Que arregles la nevera

En el blog nofuiyofueronlasdrogas han vuelto a conquistarme con este texto. Amén amiga:
La culpa es nuestra por creernos las películas. Pensar que la realidad siempre supera a la ficción. Creernos que las personas arriesgan. Que cambian. Que tienen sueños y van a por ellos.
La realidad es distinta. No vivimos. No volamos. Respiramos automáticamente. Creemos que todo va a ser eterno. Que eso “no me va a pasar a mi” hasta que te pasa. Entonces es cuando empiezas a valorar. Y si dejas de mirar atrás puedes llegar hasta a ser feliz. Y serlo. Que no nos dejamos. Que no nos lo permitimos. Que no sabemos lo que es. Que la felicidad no es un estado. Que es una actitud. Que no vas a poder llegar a ella por tener más y más dinero. Más amigos. Más ropa. Más tiempo. Que nunca se tiene suficiente dinero. Ni suficiente ropa. Que no paramos de pedir. Y si algo nos sale, es que nos lo hemos ganado. Y si no, la culpa es de Dios o del destino o del maldito karma.
Que no aprendemos. Que las piedras ya estaban en el camino antes de que pasásemos. Que no quisiste coger el otro camino porque se tardaba mas o porque era más aburrido. Y te permites quejarte.
Que no leemos. Que leyendo se aprende. Que los errores pocas veces son originales. Que la literatura está por todas partes. Que cojas una agenda y vacíes tu cabeza. El teclado de un teléfono. El ordenador. Que intentes entenderte. Que investigues. Que descubras. Que vuelvas a fallar. Que no esperes a que alguien te quiera. Que te quieras tú. Que sonrías. Que no todo es tan malo. Que no te arrepientas de nada. Que explotes tu cabeza. Que la utilices. Viaja al pasado con ella. Vuelve a reír a carcajadas. Aunque te vuelva a doler. Pero no te estanques en él.
Que cantes mientras cruzas la calle. Que dejes pasar el autobús. Que sí, que ya lo sabemos. Que la realidad es más dura. Que tiene domingos. Y me da igual que estés solo o que no. A veces dos están más solos que uno. Aunque no se atrevan a verlo. Que los hombres somos animales de costumbres.
Que suena la alarma de la nevera. Y la paras. Una y otra vez. En vez de desmontarla y comprobar qué pieza falta. Que no puedes vivir tu vida entorno a refranes. A filosofía fácil. A frases célebres. Tan planas que no pueden transmitir nada. Tan abiertas que no albergan misterio. Que pienses tú. Que mezcles letras. Que inventes palabras. Que pintes de colores. Que arregles la nevera.

