Una novia con un vestido de Andión
«Nuestra historia comenzó hace 15 años. Nunca fue nuestro objetivo casarnos, pero, tras tantos años juntos y dos hijas, nos animamos a hacerlo oficial con una ceremonia a la que acudieron nuestras familias más cercanas (hermanos y padres)». La novia cuenta que les quedó pendiente «celebrarlo con la familia que se elige y así lo hicimos», optaron por una ceremonia muy íntima a la que asistieron unos 50 buenos amigos.
«Queríamos que fuera algo muy nuestro y un soplo de aire fresco tras los meses de confinamiento». Una boda sencilla que convirtieron en una jornada completa que incluía ceremonia, comida, un día de piscina y una tarde/noche de bailes y risas. «No teníamos más expectativas que la de pasarlo bien y reunirnos todos tras estos meses. Contamos con el apoyo de muchos amigos en la organización y, por supuesto, íbamos muy tranquilos porque sabíamos que nada podía fallar. Saliera como saliera iba a estar bien», asegura la novia.
Tras conocer la marca Andión Clothing, la novia se enamoró del vestido Elisabeth en cuanto lo vio. «Para mí representaba la comodidad y la elegancia para celebrar un día tan especial. Quería algo que me representara, que no fuera muy de novia y que pudiera aprovechar en otras ocasiones». Además, cuenta que la elección fue bastante arriesgada «ya que vivimos en Canarias y la elaboración fue en Galicia, nunca me lo probé hasta que llegó y, sin duda, no me equivoqué».
«No suelo maquillarme por lo que ese día quería ser yo misma». La hermana de la novia se encargó del maquillaje y el pelo lo llevó suelto secado natural al viento.
«Quería ir cómoda y Ball Pages estaba en mi lista de deseos. No lo dudé y encargué mis espadrilles en color blanco».
Las niñas iban con vestidos de Milky Choise.
La boda se llevó a cabo en una casa rural con mucho carácter que los novios conocían de otras ocasiones. «Queríamos un lugar sencillo y con mucho espacio para estar cómodos». La ceremonia fue en un patio interior de la casa y, después, los novios e invitados se trasladaron a la parte exterior donde colocaron unas carpas, mesas y sillas. «Tras la comida, nos cambiamos y disfrutamos de una fiesta en la piscina con cócteles y un saxofonista en directo, sin duda, ¡el mejor momento de la fiesta!», cuenta la novia. Después de la piscina, bailaron gracias a la labor de Djs de algunos amigos invitados.
En la entrada de la novia sonó la canción Elephant Gang de Beirut.
«Fue una fiesta en la que todos colaboraron con la mayor de las ilusiones». La ceremonia estuvo oficiada por dos buenos amigos de los novios que integraron a todos los invitados. «Nuestras hijas prepararon para sorprendernos una poesía que leyeron durante la ceremonia».
Para las joyas, una amiga de la novia le prestó unos pendientes de oro y diamantes heredados de su madre. Y, para sellar la ceremonia, prescindieron de las alianzas y apostaron por renovar las pulseras que estrenan en familia cada verano y son de Ayala Domingo.
Para pasar a la piscina, pusieron la canción Cuando calienta el sol de Pérez Prado.
Durante el momento de la piscina, la novia eligió un bañador blanco, una sobrecamisa y un sombrero. Después, para la fiesta nocturna, apostó por un vestido de Samsoe que me había comprado una semana antes.
«La comida fue cortesía y regalo de un amigo que elaboró un menú fresco: salmorejo, piperrada, pata asada, paella y fruta de postre». Para cenar, colocaron carritos con los perritos calientes de The Dogs is Hot «que alegró el paladar de grandes y pequeños», recuerda la novia.
Todas las fotos son de Silvia Gil Roldán de Sil, Quiero. «No queríamos posar ni perder el tiempo en hacer fotos, ella lo entendió a la primera y se integró perfectamente en el evento captando cada momento de forma natural».
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