La boda de Victoria (Luneville) y Fernando en Las Jarillas I
«Después de cinco años y medio saliendo; una oposición y una pandemia, nos casamos el 19 de septiembre en Madrid». Así empieza el mensaje que me envía Victoria, creadora de Luneville y artífice de los bordados de algunos de los vestidos más bonitos que he publicado, para contarme cómo fue el día de su boda.
Victoria y Fernando se conocieron en Calcuta, en la casa de las misioneras de la caridad. Ella iba con sus mejores amigas, después de terminar la carrera y él, solo, «buscando darle una vuelta a su vida». Enseguida se hicieron amigos y se organizaron para quedar todo el grupo al volver del viaje. «Nos estuvimos viendo todos los fines de semana después de verano hasta Navidad. Hasta que un día, quedamos solos», recuerda la novia.
Ines Castaños, por recomendación de varias amigas de la novia, se encargó del maquillaje. «¡Un acierto total! Me vi súper natural y nada recargada». La coleta la hizo Alicia Barón a la que conoció cuando peinó a su amiga Paloma Richi el día de su boda. La bata que llevaba la novia mientras se preparaba era de L’Arca. «La encontré por Instagram durante el confinamiento, me enamoré en cuanto la vi y les escribí corriendo», recuerda Victoria.
«For Her Pure Musc de Narciso Rodriguez es el perfume que uso en las ocasiones especiales. Para mí, es el olor que me recuerda al abrazo de mi madre«, afirma Victoria.
Las joyas que llevó Victoria son muy especiales. Formaban parte de un aderezo isabelino de su abuela y, a medida que avanzaban las pruebas del vestido, iban eligiendo las piezas que mejor encajaban: la diadema, los pendientes y el collar.
Además, llevó dos anillos que fueron un regalo de Fernando. El de la perla y pétalos con zafiros blancos, «me lo regalo el día que decidimos que nos casábamos y lo encontró gracias a Paloma de Pujar con Arte. El otro, es un anillo más especial de los años 30, de brillantes y ónix montados con platino y fue su regalo de pedida», recuerda Victoria.
Su trabajo como freelance le ha permitido dar con grandes profesionales del sector de las novias, «lo que ha hecho muchísimo más difícil elegir quién me hacía el vestido», asegura. Sin embargo, cuando conoció a Manuel de Vivar y después de haber trabajado con él, supo que haría el primer vestido de novia que llevó Victoria.
«Es una maravilla cómo trabaja cada traje y cómo te cuida desde que entras hasta que sales con el vestido». Diseñó una pieza totalmente asimétrica con una falda de vuelo en seda italiana. Victoria bordó todo el cuerpo del vestido con motivos naturales y espigas de trigo con hilos de algodón, cordones metálicos, bolitas y paillettes de cristal en tonos blancos, crudos y platas.
Como zapatos llevó unas sandalias de Stuart Weitzman que encontró al ir a reservar la iglesia solo diez días antes de la boda.
El ramo fue un regalo de Inés Urquijo que, «sin decirle nada lo clavó. Fue un subidón cuando me llegó a casa recién montado», recuerda Victoria.
La madre de Victoria y la de Fernando también iban con diseños de Manuel de Vivar.
Fernando se hizo el chaqué en un sastre que le recomendó el padre de Victoria unos meses antes.
Como muchos novios estos meses, Victoria y Fernando tuvieron que ir haciendo cambios sobre la marcha. Después de reservar en San Vicente (San Sebastián) y en Nuestra señora de la Asunción (Calzada de Oropesa), al final se casaron en la Basílica de la Milagrosa en Madrid decorada por Jimena de Marengo. Crearon una web para explicar todos los detalles a los invitados y la diseñó Andie de Andesany.
Los pajes y el monaguillo, hermano de Victoria, iban vestidos de Atelier La Nonna. «Pilar y Pipi tienen mucho gusto y saben muy bien cómo vestir a los niños para un momento tan especial», cuenta la novia.
Para el momento de la velación utilizaron una mantilla antigua con forma rectangular que Victoria encontró en Antigüedades Me Encanta. Mide 300x97cm y está datada entre 1870 y 1890.
La fiesta posterior fue en Las Jarillas, «un sitio maravilloso que nos acogió cuando más lo necesitábamos a pocos días de la boda. Reyes de La Cococha nos cayó del cielo, se encargó de gestionar y organizar todo.»
El catering lo sirvió Asado del Huaso. Ofrecieron a los invitados distintas carnes con patatas fritas y ensalada.
Inés Urquijo y Teresa convirtieron el interior de Las Jarillas en un invernadero. Colocaron en los meseros mariposas con efecto 3D hechas por Porque Sí Invitaciones.
Las fotos son de Dos Más en la Mesa y el vídeo de Bonus Studio. «No queremos dejar de agradecer a todos los que formaron parte de nuestro día. Todos y cada uno de los proveedores han sido súper profesionales y no nos han puesto ninguna pega a pesar de todos los cambios que nos hemos visto obligados a hacer».