Una boda en el jardín
Valeria Castillejo vive en Nueva York donde ha creado su propio estudio floral, Bleecker. Afición que le viene de familia porque es sobrina de Marta, Cristina y María Barreiros, socias de Aquilea. Se ha casado hace poco más de una semana en Madrid, en la casa familiar, y la boda es pura inspiración botánica.
«Me casaba en un jardín y quería que fuese lo más natural posible», asegura la novia. Por eso utilizaron flores silvestres de temporada como clematis, scabiosa y queen Anne´s lace, combinadas con rosas de jardín cortadas por Valeria esa misma mañana.
La decoración de la mesa fue el resultado de un trabajo familiar en equipo: el gusto de sus tías de Aquilea junto con la ayuda y apoyo de Ramiro Jofre, amigo de la familia.
La capilla estaba en medio de un pinar y quisieron destacar los tonos verdes con muchas ramas de manzano, arce y camelia junto con hortensias de otoño y dahlias recreando un ambiente encantado. «Queríamos que diese la sensación de que la vegetación había crecido en la iglesia», me cuenta Valeria.
La vajilla estaba pintada a mano por la abuela de la novia con motivos florales y el catering lo sirvió Ciboulette que «hizo un trabajo impresionante», asegura la novia.
Valeria me cuenta que, justo antes del confinamiento, estaban diseñando su vestido de novia en el taller de Lorenzo Caprile, «estaba encantada y muy ilusionada porque soy gran admiradora de su trabajo». Sin embargo, al vivir en Nueva York y con la situación que estábamos viviendo fue insostenible continuar sin saber cuándo ni dónde ni cuándo se podrían casar. Así que Valeria decidió rescatar un vestido de la colección de alta costura de Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, que había comprado el año pasado.
El ramo lo hizo ella misma, «quería un ramo alegre y desenfadado».
Para maquillaje y el peinado, «quería verme lo más natural posible» de lo que se encargó Eva Villar.
Todas las fotos son de Javier Sancho.