10 razones para hablar de la boda de Lady Charlotte Wellesley
Todos los domingos de primavera, nada más despertarme, me meto en las agencias de noticias, para ver si hay alguna boda digna de mención, y la mayoría de ellos me preparo el desayuno decepcionada. Sin embargo, hoy, a pesar de que puede que no sea el más idóneo -el martes me operaron de miopía y dudo que el doctor Martínez de Carneros apruebe esta actividad durante mi reposo ocular- tenía que hacer un post de la boda de Alejandro Santo Domingo y Lady Charlotte Wellesley y explicaros por qué me ha gustado tanto.
La familia Santo Domingo siempre ha despertado en mí cierta fascinación. Recuerdo ese especial de Vogue sobre la boda de Lauren Santo Domingo -por aquel entonces todavía Lauren Davis- en Cartagena de Indias, la de Tatiana con el señor Casiraghi, como un cuento de invierno, y ahora esta, la del heredero de una de las mayores fortunas mundiales, no podía ser menos.
Ella, la novia, Lady Charlotte Wellesley, es la productora del fotógrafo Mario Testino y descendiente del primer Duque de Wellington. Sabe lo que hace. Pero es que, aunque ella no fuera una Lady, ni él un Santo Domingo, la boda tuvo al menos 10 detalles que me encantaron y que me parecen razón suficiente para hablar de esta boda.
-Un imponente vestido de Emilia Wickstead. Soy la primera que, en mi cuenta de Instagram, publico constantemente vestidos lenceros y apruebo, con excepciones, la ‘descomplicación’ de los vestidos de novia. Pero si eres una Lady inglesa, ¡qué gusto me da que luzcas un vestidazo! Y vestidazo no tiene por qué significar que esté firmado por una de las grandes casas de Alta Costura, puede tratarse de confiar en esta diseñadora de origen neozelandés que revolucionó la alfombra roja hace unos pocos años con unos looks clásicos que reinventaban la estética minimal desde el romanticismo, como ha hecho Charlotte. Patrones impecablemente ejecutados, un talento fresco y desbordante y la destreza de la novia para combinarlo con maestría han sido las claves de este éxito. Algo que, desgraciadamente, no se puede comprar.
-El velo de plumeti degradado. Sencillamente espectacular.
-Un ramo justo. De perfecto tamaño y obra de una diseñadora local, concretamente de Rocío Dávila Ponce de León.
-La naturalidad de la novia. Tanto en la actitud como en el maquillaje, dos cosas que escasean la mayoría de las veces. Charlotte apostó por un sencillo moño bajo y un maquillaje natural y, también, por partirse de risa cuando el viento le jugó malas pasadas con el velo.
-A veces los zapatos de color funcionan. Uno de los mayores estropicios de una novia, pueden ser los zapatos. La tendencia horrible de combinar color en el combo «zapatos-ramo» puede que a veces sea perfecta. Este es el caso.
-Una joya especial. Lady Charlotte Wellesley optó por unos pendientes colgantes de oro con una perla. Nada convencional pero TAN bonito.
-Las invitaciones de Stephanie Fishwick
-Una ubicación con sentido. Me resulta curioso que la gente elija para casarse destinos que ni conoce. Me encanta que ellos hayan escogido la localidad de Íllora, Granada, donde ella ha pasado parte de su infancia. La iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, un templo del siglo XVI que enamoró a Lady Charlotte.
-Un Valentino no es garantía de éxito. En esta boda había invitadas con vestidos espectaculares y muchas. Había Valentinos pero no siempre bien escogidos. Mi favorito era el azul clarito con corales de Nieves Zuberbhuler. mujer de Julio Mario Santo Domingo. Los blancos y de dudosa inspiración nupcial, como el de Caroline Sieber, me parecen una fatalidad.
-Bibiana Fierro a las cámaras. Me ha encantado ver en las fotos de agencia que por ahí avanzaba una de las mejores fotógrafas de bodas de nuestro país.
¿Qué os ha parecido a vosotras? Yo vuelvo a cerrar los ojos que no quiero quedarme ciega para siempre. Espero que me animéis este reposo con vuestros comentarios. Los entreabriré para leeros.
Todas las fotos son de Gtresonline