La boda de Carmen y Dani en Santillana del Mar
Carmen y Dani se conocen desde hace diez años y la novia cuenta que «no fue amor a primera vista, sino algo más, fue saber que sería alguien para siempre». Han vivido separados todos este tiempo y, a pesar de la distancia, en un avión con destino a Tokio, después de millones de historias vividas, le pidió que se casara con él. «Recuerdo que en la boda todos nos decían: “lo habéis conseguido”», cuenta Carmen.
Del maquillaje de Carmen se encargó Paula Oti y del peinado, Esther Torralbo. «En el pelo quería llevar algo sencillo, pero también especial y acorde con el vestido. Me hice un moño de bailarina y colocamos unas peinetas antiguas de plata de L’Arca Barcelona«, explica la novia.
Como joyas llevó el anillo de pedida, hecho a medida, un diamante de corte Asscher diseñado en una de las joyerías de la barrio de Mayfair (Londres). Además, «mi madrina me regaló un anillo de una joyería muy especial de Madrid, porque nos gustan las cosas con historia». Además, llevó unos pendientes de su abuela; algo muy importante para ambas porque es su única nieta.
El vestido es un diseño lleno de detalles de Inés Martin Alcalde. «Me probé el vestido que había llevado mi madre el día de su boda y fue directa a ver a Inés. sin embargo, cuando le conté la idea que tenía en mente me comentó que ella no podía comprometerse a hacerme el vestido que le pedía».
Carmen se volvió a a Barcelona, pero estaba empeñada en que fuese Inés quien hiciera mi vestido. «Así que volvimos porque, de verdad, Inés y yo encajamos de una forma especial. Recuerdo su cara tras cada prueba, el encaje… estábamos enamoradas de ese encaje. Recuerdo cuando me dijo que vendría a vestirme a casa, no pudo hacerme más feliz», recuerda Carmen.
Carmen eligió dos zapatos distintos. Para la ceremonia, unos Manolo Blahnik que compró el novio en Harrods. Y, para la fiesta, «unos más cómodos de terciopelo rojo de Prada. Bailé hasta el infinito, como creo que debe hacer una novia el día de su boda».
Eligieron celebrar la ceremonia en la Colegiata de Santa Juliana, en Santillana del Mar. «La mayoría de invitados venían de fuera de España y queríamos algo con historia».
Dani, el novio, vivía en Londres y «fue todo muy británico»: Chaqué de Hackett; camisa de Thomas Pink; tirantes de una tienda de Savile Row y paraguas de James Smith & Sons. Además, eligió unos gemelos de su abuelo Harry; una corbata de Loewe y los zapatos de Bally.
Carmen quería que el reglo de pedida para Dani fuese especial y, «después de mucho buscar, contacté con un ingeniero de caminos jubilado, apasionado por los coches antiguos. Juntos reformamos un Porsche modelo 924, del año 1968, traído de Estados Unidos en barco. Dani no podía creérselo. Fue el coche que utilizó para ir a la iglesia con su madre».
El ramo fue obra de José Pérez que cuenta con un vivero enorme en Cantabria.
Después, se trasladaron todos a las Finca de San Juan que se encargó del catering haciendo un homenaje «a lo bien que se come en el norte de España».
Durante el cóctel tocó la banda Charlot Dixie Jazz Band de Mg Producciones.
«La decoración fue acorde con la época del año y el lugar; invierno en Cantabria», cuenta Carmen. En el salón, recrearon el exterior con un toque de magia poniendo árboles en las mesas; velas en las vigas; lámparas de cristal que colgaban del techo y la chimenea encendida. Vanessa Abascal se encargó de la organización y «sin ella no hubiera sido posible», asegura la novia.
Para el baile y la fiesta contaron con Have Fun!.
Carmen, la novia, se soltó el pelo e incorporó al look una corona de flores y se cambió a los zapatos de Prada.
Las fotos son de Pablo Madariaga y el vídeo de Héctor Torra.
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