La boda de Mar y Jaime en Ferrol
Jaime es uno de los fundadores de Pompeii. Cuando estalló el coronavirus, me topé con una carta que escribió junto a sus socios en la cuenta de Instagram de esta conocida firma de zapatillas. En ella exponían la situación que atravesaba su empresa desde una perspectiva de honestidad y de sencillez que me emocionó. No imaginaba que acabaría publicando su boda.
Días después de leer la carta, también por Instagram, encontré la cuenta de una chica que hacía bordados en hojas de libros, en salvamanteles, en servilletas… Muy delicados. Muy bonitos. Su nombre era Mar y, cotilleando en su perfil, vi que su boda había sido muy sencilla. Decidí pedirle publicar las fotos y el resto ya os lo imagináis. Resulta que, sin saberlo, el novio era Jaime, el de la carta, el de Pompeii. Estoy encantada de compartir la boda de dos emprendedores, de gente tan sensible y especial.
Mar y Jaime se conocen desde que estudiaban en la universidad y se casaron en abril de 2019 en Ferrol, de donde es ella. «Nos presentó un amigo que tenemos en común cuando estábamos en una discoteca y me acuerdo que pensé, “¡por fin un tío que baila bien!”», me cuenta la novia. Después, coincidieron varias veces durante años, «hasta que un día me escribió y tuvimos nuestra primera cita que fue un desastre. Pensé que no me escribiría nunca más y al revés», recuerda ella.
La novia se peinó en la peluquería Inés Posé en Ferrol donde trabajan con los productos de Aveda. «Me fui preparando el pelo allí para la boda cada vez que iba». La peluquería está justo debajo de casa de su abuela donde la maquilló Cira de Bobbi Brown de La Coruña. Mar llevó una bata de Namur que le regalaron sus íntimas amigas.
Como joyas, se puso el anillo de pedida de Bárcena; unos pendientes que le regalaron sus amigas, «tenemos la tradición de regalárnoslos en la boda de cada una y son recuerdos muy chulos»; y, en el pelo, llevó un broche antiguo de su madre.
El vestido de Mar era un diseño de Flor Fuertes, «la conozco de toda la vida de Ferrol y siempre me rechifló su estilo. Cuando empezó a hacer vestidos de novia, ¡no lo dudé ni un momento!. La verdad es que sólo fui a verla a ella», cuenta la novia. «Nos lo pasamos super bien en las pruebas».
Mar asegura que tenía bastante clara la idea, «yo nunca suelo ir ceñida y las camisas con texturas y caídas me encantan». Flor «hizo el mejor vestido» en tres piezas: uno tipo lencero de satén de seda con corte midi por delante; una camisa de gasa de seda plisada que iba cruzada con fajín y bordados de Victoria de By Luneville en los hombros y en los puños de florecitas tipo jazmín; y una sobrefalda de la misma gasa sin plisar.
Los zapatos también se los regalaron sus amigas y eran unos tacones de Jimmy Choo en color plata envejecido.
La madre y la hermana de Mar iban vestidas de Poydel.
El ramo lo hizo Jimena de Marengo Flores, amiga de la novia. «Me apetecía que fuese un poco silvestre con verdes y algún color alegre y quedó super bonito». Además, preparó otros tres en pequeño para la hermana del novio y dos amigas de Mar que le dio el suyo a su madre.
La abuela de Mar no podía estar en la boda y «me hacía muchísima ilusión que, por lo menos, pudiese verme vestida de novia, es un recuerdo de ella que me llevo súper bonito, ¡estaba feliz!», dice la novia.
Los niños eran los sobrinos de Mar que iban vestidos de Bitrix Kids con mini zapatillas de Pompeii en color burdeos y suela camel.
Jaime se hizo el chaqué de color gris oscuro y el chaleco en Old Jeffrey. Mar dice que, «hasta el último momento, dudé si iba a aparecer en Pompeii, pero no». Llevó unos gemelos que le regaló su padre de Bulgari, la corbata de Lester y el prendido que le hizo Jimena de Marengo Flores.
La ceremonia fue en la Iglesia Castrense de San Francisco, donde se casaron los padres de Mar. «Toda mi familia es de la Armada Española y significa mucho para nosotros». Decoraron la iglesia con la ayuda de las chicas de Ai! Carmiña.
«Tuvimos muchísima suerte con el tiempo, al salir de la Iglesia hacía sol y pudimos estar un rato bailando con los gaiteiros que contrataron nuestros padres de sorpresa».
Después, lo celebraron en el Pazo de Vilaboa. «Es del siglo XIX, nos enamoramos de él en cuanto lo vimos. Tiene un jardín súper agradable entre árboles enormes».
El pazo cuenta con su propio catering en el que está al frente Fabian que se encargó de servir comida típica gallega.
Los meseros y el seating plan los diseñó Gaspar de GPMA Studio.
La música «fue de los mejores aciertos», asegura Mar. «No sabíamos muy bien quién podría ser el dj porque en Galicia no conocíamos a ninguno. Nos recomendaron a Diego Gil Casares que vino desde Madrid y fue súper súper divertido».
Las fotos y el vídeo son de Liven Photography.
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