias doradas, de tiras, lo más sencillas posibles». Para la fiesta, la novia los cambió por unos granates de Saint Laurent de tacón ancho.

La madre de María iba con un vestido de Miguel Marinero y un bolso de Saint Laurent. Su padre y su hermano se hicieron el chaqué en Suitz. Y Rocío, la novia de su hermano, llevaba un vestido de Inés Martín Alcalde Collection.

Como la organización de una boda en Formentera desde París era añadir más complicaciones, decidieron celebrarlo cerca de Madrid. La ceremonia fue en la Ermita de la Virgen de la Adrada, «queríamos algo pequeño y perdido en el bosque; el paisaje y todo lo que la rodea es maravilloso».

Javier se hizo el chaqué a medida en Suitz, la corbata se la regaló la madre de María por su cumpleaños y era de Anglomania y también llevaba el reloj que le regalaron los padres de la novia en la pedida. La madre del novio llevaba un vestido a medida de Julio Reis.

Javier se hizo el chaqué a medida en Suitz, la corbata se la regaló la madre de María por su cumpleaños y era de Anglomania y también llevaba el reloj que le regalaron los padres de la novia en la pedida. La madre del novio llevaba un vestido a medida de Julio Reis.

María entró con la canción de Somewhere over the rainbow.

Los novios salieron de la ermita mientras sonaba la canción Here comes de Sun de los Beatles.

Después, los novios e invitados se desplazaron a la Finca Lasmargas, «me enamoré de su estilo toscano de una finca de campo, pero sofisticada a la vez».

Trasladaron un poco de la isla organizando una cena de verano con velas, flores, música en directo y muy buen rollo. De la ermita a la finca fueron en un Mehari, brindaron con cerveza Isleña y Caipiriñas y, de postre, no podían faltar las hierbas ibicencas que María trajo de su último viaje.

Durante el aperitivo tocó en directo el grupo Paul & the Wolves.

El sitting era un «trozo» de playa con palmeras secas y los meseros eran algunos de los sitios favoritos de los novios en Formentera. La mesa presidencial era Can favorita, la casa que los novios se compraron allí. Toda la papelería fue obra de Marta Papier.

Almudena, de la que publicamos su boda el pasado mes de marzo, llevaba un vestido asimétrico.

El catering lo sirvió Quilicua. «¡Un gran descubrimiento! Fueron flexibles en todo momento con el cambio de fechas y no hay una persona de la boda que no me haya comentado lo bueno que estaba todo», recuerda María.

María le dio su ramo a su madre «por su incondicional ayuda siempre» repartió otros a su hermano Luis y a tres de su íntimas amigas.

La novia y su padre abrieron el baile con el Waltz (No. 2) y dieron paso a la fiesta la canción Ojalá que llueva café en el campo de Juan Luis Guerra. El dj fue Mickey Pavon y «¡fue un fiestón! No paramos de bailar. Habíamos estado esperando ese día mucho tiempo y lo dimos todo», recuerda María.

Todas las fotos son de Aida de Días de Vino y Rosas, «entendió perfectamente el tipo de foto que quería y es encantadora, todo fueron facilidades». El vídeo es de The Bright Side.