La boda de Belén y Gonçalo

El vestido se creó partiendo de una pieza de bordado del vestido de su madre hecho por las hermanas Molinero, bordada por el atelier Lesage, los bordadores de Chanel. Helena decidió colocar el bordado tanto en la parte delantera del vestido como en el inicio de la cola. Con el desflecado de las mangas, la falda y la espalda consiguieron darle un punto más informal y evitar el efecto «vestido de princesa».

Gema Uceda la peinó y maquilló. «Yo quería llevar el pelo medio suelto y lo más natural posible. Me hizo un semi recogido con trenza y retorcido y llevé un tocado que me hizo Helena de olivo preservado y flores de tela blancas», me explica Belén.

Las flores fueron de mi querida Elena Suárez. Me encanta haber seguido su trabajo desde sus comienzos y ver como ya está haciendo grandes bodas. La novia me habla maravillas de su trabajo: «me apetecía una decoración con mucho olivo y flores que pareciera que «acababan de ser recogidas del campo» y Elena supo captar perfectamente la idea. Decoró la iglesia con dos  grandes copas de flores en la entrada de la iglesia y el interior con copitas de ramas de olivo, velas y flores. En la finca, siguiendo el mismo estilo decoraron las fuentes, el jardín, el salón con copas de flores y olivo en todas las ventanas y centros de mesa con flores y musgo con velas».

El ramo se lo hizo Sally Hambleton y era de olivo y rosas ramificadas e inglesas blancas.

La boda se celebró en Las Margas un sitio nuevo que les conquistó con la decoración.  Tiene un salón precioso con techos altísimos, ventanas pintadas de azul y 13 habitaciones donde se quedaron su familia y amigos. El catering fue el mejor: Mentidero de la Villa.

También tuvieron ayuda con la decoración. «Se la encargamos a La Petite Mafalda que hicieron un gran dibujo con cientos de velas en el césped del jardín».