Casilda se casa

La boda de Blanca y Carlos en Sevilla

A Blanca la conocí hace unos años en un festival Dcode; descubrimos que éramos vecinas y, prácticamente desde el principio, sentí que nos conocíamos de toda la vida porque teníamos mucho en común. Ahora, después de muchos viajes, mil cervezas por el barrio, más de una copa en Café de Paris, de celebrar las buenas noticias y de acompañarnos en las malas… La cuento en el puñado de mis amigas más íntimas.

Ella trabaja de PR en Shiseido y está acostumbrada a organizar así que fue perfecto. Aquí tenéis una boda en Sevilla, organizada en solo tres meses, y me hace especial ilusión que la suya sea la última del año en el blog. Y más, haber contado con ella para ser una de mis novias Narciso Rodriguez regalándole el perfume For Her.

Conoció a Carlos «hace ocho años en Sevilla, en unas clases de inglés. A los dos años, nos vinimos a vivir a Madrid y lo dejamos un tiempo, cada uno hizo su vida, pero no dejamos de estar conectados… Y hasta hoy».

Se casaron en Sevilla, de dónde son los dos, por la mañana. Amparo Sánchez, maquilló y peinó a Blanca, a su madre y su hermana Carmen. «Es de Sevilla, pero trabaja en Madrid y es, sin duda, la mejor». Antes, la novia se trató la piel en Gracia de la Maza.

El ramo de Blanca estaba hecho exclusivamente de flores de manzanilla porque «las vi un día en una floristería de Madrid y me encantaron», confiesa. Lo hizo Matilde, de Pétalo, y fue un regalo de María, una amiga del colegio, al que añadieron una medallita, regalo también de sus amigas.

El vestido, es un diseño muy especial de Flor Fuertes hecho a contrarreloj en solo tres meses. Sin embargo, la novia tenía una idea muy concreta de lo que quería y le preguntó a la diseñadora si podría hacerlo en tan poco tiempo. «Mi idea era hacer algo minimalista, pero moderno. Flor y Renata lo entendieron a la perfección y me hicieron el vestido que imaginaba: en crepe de lana rosa maquillaje con ballenas en el pecho y la cintura».

Blanca llevó unos zapatos de Gucci que tenía guardados en una fotografía en el teléfono desde hace tiempo. «Cuando supe que me casaba, me acordé de ellos con la idea de buscar algo parecido y con ninguna esperanza en encontrarlos ya que eran de hace varias temporadas», recuerda la novia. Finalmente, los encontró en Vestiaire Collective y se los regalé a medias con Valvanera.

Como joyas, llevó unos pendientes vintage con esmeraldas, perlas y brillantes, de un anticuario de Sevilla que le regaló su hermana. Y, el resto, «las joyas que llevo en mi día a día: una pulsera que compré en Tarifa con 18 años y que nunca me he quitado; mis anillos del meñique, regalo de mi madre; y el anillo de Ansorena que me regaló Carlos cuando me lo pidió».

En la espalda, los broches de Romu que llevó su amiga Eugenia el día de su boda (que publiqué en el blog) en el pelo.

Mientras la novia y su familia se preparaban, Pelayo Martín de Plata.forma, que es su cuñado, les hizo algunas fotografías en la casa.

La ceremonia fue en la Iglesia de Santa María la Blanca, «es de las más bonitas de Sevilla. Siempre me ha gustado», reconoce la novia.

Después, lo celebraron en Villa Luisa. Blanca tenía claro que quería que fuese en la ciudad y así no tener que llevar a los invitados en autobús. «El sitio es precioso y el equipo que lo lleva, un encanto. Organizando la boda desde Madrid, todo han sido facilidades».

Decoraron el lugar con las flores de Matilde, de Pétalo, y unas frutas que les regaló el tío de Blanca.

Carlos, el novio, llevó un chaqué de Scalpers y una corbata de Hermès.

Durante el aperitivo, contaron con la música en directo de Paul and the Wolves y, Paula Muñoz, una prima de la novia, se animó también a cantar.

El catering lo sirvió Alda y Terry. «Además de estar todo buenísimo, tienen un gran equipo y siempre están dispuestos a ayudar y facilitar cualquier cosa que se nos ocurriera», cuenta Blanca.

Blanca abrió el baile con su padre y la canción Chloé, de Duke Ellington, «sale en La Espumas de los Días de Boris Vian, mi libro favorito». Y con el novio bailó Atunes en el paraíso, de Javier Ruibal, «fue muy divertido».

Para terminar, el Dj Juan Rojas «lo hizo fenomenal. Queríamos que pinchara una mezcla de la música que nos gusta a nosotros, pero que también hiciera bailar a la gente y lo clavó».

Todas las fotografías son de Mónica Ortega, «no me suele gustar que me hagan fotos porque con la cámara delante me vuelvo súper tímida y Carlos, igual. Mónica nos hizo sentir súper relajados y las fotos quedaron preciosas».

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