Casilda se casa

La boda de Paloma y Maldo en la Ribeira Sacra (Lugo)

«Bienvenidos a la Ribeira Sacra: Un lugar de cultivo. De amor y vino». Así es como Paloma y Maldo dieron la bienvenida a los invitados en el discurso de su boda. Los dos son de Coruña y Galicia siempre ha sido muy importante para ellos. «Lo cierto, es que ni él ni yo soñábamos con casarnos, pero cuando descubrimos la Ribeira Sacra un 1 de enero, nos sobraron los motivos para que fuera el lugar de celebración de la boda», cuenta la novia. Celebraron dos veces, primero se casaron en Doade el 19 de septiembre de 2020,»un día muy especial y emotivo donde acabamos pisando la uva y vendimiando en Adega Algueira donde comimos con nuestra familia» y después en este enclave mágico de Lugo.

El 5 de junio de 2021 hicieron una celebración pensada para conocer la Ribeira Sacra a través de un recorrido por la zona del río Miño y del Sil, una degustación de la gastronomía gallega y el vino de la zona.

En el embarcadero de Doade recibieron a los invitados con una copa de bienvenida para embarcarse en un paseo por el Sil, navegando entre los viñedos propios de la viticultura heroica.

Después de este paseo, se dirigieron a las bodegas Regina Viarum donde sirvieron un cóctel con una clara esencia gallega de Mesón de Alberto junto con bebidas de La Buena Vida.

Para la coordinación y decoración de la boda contaron con Frida Kiwi. «Es experta en organización de bodas en enclaves atípicos». El mobiliario era de La Teresiña, una tienda de piezas de segunda mano, y el diseño floral estaba pensado para que se mimetizara con las tonalidades de verde de Galicia.

Cuando Paloma conoció a Alpoydel supo que era la firma perfecta para diseñar el vestido de novia que buscaba. Había unas líneas claras: fluidez, campestre, diferente y que pudiese utilizar a posteriori. Optaron por un vestido en jacquard rústico en color blanco rosado como base jugando con guipur de algodón teñido en tres tonos, dos en rosa y uno en crudo. «A modo de camuflaje floral posicionamos las piezas de flores sobre el propio cuerpo de la novia para dar con la mejor combinación de colores y superficies. Hay muchos detalles que se decidieron en el momento, como dejar algunas flores sin rematar y algunas directamente superpuestas a la propia piel. Esto le daba un aire más desenfadado», me cuenta Paloma. El vestido de novia era tobillero por delante y, por detrás, caía más sin llegar a ser una cola.

Para que el vestido tuviese más protagonismo que los zapatos, Paloma eligió unas sandalias de tiras finas blancas, buscando ese “efecto descalzo” que encontró en Alohas Sandals.

Como joyas, Paloma llevó el anillo de pedida, «fue muy especial para mí porque lo diseñaron juntos Maldo, el novio y Ana, la diseñadora de la firma»; unos pendientes de oro amarillo y un colgante que regalaron sus amigas; todo de Small Branch, firma de la prima de la novia, igual que las alianzas.

Además, se colocó un broche en forma de libélula en la espalda que también fue un regalo de sus amigas que compraron en un anticuario de La Coruña.

Para la peluquería y maquillaje contó con Antoris.

El novio llevó un traje a medida y cruzado de Scalpers; un reloj antiguo de Baume & Mercier que pertenecía al abuelo de la novia y que le regaló el padre de Paloma; y un pañuelo de seda al cuello de Etro.

Pinchó un amigo de los novios, Damián que «es el Dj oficial de las fiestas de verano y en esta ocasión no podía faltar», asegura Paloma.

Para las fotos contaron con NousNous, «nos identificamos mucho y nos encanta su trabajo desde hace años, así que no lo dudamos».