Casilda se casa

Casilda en Sha Wellness Clinic

Mi último desayuno con piti antes de ir al Sha Wellness

Soy poco dada a hacer del blog un espacio publicitario. Por eso estoy feliz en Vogue, porque no necesito ir buscando anunciantes y perder la identidad haciendo posts de leche desnatada como le pasa a otros blogs.

Tampoco soy partidaria de que guíen la elección de los temas de los que hablo: «te invitamos a un masaje y lo cuentas», «te enseño mis vestidos y los sacas», y terminar haciendo un blog de cosas que, aunque me gusten, no he elegido sacar yo sino las agencias de comunicación. Por eso suelo rechazar la mayoría de esas ofertas, y por eso también, algunos me odian un poco.

Sin embargo, hace poco llegó a mis manos una propuesta que no pude rechazar. Me invitaron a pasar tres días en una de las mejores clínicas de bienestar y estilo de vida saludable de Europa, el conocidísimo Sha Wellness Clinic situado en Altea, para experimentar uno de sus programas especiales para novias. Tres días de desintoxicación, tratamientos de lujo y comida macrobiótica en un lugar de ensueño. Un plan para hacer mínimo una vez en la vida. Entendedlo amigas una cosa así, no se puede rechazar.

Me avisaron algunas conocidas de que «si vas, no podrás fumar, no comerás mucho y reina el silencio en todo el complejo». Y aunque estas son tres cosas absolutamente opuestas a mi forma de ser, las condiciones del programa con manicura, pedicura y masajes fueron tentaciones más altas que estos aparentes contras.

Así pues, el jueves desayuné en Madrid mis últimas grasas, fumé mi último cigarro y marché en AVE a Altea en busca de la paz interior. Al llegar, me recogió un coche con agua fría y revistas de todo tipo (donde podría haberme quedado a vivir) y me explicaron la historia de la clínica: se creó  a raíz de una enfermedad intestinal que padecía el fundador. No encontraba cura hasta que probó con terapias orientales milenarias. Decidió entonces dedicar su vida a mejorar y prolongar la salud y el bienestar de las personas mediante esta clínica que fusiona las mejores terapias naturales y además las más avanzadas técnicas occidentales.

De ese modo en Sha Wellness Clinic puedes internarte para desintoxicarte, para adelgazar, para recibir tratamientos de medicina estética como thermage o liposonix e infiltraciones  (tienen laboratorio propio) hasta disfrutar de las ventajas de la comida macrobiótica y practicar el yoga. Perfecto para que una novia días antes de su boda se haga un tratamiento relajante, adelgace algo, se haga tratamientos de cabina, blanqueamientos dentales y hasta algún arreglillo. Mientras encuentra un equilibrio físico y mental.

Mi habitación del hotel era una inmensa suit con vestidor y terraza. Me recibían dos manzanas que ni miré y un minibar de botellas de agua que encontré excesivas (4 botellas de dos litros para una sola persona). Pero la primera noche descubrí que iban a ser más que necesarias las manzanas y también el agua porque la dieta de gastronomía saludable Shamadi evita el pan, el café y para una persona como yo acostumbrada a comer de más, le hizo pasar más hambre de lo habitual.

Por las mañanas me levantaba para recibir mis tratamientos. Uno facial personalizado (exfoliación e hidratación) llamado Hydra Luxe, que une hidratación y protección celular gracias a una combinación de activos excepcionales que consiguen una estructura cutánea más densa y una piel más lisa. Tratamientos corporales como exfoliación y envoltura detoxificante. Manicura y pedicura completa SHA y un Tratamiento reparador para el cabello Shu Uemura: con un masaje tipo shiatsu y tratamiento a medida con ingredientes naturales muy preciados.

El resto del tiempo lo pasaba en el gimnasio (que contaba con entrenador personal), la piscina, en clases de yoga y observando a los habitantes del hotel entre los que se encontraban Barbra Streisand y Donna Karan, las mismísimas, lo juro. Julio Iglesias me chivaron que llegaba justo cuando yo me iba, una pena. Entiendo que todos los celebrities vayan una vez al año porque fueron unos días de paz y renovación inigualables.

Volví a Madrid en un estado casi catatónico. Perfecta para casarme (una pena que no se diera el caso), algo morena y con ganas de mantener esa dieta saludable sin café, sin hidratos, ni tabaco. Han pasado dos semanas y aunque ciertamente sigo fumando y comiendo pan, recuerdo ese remanso de paz en mi cabeza y todos los días sueño con volver.