La boda de María y Josema en Rascafría
María y Josema decidieron casarse en una fiesta sencilla, informal y muy personal en todos los aspectos, empezando por el look que escogieron los novios. María llevaba una corona de claveles frescos que le hicieron Loreto y Mariluz de Brumalis y un ramo de brunias y cardos muy bonito.
Del peinado y maquillaje se encargó Ángel, de Biotratamientos naturales.
Sus trajes los eligieron juntos, «una opción que resta sorpresa pero añade complicidad y nos encantó hacerlo así», explican. María quería una pieza vintage especial y la encontró gracias a Etsy. Su vestido era un Vogue Couturier Design de los 60 y lo compró en Miniola Vintage.
Pidieron a sus invitados que fueran vestidos como quisieran ya que ellos harían lo mismo. Querían que todos estuvieran cómodos y que no fuera un rollo ni un gasto obligado.
El primer ingrediente súper importante para esta boda, llena de personalidad, fue la elección del lugar. La finca Prados Riveros en Rascafría les ofrecía un paraje incomparable y una posibilidad que les encantó: una casa rural muy bien acondicionada para alojarse durante todo el fin de semana, «así que la boda en realidad comenzó el viernes y terminó el domingo», explican reafirmando la tendencia de la que ya hablamos en Vogue.es: se llevan las bodas de tres días.
Pidieron a Niña Vintage que tocaran en tres partes durante el cóctel, y poco a poco ellos también fueron cocinando a fuego lento un ambiente muy especial de relajación, desinhibición, alegría y mucho cariño, que fue lo más bonito de toda la boda… «A parte de amigos, son un grupo genial y no podemos dejar de recomendarlos», me cuentan los novios.
El catering lo hizo El Lebrillo y fue tipo cóctel. A destacar: ceviche, roast beef y el bufet de postres, que fue de lagrimón, además de un espectáculo visual. «El menú de aperitivos, arroces y carne cuidaba todos los gustos sin olvidarse de los vegetarianos, y nos lo agradecieron mucho».
«La invasión de medusas es obra mía, es una instalación artística de plástico de burbujas, metal e hilo rojo que tiene ya un largo recorrido y algún premio y que no podían faltar en mi boda», concluye .
Las fotos son de Leafhopper. «Blanca y David son encantadores, atentos y con una sensibilidad al hacer fotos que nos conquistó desde el principio. En su estilo captaron momentos de todo, el entorno, los detalles, los invitados…, así el recuerdo es para todos los que vivimos la fiesta de la boda».