La boda de Clara y Fernando

Por medio de los fotógrafos Pablo Gómez-Ogando ([email protected]) y Assiah Alcázar ([email protected])  un  par que hacen unas fotos que parecen cuadros al óleo, con una sensibilidad extrema, les pedí que me pusieran en contacto con Clara y Fernando para poder publicar sus fotos en el blog.

Comenzando por el principio, las invitaciones las diseñó Clara la novia y las hicieron en la Fundación Pardo-Valcarce. «Se involucraron muchísimo y fueron adorables, lo recomiendo mucho».

El vestido estaba diseñado por Clara y cosido por Vicenta, una costurera maravillosa, llena de paciencia. Todas las telas eran antiguas, explica la novia: «el encaje por ejemplo viene de un alba antiguo que tenía mi madre y cuando lo vi hace unos años decidí que si me casaba algún día lo utilizaría.  Era dos partes, la idea era quitarme la falda de encaje pero al final aguanté toda la noche».

Clara estudió la carrera de bellas artes en Saint Martins Londres y ahora tiene un negocio de macetas llamado Matpot así que la mayoría de las flores tienen un sentido para ella. Para el ramo escogió Daucus carota, que le recuerda a Asturias su sitio favorito y es la que usaron para el logo de MatPot, los cardos por Fernando, y las rosas Pierre de Ronsard vienen de un rosal que le regaló su abuelo a su madre  (era experto de rosas y Clara le adoraba). «Quería que estuviera presente ese día».

Los vestidos de las pajes  los diseñó Clara y estaban hechos con la misma tela que su velo que compró en Bélgica.

La boda se celebró en Plasencia primero en una ceremonia íntima (sólo familia y testigos) y luego con una fiesta.

Clara se ocupó de toda la organización, las flores eran de Fresia. «Isaac entendió desde el primer momento mi estilo y el de Fernando (que es muy exigente siendo paisajista Fernando Martos. Además pusimos ramas de espinos en macetas MatPot que cortó mi padre en el campo», me cuenta Clara.

El catering fue Six Senses que preparó un cóctel con mesas de apoyo en las que había risottos, ensaladas, sopas frías en la parte de arriba y una  mesa de quesos impresionante en el comedor.

«La música la puso José Hita, no paramos de bailar».