Una boda en Antiq BR
La boda de Carmen y Alejandro se celebró el pasado invierno en Antiq BR, un palacete madrileño donde he estado alguna vez invitada a algún evento y donde siempre había imaginado una boda. “Preparamos otras opciones, pero la experiencia me decía que éste era el sitio para ellos. Y así fue, la entrada de la novia me mostró en un segundo que era el sitio. Y empezamos a diseñar…”, recuerda Sira Antequera de Sí! Quiero, Wedding Planners & Designers. Ella enfocó esta boda como hace en cada caso, centrándose en la personalidad de los novios. La idea era una boda muy íntima, y tras el diagnóstico y análisis, pensó en elegir un espacio tan singular como ellos. «Contábamos con las antigüedades europeas de Pep, del XVIII y XIX –especialmente francesas, italianas suecas-. Diseñamos todo para un grupo muy, muy íntimo, 25 invitados».
La ceremonia se planteó en un espacio blanco inmaculado en el que el protagonismo fuera de la luz. Estratégicamente ubicada, con iluminación indirecta y un pasillo de velas, dos grandes centros enmarcaban a los novios. El gran salón abría a un patio como un guiño en la tarde de invierno.
De toda la espectacular decoración floral se ocupó Sally L. Hambleton.
En el salón, una gran mesa fue el eje. Sira es una gran amante de la tradición histórica, del arte español. Distintos tonos llenaron el centro de la mesa en pequeños centros y velas. Bajoplatos de plata, sillas doradas y servilletas de lino con pliegue Valentino completaron la mesa. La cena estuvo servida por Pocheville.
El bar continuaba la estética desbordante, un bodegón en caída y otros centros en copas de forja diseños de Sally, salpicaban los dos salones. Candelabros barrocos goteaban cera potenciando la teatralidad de la luz. Un fabuloso trío de jazz amenizó lo que se convirtió para muchos en una noche inolvidable.